Facultad de Derecho - Universidad de Buenos Aires Instituto de Derecho de las Comunicaciones
 
AÑO I | Nº 1
   

 

 
Los medios tienen que ser nacionales
Julio Bárbaro

¿Cómo encontró el sector cuando usted se hizo cargo?

Esencialmente, el espacio estaba sin reglas: las prácticas que se llevaron adelante fueron las de los liberales argentinos que disuelven el estado sin saber para qué. Después, con lo que queda, juntan los pedazos y creen que los pedazos son restos arqueológicos, pero el liberalismo argentino es una enfermedad, no una ideología.

Entonces, nos encontramos sin ningún principio, porque hay una ley que dice que 100% de los medios tienen que ser argentinos y estaba todo vendido al extranjero.

La lógica del desguace entre ideología y corrupción, considerando como estaba todo el resto del país, no era peor. Estaba prohibido tener más de una radio, pero el grupo mexicano tenía nueve. Lo que había pasado es que no las habían contado a los efectos de la aplicación de la ley. Pero, bueno, era parte de un negocio. Acá no era distinto al resto de la sociedad, como el negocio regía el mundo nos fundimos y sembramos miseria. Punto. Y esto es así, acá los grandes habían matado a los chiquitos pero habían terminado quebrando ellos.

Maravilloso es el ejemplo, la imagen que ellos querían construir: habían terminado absorbiendo a todos los pequeños y quebrándolos y, al final, quebraron ellos. Todas las grandes empresas estaban quebradas. Los canales estaban en convocatoria, el 9 y el 2, con una ley para salvar al 13 y el 11 era extranjero. Esto le da una imagen. La globalización... vino un viento y llevó todo lo que globalizó.


Pero yo no creo que esto sea peor que el PAMI, es lo mismo, exactamente lo mismo. Entonces lo que se necesita son reglas, normas.

Todos piden una ley pero no hay disposición de hacer una ley. El cable, que es un tema de la modernidad, es un hueco legal. No hay ley para el cable.

Digamos que la parte legal, el soporte legal de la actividad, es uno de los desafíos que tiene usted por delante...

Claro. Es que el estado argentino no puede tener una estructura de sociedad sin normas, porque de lo contrario es la ley de la selva. Acá no hay normas. Las que hay son tan antiguas que yo soy interventor pero tendría que estar acompañado de un hombre de la aeronáutica, uno de la marina y uno del ejército. Dado que el estado no está dispuesto a nombrar a estos tres honorables personajes, interviene. Porque la ley está hecha en plena dictadura. Obviamente, esa ley no se ocupa del cable, pero sí de que esté un representante de cada fuerza. Ahora el cable, ahí, no existe. Ni tomemos el caso de que, cuando esa ley fue hecha, la AM tenía un peso enorme y la FM no existía. Lo que es importante en esa ley, no está contemplado por antigua. Pero no es un tema sólo del COMFER, esto es la sociedad argentina y cada pedazo, cada sector, tiene esa misma impureza.

¿Sería el reflejo de lo que sucede en otras áreas,
concentrado en este sector, con una deficiencia legal por ausencia de una norma?

Claro.

En ese sentido ¿ pediría la participación de la universidad para colaborar brindando una herramienta legal, trabajando en el aspecto normativo? ¿Puede ser útil?

No sólo es útil. Yo tengo un convenio con la Universidad de Buenos Aires, un convenio con la Universidad de La Matanza, porque quiero que sea desde la Universidad donde se redacten manuales de procedimientos, donde se ayude a hacer la ley. La Universidad es imprescindible y quiero que sea la Universidad estatal y no la privada, porque ideológicamente tengo que ver con eso. Creo que sigue siendo mejor la UBA que todo el resto de las Universidades, algunas dignas y otras despreciables que hicimos en nombre del mercado.

¿A qué atribuye usted que hasta este momento hayan fracasado muchos intentos de establecer las leyes de radiodifusión?

