Discurso pronunciado por el Dr. Marcelo Gebhardt

Acto de colación de grado del día 7 de diciembre de 2021

Marcelo Gebhardt

Marcelo Gebhardt

Buenos días por favor tomen asiento. Bienvenidos. Voy a dirigirles algunas palabras y voy a aprovechar que hoy somos pocos porque llevamos hechas diez o doce juras en estas últimas tres semanas y podemos tener una charla más cercana, más entrañable.

Quiero comenzar expresándoles mi emoción por el hecho de que ustedes como tantos otros, decenas, centenas en estos últimos días han querido venir a pesar de tener el título y estar eximidos del juramento por las razones sanitarias que todos conocemos, hayan querido venir a expresar públicamente su compromiso, hacerlo frente a su Dios, o sus convicciones o ante la patria, según quiera la visión personal de cada uno y lo hayan elegido en la fórmula de juramento.

Pero que lo vengan a hacer públicamente y en este ámbito. Eso tiene un enorme valor porque vamos a jurar respetar la Constitución y hacerla respetar. Vamos a jurar cumplir con las leyes. No hemos ocupado el tiempo nada más en enseñarles en que consiste las layes, la Constitución, sino también que ustedes hayan tomado este compromiso, créanme que tiene un enorme valor para la Facultad y lo tiene también para la sociedad.

Es una ocasión festiva, es una celebración. Y justifica algunas reflexiones que quiero hacer luego de esta primera mención y homenaje al compromiso que ustedes están asumiendo públicamente.

Diría que el trabajo de ustedes que hoy culmina y por el cual van a expresar su juramento es un ejemplo. Es un ejemplo de esfuerzo y de talento y permite transmitir esa actitud de esfuerzo, al resto de la sociedad. Porque pienso que la sociedad está tentada a abandonarse a criterios de incertidumbre, a criterios riesgosos para la convivencia y el esfuerzo individual por contrario ayuda a mostrar que hay un futuro, que tenemos un país maravilloso, y un futuro seguramente provisorio.

Hoy no solamente reciben sus títulos los abogados que somos mayoría en la casa obviamente, sino también un profesor de la enseñanza superior y media, profesor en ciencias jurídicas y también lo hacen dos traductores públicos, es otra de las dos carreras que junto con la de calígrafo se desempeñan en la Facultad.

Yo diría que el título que ustedes reciben hoy es no sólo la certificación de ese esfuerzo y de las materias que cumplieron, sino que los transforman en todos los casos en verdaderos operadores de la paz social. El abogado no es alguien que está llamado nada más que para actuar en los pleitos. Y la paz social es un presupuesto, es una base fundamental para la convivencia de la humanidad y para la preservación de la dignidad del hombre.

Yo me permito en estas palabras, serán breves les prometo, hacerles un conjuro, desafiarlos, estimularlos a que nos prometan internamente entre ustedes otras cosas. Tenemos que ayudar, comienzo con el conjuro. Tenemos que comprometernos a ayudar a superar las divisiones que enfrentan a los argentinos. Tenemos que realizar el orgullo de nuestra profesión, y bien que haremos. Porque el esfuerzo vale la pena. La abogacía en especial tiene el propósito de afianzar la justicia. Fíjense ustedes que alto criterio. Les propongo que abracemos nuestra profesión con la convicción de que está dirigida a lo más excelso de la creación que es el hombre, que necesita vivir en un estado de mayor elevación al que se le concede hoy, como ser digno y trascendente.

Nuestra profesión es un modo de vida y en algunos casos algunos lo viven como un modo de enriquecerse, y esto no es un criterio censurable. Porque es una herramienta para la realización de los individuos y no hay realización de una sociedad si los individuos no logran realizarse y lo hacen o pretender hacerlo en una sociedad frustrada.

Los invito a que no se despidan hoy de la Facultad. La Facultad los necesitan, nosotros los profesores estamos siempre digo, más cerca de la puerta de salida que la de la entrada. Necesitamos sangre joven que se perfeccione y estén en condiciones de transmitir su conocimiento como en su turno lo hicimos nosotros.

Ustedes además tienen la ventaja que no hemos tenido nosotros. Han crecido palpitando la revolución tecnológica, la revolución de las comunicaciones. Nosotros nos agarramos como del último colectivo para poder entender un poco la realidad de la tecnología.  

Por eso es que los necesitamos. Necesitamos la sangre innovadora, el esfuerzo de ustedes. No se alejen de esta Universidad, que es la Universidad pública, gratuita, que ha confiado en ustedes y precisa de vuestro esfuerzo.

Otras cosas más vinculadas a la actividad profesional de las que quiero hablarles. Ya que a veces en la Facultad, en las materias no hay tiempo para hacerlo. Yo quiero que tengan una consigna en su vida. Que los derechos que nos son confiados, cuya defensa no son confiados, como elementos centrales de nuestra profesión, siempre sean la prioridad. Que nunca queden secundarizados por un afán de figurar, por un afán mediático, por un afán de dinero. Aquél que nos confía a nosotros su libertad, su patrimonio, sus relaciones interfamiliares o intrafamiliares, deben sentir que el abogado es un sujeto confiable, que va a desempeñar su labor pensando en el derecho de ellos, no en el resto de las cuestiones que los circundan.

Queremos proponerles que la verdad se convierta en una pasión dentro de ustedes. Los convocamos de nuevo a que se conviertan en artífices de la concordia, que aprendan a dialogar, y a vivir en democracia. Rechacen siempre, esto es crucial en nuestra profesión, rechacen siempre los caminos tortuosas de las componendas y de cualquier tipo de acomodo que es algo tan frecuente lamentablemente en nuestra sociedad. Que los reconozcan por su amor a la justicia. Y que los vean intransigentes cuando se trate de defender los derechos que la Constitución garantiza y mucho más cuando estemos defendiendo los derechos de los más vulnerables, de los más necesitados. No olvidemos que nuestra voz debe ser más firme cuando estemos defendiendo a los más pobres, a los más vulnerables.

Termino diciéndoles que no es un desafío menor este conjunto de datos o de propuestas que les hago. No sólo que no es un desafío menor sino que no se le hace a cualquiera. Yo lo hago acá porque ustedes ya son abogados, ya son traductores y tenemos también un profesor de enseñanza superior y media, y eso es un privilegio para nosotros que nos recibimos en la comunidad profesional y para ustedes que van a hacer desempeñar esta tarea.

Yo diría que no se convoca a cualquiera, no es una tarea fácil, pero es el orgullo de ser abogados queridos colegas, bienvenidos.