Derechos humanos de las personas privadas de su libertad

   

Derechos humanos de las personas privadas de su libertadOrganizado por el Centro de Derechos Humanos, el pasado 8 de octubre tuvo lugar un encuentro con Leonardo Filippini, Fiscal Federal y Subdirector del Centro de Estudios de Ejecución Penal en la Facultad de Derecho de la UBA.

El orador fue presentado por Martín Sigal, Director del CDH. Posteriormente, Leonardo Filippini indicó: “Tengo una mirada vinculada a lo que podrían ser los derechos humanos, sin ninguna pretensión de casta privilegiada”, expresó. En este sentido, sostuvo que, al contrario, uno de los principales sentidos de tener una mirada vinculada a los derechos humanos debería ser recordar todo el tiempo que “uno es igual a cualquier otro y si coyunturalmente le toca estar en una posición más privilegiada (…) eso no te hace superior sino en todo caso poseedor de una diferencia a favor tuyo que habría que justificar”. Además, Filippini señaló que ha tenido trabajos más abiertamente enlazados con la idea del derecho de derechos humanos. “Otras posiciones de funcionariado tensan esta cuestión, no tanto por tener un compromiso menor con los derechos humanos sino que hay compromisos urgentes, misiones inmediatas de esa función que no necesariamente es la promoción y protección de los derechos humanos”, resaltó.

Más tarde, explicó que pensar un problema en clave de derechos humanos es una forma de encarar los problemas que exige poner en un lugar central la consideración de la otra persona, de las personas involucradas en el conflicto. “Esto con penal muchas veces se da de patadas”, reconoció y agregó: “Es una mirada exigente (…) es una especie de andamiaje conceptual que te fuerza a incomodarte y sentirte menos a gusto con cierto estado de cosas”.

Además, desarrolló que cuando se observa la realidad de las cárceles, el grueso de quienes se encuentran allí son procesados. “El derecho penal espera otra cosa, supuestamente, juzgar a alguien y que la pena sea el resultado de una condena. La prisión es una pena. La idea dominante debería ser una según la cual recién después de juzgar la culpabilidad de alguien, acreditarla en un proceso, esa persona estaría detenida. No es lo que ocurre hace años”, subrayó. De esta manera, consideró que hay un problema que es la prisión desbordando los límites legales. “Quizás un desafío en el campo académico es seguir interrogando y generando material crítico de estudio y análisis frente a lo que es el problema. Si hay un problema y faltan ideas para solucionarlo, la academia está en mora”, declaró. Por otra parte, describió que la mayoría de las personas detenidas son varones jóvenes y que el 80% de los presos no terminó el secundario. “Esa es la foto. ¿Esto habilita a decir que la cárcel solo detiene por esa razón? No, pero hay indicadores demasiado sugerentes en el sentido de que hay un proceso de selección o que el sistema funciona de modo tal donde los sospechosos de siempre son los que terminan atrapados, posiblemente en ocasión de un delito”. En este sentido, de algún modo, el dato adicional que la justicia penal aporta es asegurar que los que están detenidos lo están en ocasión de un delito, “por la comisión o por la investigación de un delito”. En la misma línea argumental, aseveró que hay temas de intervención de las fuerzas de seguridad que están vacantes.

Hacia el final, Sigal recalcó que “lo que planteaba Leonardo de tener esta ética en la forma de aproximarse a la propia carrera hace que uno tenga un hilo conductor, por más que uno trabaje en diferentes lugares”. A su vez, manifestó que el gran riesgo que se corre como profesionales es alienarse. “Uno de los problemas que tiene nuestra institucionalidad es que está compuesta de personas que han perdido ese espíritu crítico, que han sucumbido a la alienación”, destacó.