Es muy simple. En la medida en que el poder de los medios es más fuerte que el poder del Estado, ¿para qué se va a hacer una ley?

Ahora bien, cuando asumió Kirchner, el poder de los medios se asustó del Presidente y dijo “¡Oh!... por ahí necesitamos una ley...”. Si hubieran seguido en la ecuación del alegre poder mayor que el otro, “¿para qué necesito una ley, si levanto el teléfono y ordeno?”.

Si hay algo que este gobierno marcó es que los asustó. No es un gobierno instrumento del poder económico, sino que es un gobierno que discute con el poder económico, que ocupa su lugar. Y en ese ocupar su lugar, usted tiene la otra discusión: están buscando una ley. Y está el temor. Porque no es un gobierno complaciente. Y como no es un gobierno complaciente están todos ahí tanteando hasta dónde se enojan sin que se enojen. Es decir, en el momento del menemismo, era un momento donde se acordaba por prestigio o por plata, pero las reglas de juego estaban bien. Se corrompía o se seducía. O le sacaban una foto, o le daban una billetera. Pero el medio estaba acordado. Acá no.

Frente a la vigencia de la 22.285, ¿qué solución propone el COMFER?, porque hay un fallo de la Corte Suprema en “Asociación Mutual Carlos Mujica contra Estado Nacional”.

Nosotros propusimos siempre lo mismo. Que las mutuales cooperativas y comunitarias sean dueñas a la par de los demás. Punto. Fui y lo dije en el Senado. Lo que pasa es que hay una trampita, no nuestra. Nosotros estamos en contra de que quien porta fluidos porte cables. Y hay una serie de cooperativas –que son tan cooperativas como yo melenudo–, que quieren decir, en nombre de las cooperativas, que se les deje enchufar el cable a la luz porque necesitan hacer unos pesos más de los que tienen.

Entonces, se disfrazan de pueblo, de cooperativa dolorida. Y yo insisto. ¡No! Ni Telefónica, ni la empresa cooperativa de teléfono de acá a la vuelta pueden, porque desvirtúan el cable. Porque el cable es un medio de comunicación, no un enchufe para hacer unos pesos más por parte de quien lleva electricidad o luz. Sea este privado o cooperativo, porque la ambición –en este caso– de destruir el cable, es la misma.

¿De que manera, teniendo en cuenta que la libertad de expresión fue creciendo en toda la sociedad y obviamente, en los medios de comunicación, puede el COMFER proteger a la familia y a los niños del tipo de abuso visual y del contenido que reciben?

Es muy complicado. Porque en la pregunta que usted hace está implícita una diferenciación ideológica muy grande. Hace pie en una sociedad donde, para algunos reprimimos en exceso, y para otros somos demasiado permisivos. Yo recibo las dos quejas. Por lo general, cuando vienen acá algunos sectores ultramontanos católicos y dicen “¡No!...¡las malas palabras!” y si llego a hacer lo que me dicen me mata el 80% de la sociedad.

Yo creo que le problema central de los medios es la mediocridad y no la palabra soez. O sea, lo que nos está golpeando, impactando, es la decadencia y la mediocridad. Esta cosa de que se tira un pobre muchacho del techo, se droga el otro, y nos pasamos todos treinta días viendo la misma estupidez, sin siquiera darnos cuenta que los temas tienen límites y además cuando son tan tontos como estos dos temas, se agotan en quince minutos.

A mí me parece que no es el desnudo o el mal uso de la lengua. Es la mediocridad. Y contra eso, ni los dioses pueden. Entonces, me parece que lo que nosotros tenemos que buscar es levantar el nivel, porque hay palabras soeces en obras talentosas que sin ellas usted se queda y dice “bueno...”. Y otro que repite la misma imbecilidad de la palabra estúpida porque no tiene tres términos en la cabeza. Son tres términos y los tiene que repetir a cada minuto. Pero es pobreza del lenguaje.

