Facultad de Derecho - Universidad de Buenos Aires Instituto de Derecho de las Comunicaciones
 
AÑO I | Nº 1
   

 

 
El negocio de los empresarios radica en el crecimiento
Maximiliano Fernández

Hablemos de los inicios de Alternativa Gratis, ¿cómo y cuándo se inicio?

A comienzos del 2000, en sociedad con IRSA formamos la compañía Alternativa Gratis y lanzamos el primer ISP gratuito. La idea básica de Internet gratis surge porque notamos que se aproximaba la libre competencia en el mercado de telecomunicaciones. Observamos la obligación de las empresas de pagar cuando despachan una llamada a un cliente de terceros, así como la posibilidad de cobrar cuando un tercero les enviaba una llamada para ser despachada dentro de su red. Lo que se llama interconexión y cargo de terminación de llamado.

Ya en el ‘99 advertimos lo que se había generado en Europa, es decir el nacimiento de los grandes prestadores de Internet gratis, como FreeServe en Ingla terra. Estos ISP en lugar de cobrar un importante abono fijo a cada usuario, reciben menos de un centavo por minuto de las telefónicas, con ese centavo deben repagar el costo de las líneas de atención, los módem, la provisión del acceso a Internet y el manteni miento del servicio.

Es, aquí y en el mundo, una fuerte apuesta al volumen. El ISP gratuito recibe mucho menos por abonado pero logra, por las propias ventajas del producto, recibir más cantidad de abonados en igual tiempo.

Estas ventajas de no pagar abono, no tener contratos ni ataduras, hicieron que la demanda explotara. Aparecieron varios ISP gratuitos durante el 2000 entre ellos Fullzero, Gratis1, Tutopía, Uyuyuy y otros. Algunos no lograron alcanzar a que la libre competencia impusiera el cargo de terminación, otros no llegaron al volumen, pero claramente el concepto de Internet gratis ha sido un éxito para proveedores y clientes.

Podemos decir que el Internet para pocos que significó el acceso pago se liberó a un Internet para todos aquellos que tengan PC.

Las telefónicas se opusieron desde un inicio porque lo vieron como una amenaza a su posición dominante, cuasi abusiva, en el mundo del acceso 0610. Aún hoy las telefónicas no comparten nada de lo que reciben por cargo telefónico de las llamadas a 0610, y ninguna otra empresa telefónica tiene derecho a ofrecer líneas 0610 en la Argentina que no sea una de las dos superpotencias. Esta oposición llevó en algunos casos a que la justicia deba dictar medidas cautelares para restablecer el normal servicio telefónico en la Argentina.

Hoy Alternativa Gratis se ha establecido como un líder claro, con un negocio sustentable y con más de 160.000 hogares por mes que utilizan sus servicios. El embate de las telefónicas por eliminar el fenómeno de Internet gratis ha mutado por una voluntad de poder ganar parte de este rubro, lanzando marcas propias o bien brindando servicios a terceros y compartiendo el cargo de terminación. El acceso gratuito o sin abono es un tipo de acceso más, como el dial up pago o el acceso de banda ancha.

¿Qué perfil de usuario tienen ustedes?


El perfil del usuario coincide con el usuario del dial up común. Justo hoy a la mañana me dieron los resultados de un focus group y la conclusión general es que es muy difícil discriminar un usuario de Internet gratis de un usuario de Internet con abono por variables como edad, barrio, consumo, usos, etc... Es muy fácil diferenciarlo del usuario de acceso de banda ancha, quien utiliza mucho Internet o para quien Internet es crítico y tiene el bolsillo para pagarlo.

Pero, entre acceso dial up gratuito y dial up pago es más que nada una relación más amistosa con la tecnología. Los que usan Internet pago, en general, se quedan por temor, entienden que no están satisfechos con la situación pero no quieren perder la cuenta de e-mail que es su dirección electrónica histórica, sienten además que es una pérdida de prestigio porque lo gratuito es una mala palabra, tiene un prestigio menor. Otro temor es que la empresa que ofrece el servicio gratis no esté mañana.

Creo que a estos temores los ayuda un poco la explosión de los operadores de Internet gratis ya que hay mas de 500 y todos parecen ofrecer lo mismo.

