Discurso pronunciado por el Dr. Gregorio Flax

Acto de colación de grado del día 23 de abril de 2010

Sr. Vicedecano, Dr. Alberto Bueres; Sra. Secretaria Académica, Dra. Silvia Nonna; autoridades de la Casa, profesores y profesoras, colegas; graduadas y graduados; señoras y señores, muy buenas tardes a todos.

Bienvenidos aquellos de ustedes que no concurren a esta Casa habitualmente.

¡Qué lindo volver a verlos a ustedes, nuestros egresados!

Seguro que ya están extrañando cursar y sólo hace unos meses que no vienen todos los días.

Es siempre un placer tener estos cinco minutos para expresar qué se siente cuando se entregan los diplomas a los egresados de esta Casa.

Este acto supone algo así como la apertura de una gran puerta a la sociedad de un número importante de personas que ya están en ella, pero que reingresan con una calificación adicional; esa calificación que les da el título universitario.
Es título genera un privilegio y también una responsabilidad adicional.

Están ustedes obteniendo hoy un diploma de grado, fruto de los estudios que realizaron en la Universidad pública de la Argentina.
Están ustedes graduándose en esta Universidad de Buenos Aires que es una creación que debemos a una generación que se jugó por la educación como instrumento de desarrollo; que tuvo una visión de la educación que tiende a que todos tengamos igual acceso a ella, y que todos seamos iguales ante ella; que propició una educación laica y gratuita.

Una educación que sólo nos exige un compromiso ideológico por la democracia y por el estado de derecho. Y desde cualquier lugar que ocupen en el futuro en la sociedad, la tarea fundamental va a ser la de la construcción y preservación del estado de derecho.
De un estado de derecho que no se agota en la división de poderes, sino que requiere -además– la construcción de una sociedad más justa y más igualitaria; que requiere la consagración de los derechos humanos, no al nivel del discurso, sino de la realidad; que requiere la comprensión de que la dignidad humana se realiza no sólo cuando se prohíbe la tortura o cuando se consagra la libertad de expresión; sino también cuando hay atención primaria de salud, alojamiento precario, derecho a la educación, alimentación básica…
Una sociedad que en esta construcción del estado de derecho, tiene que hacer suya la transparencia en la gestión de la cosa pública, la lucha contra la corrupción, la rendición de cuentas.

Una sociedad que tiene que hacer que los representantes nos representen más; que sean más representativos.

Una sociedad que tiene que entender que la democracia nunca se termina de construir; no es un producto acabado, sino una construcción cotidiana.

Se construye democracia desde la pequeña acción diaria de cada uno de nosotros, y no desde los grandes podios o desde las grandes tribunas que ofrece el poder público o los medios de prensa.

La democracia en este país -o en cualquier otro- la hacemos todos, todos los días.

Cada uno de nosotros es democracia. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de hacer algo, no sólo para poder ganarnos la vida dignamente y poder alimentar a nuestra familia; sino para que podamos trascender. Para que esta sociedad sea más digna de ser vivida por todos nosotros, por nuestros hijos… por nuestros nietos.

Esa construcción democrática permanente supone trabajo, y también placer.

Supone respeto por las reglas, y también disenso por las mismas y la decisión de modificarlas.

Supone nivelar para arriba.

Supone terminar con la frivolidad del facilismo.

Estas cosas no se enseñan en esta Casa. No tuvieron ninguna materia del CPC ni del CPO. Estas son cosas que el marco grande de la educación pública y de la sociedad en la que vivimos -que es bastante poco igualitaria y bastante injusta con muchos iguales a nosotros- nos debe haber inspirado y enseñado.

Hago votos para que el diploma que se llevan hoy de aquí sea un instrumento que les permita dignificar su vida, la de sus hijos, la de los hijos de sus hijos…

Los felicito sinceramente.

¡Gocen de esto, es suyo; ustedes se lo ganaron! Pero no olviden que la profesión es una actividad de dignidad.

Muchas gracias.