Discurso pronunciado por el Dr. David Halperín

Acto de colación de grado del día 13 de agosto de 2009

Buenos días.

Sr. Decano, Sr. Secretario Académico, Sres. Profesores, estimados colegas, señoras y señores.

Cuando hace pocos días el Sr. Decano -seguramente en razón de que lo he conocido hace varios años al haber trabajado con él en la Cátedra de Obligaciones a partir de 1974- me pide que les dirija a ustedes unas palabras, me vino rápidamente a la memoria que hace alrededor de 37 años aproximadamente, en agosto del año 1972, recibí aquí mi diploma y hablaba en representación de los egresados en esa oportunidad. Entonces me vino a la memoria lo que sentía en ese momento y es lo que tienen que estar sintiendo ustedes. La alegría de recibirse: el haber dejado atrás los sacrificios que esto conlleva, haberle restado horas al ocio, a la diversión en pos de obtener vuestro título; y también lo que ha significado para todos los que hoy los acompañan. Sacrificio para que pudieran estudiar, sacrificios de otra índole, no haber estado con vuestros hijos -los que los tienen- toda una noche para que ustedes pudieran terminar. Es un día de alegría, donde esos sacrificios han dejado este fruto del cual van a recibir el testimonio en el día de hoy.

También quise recordar de qué hablé aquella vez y me acuerdo que he hablado de la función de los abogados. Hablamos que desde nuestra Primera Junta de Gobierno en adelante notamos la presencia de los abogados. Éste es otro testimonio que tienen que llevarse. Van a estar en distintas posiciones, sea en el ejercicio diario de la profesión de abogados, luchando por los derechos de terceros que son nuestros clientes; desde la función pública, luchando por el interés general; desde el ámbito del órgano judicial, para la realización de la justicia. Testimonio quizás distinto a aquel épico de Manuel Belgrano que del Consulado pasó a tomar el sable para dispersar la Revolución por el resto del país y de América. Pero, en definitiva, es exactamente el mismo empeño que tienen que poner ustedes en la actividad que realicen en el futuro. Pero, además, piensen ustedes que para la Facultad hoy es un día de gloria porque este fruto del cual hablamos es el objetivo de la Universidad, en general, y de la Facultad de Derecho, en particular. Ustedes son el resultado de varias horas de trabajo de un sinnúmero de profesores.

Pero la actividad de la Universidad para con ustedes no termina en el día de hoy, sino que continúa. Los invito para que puedan desempeñar de la mejor manera posible la defensa de los intereses de nuestros clientes, el interés público -si están en la función pública- o la realización de la justicia, a que vuelvan lo antes posible a la Facultad. Aquí hay un gran Departamento de Posgrado que los va a tomar y los va a preparar en mejor medida para poder seguir con esa tarea.

Señores el acto es de ustedes y no es mío, así que espero que tengan mucha suerte en vuestra vida profesional. Buen día.