En cuanto al marco regulatorio, ¿Qué piensa usted que habría que cambiar? ¿Qué le parece que hace falta?

El marco regulatorio es bastante bueno. Hace falta seguir la implementación.

Hay que terminar de erradicar la vieja creencia –o quizás era una conveniencia– de que el sector telecomunicaciones necesita de la creación de monopolios, subsidios y situaciones de excepción para poder existir. Ha sido probado en el mundo que sólo necesita libre competencia y una focalizada vigilancia para que las posiciones dominantes heredadas de las situaciones monopólicas preexistentes no afecten la creación de un verdadero mercado de libre competencia.

Como tal, este mercado tendrá empresas grandes que invertirán a lo grande, empresas medianas con inversiones medianas y chicas, tendrá empresas proveedoras, empresas comercializadoras, revendedoras, agentes comerciales, uniones transitorias y demás. Como tiene cualquier sector estratégico, ya sea el de hidrocarburos, el farmacéutico, el químico.

Para garantizar esto los entes reguladores del mundo desarrollado crean informes periódicos sobre la situación de competencia y actúan fuertemente cuando ven que esta no avanza porque es un claro síntoma de que existe una situación de abuso dominante. Para la FCC de USA y la OFTEL de UK la creación de condiciones de verdadera libre competencia es la razón principal de su existencia, sabiendo que es la condición sine qua non para la aparición de mejo res servicios a precios competitivos.

¿Faltarían, para usted, más herramientas legales para el sector?

Creo que un punto importante es reglamentar la desagregación de los elementos de red. En la actualidad los servicios de Banda Ancha llamado ADSL, es provisto sólo por Telecom y Telefónica.

Esto ocurre así porque son los “dueños” de las líneas telefónicas de los abonados. La regulación vigente permite que cualquier ISP “alquile” esa línea a la empresa telefónica a un precio regulado para poder dar sobre esa línea el servicio de ADSL. El precio regulado es un resarcimiento por el uso de una infraestructura instalada, pero no actúa como un freno comercial a la competencia. Si se reglamentase esta norma, como ocurre en EEUU y toda Europa occidental, veríamos aparecer proveedores de ADSL a precios cada vez más bajos y la aparición de la telefonía por Internet en su verdadera dimensión.

Hoy estamos en la situación que quien provee universalmente el servicio ADSL es quien más sufriría la aparición de la telefonía por Internet. Nada menos promisorio para el desarrollo de este vehículo increíble de comunicación. Del tiempo que tardemos en reglamentar esto dependerá si la argentina acompaña al mundo civilizado en el desarrollo y en las ventajas que la telefonía por Internet nos depara o si seremos un seguidor tardío.

¿Qué incidencia tiene en el desarrollo la actual estructura tributaria?


Ese es mi tema personal. En mi vida personal, más allá de la compañía, escribo notas para los diarios sobre el tema de impuestos. Cuando usted me pregunta de empresas puntocom yo voy a terminar hablando de impuestos, como un predicador del tema. Creo que, en esta cuestión, a la Argentina la aquejan varias confusiones.

En una república moderna, o al menos en la que sueño yo, el mantenimiento del estado para que cumpla con sus obligaciones constitucionales, debe recaer mayoritariamente en las personas, físicas y jurídicas que más éxito han tenido. Por desgracia, en la Argentina, aunque es fácil ver gente que grita lo bien que le va, que anda en autos deportivos y lleva niveles de gastos obscenos, es imposible encontrar un “rico”. Hablo de alguien que se considere “rico” y, como tal, responsable de asistir a los gastos del estado. Aún en una cena en La Bourgogne o en Harry Cipriani la referencia a “los ricos” es en tercera persona del plural, como si “ricos” sólo fuesen aquellas familias emblemáticas. Esto es aún más llamativo en un país donde un ingreso por hogar de $3.000 lo hace a uno pertenecer al 10% más acomodado del país.

Una segunda confusión es la sobrevaloración de la eficiencia y la corrupción. Cada uno de nosotros tiene una larga lista de reclamos, de cosas que el estado no hace y debe hacer, por ejemplo subsidios que dar, asistencias que pagar, impuestos que dejar de cobrar. Pero como nadie se cree “rico” ni responsable, nadie está dispuesto a pagar más de lo que paga hoy, eso cuando no aspira a pagar menos.