Entonces creo que lentamente –y esto es importante– en este año, si uno se fijara, la televisión mejoró mucho. Nos cuesta creer porque la sociedad mejoró más.
Ya sé que en lo económico, va a salir algún liberal y va a decir “¡No, entra 2,3; sale 1,2!”, FIEL y CEMA son templos de esas cosas.

Digo mejor, porque una sociedad que estaba casi al borde del suicidio se encontró consigo misma y dijo “¡No! ¡Podemos salir!”.

El cambio psicológico es infinito. Y en ese cambio, la televisión es un espejo. Y en ese espejo, el que estaba enfermo se quiere ver muy bien. Y le parece que el espejo atrasa.

Pero, si usted toma la televisión, mejoró mucho.

Mire, yo me siento a hablar con los dueños de los canales y hay que tener en cuenta algo: capaz porque empezó a ser rentable de nuevo, cosa que es importante, algo cambió. Porque estuvieron tres años en pérdida. ¿Cómo va a ser digno algo que da pérdida? Entonces, el desnudo y la estupidez eran lo más barato, lo más económico. Usted no podía producir una obra con ese déficit.

Ha pasado un poco más de una década de medios en manos privadas, ¿cómo observa usted ese desarrollo, comparando la época de medios estatales y la actual?

Y... uno se pregunta qué elige. Si lo mata el estado, o lo mata el mercado. ¿De qué quiere morir usted? En la primera muerte, usted decía “¡Ay... el Estado gasta mucho!”, en ésta, algunos sienten que lo toman por idiota. Pero, bueno... parece que la tontería fue hacerlo ideológico. Creo que los medios han mejorado, pero que hay una raya muy negativa, que es que con este grado de concentración la libertad es dudosa.

Absolutamente dudosa. Y éste es el tema de fondo.

Si antes se decía que el Estado imponía su pensamiento, hoy el estado pone el Canal 7 y Radio Nacional y se ríe. Se ríen porque tienen un pedacito menor pero, cuando usted toma los medios privados, hay tres dueños y los tres dueños opinan igual, opinan que usted tiene que ir al supermercado tal y pedir que la deuda la pague...

Yo ayer miraba televisión. Es maravilloso. En una sociedad normal, toda esta manga de cretinos que dicen que paguemos más, que defendamos al ciudadano alemán, al ciudadano inglés, al ciudadano... Salvo al argentino, defienden a cualquiera. Lo veía a este ser oscuro ¿cómo se llama el de Santa Fe?, ¿el que dice que hereda a Lisandro de La Torre? Di Natale.

Simplemente, creo que sin dispersión de los medios, es decir, con esta concentración de medios en manos de los negocios degradamos el ser humano. Punto. Vamos a eso. Vamos a la degradación del ser humano. Estos medios son un instrumento y como tal no nos sirvieron para enriquecer a la sociedad sino para empobrecerla. Quieren que, más que ciudadanos formados, seamos consumidores. Y el consumidor es un imbécil. Usted, para que un tipo compre las pavadas que le venden por televisión, lo tiene que volver estúpido. Si es vivo no lo hace. Si es formado no va. Entonces hay una imbecilización a partir de la idea de que la vida es una góndola. ¿Para qué nace el ser humano? Dolina diría otra cosa... pero, para consumir. Entonces uno es un imbécil que va eligiendo cosas hasta que se muere.

En esta concepción filosófica de la decadencia occidental, esos medios han sido parte de eso.

Hay más de 6.000 emisoras...

Truchas.

Sí... Digamos, es un número tentativo; pero, se piensa que es ese, aproximadamente

Son los cartoneros de los medios. Cuando yo era chico, había un linyera en el barrio y todos conocíamos el nombre del linyera. Porque había uno. Era el “Negro” Jorge y todos íbamos y le llevábamos una milanesa al “Negro” Jorge. Era un linyera en veinte cuadras. No habían llegado los liberales. Llegaron ellos y hay miles, porque el problema es venderle YPF a los españoles y echar 100.000 personas. Ellos hacen unos pesos de comisión y después sigamos. ¡Se acabó! Entonces, básicamente, esas radios a las que usted se refiere y que yo como Estado tengo que incorporar, se ocuparon de los grandes negocios, después la gente hizo eso: gritó desde un micrófono chico. El 80% de ello es rescatable. Y hay un 20% que habrá que eliminar.

