Discurso pronunciado por la Dra. Lidia Hernández

Acto de colación de grado del día 20 de febrero de 2009

Señor Decano de la Facultad, autoridades de esta casa que se encuentran presentes, profesores, egresados, familiares, alumnos, señoras y señores:

Es un honor para mí, y a la vez me produce una enorme emoción, decir estas breves palabras en una ceremonia tan importante para todos ustedes.

Los que queremos esta Facultad porque nos hemos formado en ella y nunca la abandonamos, celebramos junto con Uds. este día. Día de logros y felicitaciones, para los que hoy reciben el diploma y sus familiares que los acompañaron en estos años de estudios.

Todo logro merece un festejo, han obtenido el título en una universidad pública. Recuerdo que cuando estudiaba en esta Facultad y al iniciar el curso de quiebras, un inolvidable Profesor, el Dr. Ignacio Winizky nos hizo reflexionar sobre lo afortunados que éramos de poder estudiar en una de las mejores universidades como es la Universidad de Buenos Aires. Tuvimos esa suerte, estudiar en una universidad pública que ofrece iguales oportunidades para todos y amplia libertad de cátedra.

Entonces, en este momento de reflexión es bueno también agradecer, agradecer a los ciudadanos que con su esfuerzo costearon nuestra carrera en una universidad pública, a nuestros familiares que nos apoyaron en los años de estudios y a nuestros profesores.
Pero la finalidad lograda implica además un nuevo comienzo para Uds. y también para nosotros egresados de esta Facultad, ese principio es la lucha por el derecho, lucha que es ardua pero que nos hace renacer día a día. Esa lucha requiere por sobre todas las cosas ser honesto con uno mismo y con los demás y no traicionar nuestras convicciones; requiere sensibilidad para sentir como propio el sufrimiento ajeno; formación, para ello no se alejen de la Facultad, sigan estudiando, ejerzan la docencia los que tengan vocación. La formación es primordial en la lucha por el derecho, porque el saber da importantes herramientas en la búsqueda de la justicia, sea que ejerzan la profesión o sigan la carrera judicial. La cordialidad es otra de las cualidades del abogado, no es mejor abogado el que levanta la voz sino aquel que busca la justicia por el camino de la sinceridad y sin otras armas que las de su saber, como dice Ossorio en su decálogo al abogado.

Por último, defiendan la democracia valuarte que hemos ganado entre todos y que debemos preservar.

No son tiempos fáciles, la injusticia, la intolerancia, la corrupción, la indiferencia al dolor y la pobreza, la violencia indican la falta de reconocimiento de valores que se hace necesario restaurar. Nadie mejor que Uds. hombres y mujeres de derecho para resaltar a cada paso los valores que deben reafirmarse.

La fuerza en la lucha por el derecho la encontrarán en Uds. mismos, en sus propias convicciones, en su sentimiento de justicia y en el aliento para sostenerla. De allí que se haya dicho con razón que en la abogacía actúa solamente el alma porque todo lo que se hace es obra de la conciencia.

Por ese camino, quizás, nos acerquemos a la utopía que soñamos cuando elegimos ingresar a esta Facultad de Derecho.

Felicitaciones nuevamente y suerte en su nuevo camino.