Este dilema sólo se entiende observando la gran ilusión de los ´90. Esa en que la solución sólo dependía de eliminar la corrupción y bajar el gasto. De nada sirve mostrar que en EEUU el estado necesita 50% del PBI para sobrellevar sus obligaciones y que en los países desarrollados de Europa ese porcentaje sea mayor aún. La fantasía es que el estado argentino con 27% del PBI –un PBI sustancialmente menor al de los países desarrollados– va a lograr todo eso a fuerza de eficiencia superior y corrupción mínima. Mientras tanto, los incluidos, colocamos menos de nuestra renta al sustento del estado, nos quejamos por el exceso de corrupción y la baja rentabilidad, al mismo tiempo que los necesitados no reciben la contención mínima que la constitución obliga a darles.

Una tercera confusión es creer, como nos decían Neustadt y Grondona, que a la Argentina le hacían falta más “ricos” cuando, en realidad, la Argentina necesitaba menos pobreza. Lo peor es que quienes gobernaron escucharon su prédica.

Creer que garantizando ganancias a empresas o empresarios se genera inversión y trabajo es, al menos, candoroso o cínico. Las personas y empresas no por haber tenido ganancias las van a invertir donde no hay mercado. Y, por el contrario, donde haya consumidores vendrán las inversiones para poder vender productos y servicios a ese mercado.

El consumo lidera la inversión, no la ganancia pasada. El consumo marca la ganancia futura esperable.

Un jeque no instala una automotriz en el desierto sólo porque de allí sacó su petróleo. La automotriz la instalará en Alemania donde hay muchos con acceso al consumo que le permitirá venderlos.

Esta ilusión nos permitió a los incluidos patear para adelante con esperanza mientras nuestro mercado consumidor se iba “desertificando”. Las grandes mayorías fueron hundiéndose en la pobreza mientras el empresariado aplaudía las medidas de gobierno que las arrasaban. Estos aplausos no sólo encierran una falta de solidaridad sino que fueron un suicidio empresario.

Hablo de empresarios porque es el grupo al que pertenezco, pero creería que todos los “incluidos” en la Argentina comparten cierta complicidad con el tema.

Finalmente la mayor confusión fue creer que los temas políticos estarían mejor en manos de los empresarios. La clase incluida “coopto” a la política marcadamente durante toda la década del 90 pero podemos decir que es un proceso que se inicia en la dictadura militar. Logró que los políticos llevaran a cabo sus ideas de lo que era mejor, en tema impositivo, de contratos laborales, de subsidios a las empresas, de privatización, de asistencia social, de gasto público en general. La política llevó a cabo un plan de despolitización que llevó, paradójicamente, al “que se vayan todos”.

No hay razón para creer que porque alguien vende Internet mejor que otro, sea más capaz para detectar los problemas nacionales y mucho menos para esbozar las soluciones. Pero sin duda, lo más importante, es que quien tiene una compañía y es parte de los incluidos, tiene una posición marcadamente tendenciosa e interesada que lo inhabilita para actuar directamente en la cosa pública.

Con este preámbulo le diría que mis conclusiones simplificadas son que la Argentina tiene que destinar más de sus recursos al financiamiento del estado, para que éste, sin endeudarse, pueda hacer frente a la titánica tarea de cumplir con las obligaciones constitucionales que más dramáticamente y más veces ha violado. Eso, mucho antes que atender las obligaciones con las privatizadas o los bonistas, tan presentes en los reclamos.

Creo también que hay que dejarle la política a los políticos. Crear mecanismos de control, de competencia, transparencia, etc. De la peor crisis de la Argentina del siglo XX no nos rescataron los consultores o gurúes. Tampoco nos rescataron los políticos venidos de las grandes compañías ni de las grandes escuelas, nos rescatan los políticos y muchos de ellos destinatarios de nuestro “que se vayan todos”.

La mala política, por obedecer a los privilegiados, no sólo fue un desastre para las mayorías, destruyó además toda estabilidad y equilibrio y terminó perjudicando, incluso, a los mismos privilegiados. ©


 
 
Editorial

Alberto Gabrielli


Tapa Año I - Nº 1