¿Pero se trabaja específicamente en relación a eso?

En marzo lanzamos una convocatoria para que se incorporen todos.

En perspectiva hacia el futuro inmediato ¿cuáles son las primeras áreas conflictivas en las que va a “profundizar la acción” el COMFER?

Primero, quiero incorporar a todas las radios marginales, abrirles la puerta para incorporarlas, cosa que luego tengamos derecho a penalizar al que no se incorpore. No hay ningún país en el mundo en el que usted ponga una radio y nadie le diga nada. No hay ejemplo.

Incorporar a todos, llamar a licitación, que sea simple, que sea económico y que se incorporen aquellos que no se superponen en el espectro, que en Capital es muy difícil y afuera es muy fácil. Debe haber zonas no conflictivas, donde estén todos los que están y todavía sobra lugar.

Podría haber más y habrá zonas donde usted tenga que eliminar alguno. Pero, lo que buscamos es limpiar el espectro. De otro modo es Babel.

Como se meten las “truchas” al medio, las legales levantan el volumen y estamos todos hablando a los gritos y nadie entiende nada. Y esto es lo que me parece más importante solucionar.

Segundo, yo insisto en que los medios de todos los países del mundo son nacionales. Quería firmar España con nosotros un convenio de libre acceso de los españoles a nuestros medios; pero “no será viceversa”, aclaraban. Cuando uno ve el convenio le da vergüenza ajena.

También está el convenio con EEUU que “cae” este año.

La ley dice 100% de capital nacional, la de bienes culturales dice 70% y 30% y el convenio con EEUU dice “dale que va”. Pero no allá, porque ellos son un país. Según los Cavallo boy’s seríamos una colonia, entonces en una colonia usted compra, vende, hace lo que quiere. No lo tiene Uruguay esto. No lo tiene Bolivia.

Creo que los medios tienen que ser nacionales, si no un día los va a comprar algún agente extranjero, vamos a cambiar de idioma, nos harán hablar inglés... Es demencial.

Creo que este año se va a lograr y punto. Si logramos una ley por la que los ilegales se conviertan en legales y después, penalicemos a las que no se encuadran y que los medios sean argentinos, me parece que con esos grandes principios tenemos avanzado un proyecto de medios para una sociedad lógica.

En ocasiones se genera algún conflicto con Uruguay por entrada de alguna onda de Capital Federal o Provincia de Buenos Aires que interfiere frecuencias registradas en la otra orilla ¿Cómo está ese tema?

En realidad, nosotros somos un poco absurdos. Es decir, como dejamos que cualquier extranjero compre, después viene el caso del acuerdo con el MERCOSUR e hicimos ley lo que ellos cumplen a medias. Yo creo que hay que hacerlo de buena voluntad. Porque no es sólo qué lugares ocupa, si no dónde enfoca la antena. Hay una serie de temas técnicos que se pueden acordar y lo que tenemos que hacer con Uruguay, con Paraguay, es organizarnos en forma tal de enriquecer el espectro y no empobrecerlo. Las emisoras de Uruguay, siendo un país hermano tan chico, durante años entraban más alegremente en nuestro país que las nuestras allí. Hoy estamos todos empobrecidos. Ellos también escuchan las nuestras y ven nuestros canales.

Digo, me parece que en eso no hay conflicto. Lo que hay es necesidad de armonizar. Y en los casos en que nosotros sí decomisamos, es cuando tenemos quejas de Uruguay o queja de Aeropuerto. Son los dos casos en los cuales somos absolutamente inflexibles, por la dimensión del conflicto. Si es entre radios, lo vemos de otra manera. ©

 
 
Editorial

Alberto Gabrielli


Tapa Año I - Nº 1