Discurso pronunciado por la Dra. Beatriz Rodriguez

Acto de colación de grado del día 20 de mayo de 2016

Beatriz Rodriguez

Beatriz Rodriguez

Señor Vicedecano, señora Secretaria Académica, señores y señoras autoridades de la casa, señores y señoras miembros del cuerpo docente, colaboradores, señores egresados de la carrera de abogacía, traductor público y calígrafo público, señoras y señores tengan ustedes muy buenas tardes.

En representación de la carrera del Traductor Público cuya dirección tengo en mi cargo, es un profundo y un gran honor pronunciar estas humildes palabras que darán paso al acto de jura de los nuevos diplomados en las carreras que antes mencioné, quienes esperan con ansias ese momento incomparable en el que en segundos se atraviesa la puerta de la información para instalarse en la vida profesional. Debemos reconocer que en los últimos 20 a 25 años el mundo en el que vivimos ha tenido más convulsiones que las experimentadas casi en los dos siglos anteriores, especialmente con la revolución de internet y la globalización que con ello trajo.

Ya no es una utopía que una buena parte de las funciones que nos rodean sean reemplazadas por la informática pero no cabe duda de que la formación humanística y jurídica de los egresados universitarios de esta casa nunca será reemplazada y tendrá que ser cada vez más profunda y especializada.

Tenemos hoy egresados de las carreras, como dije, de abogacía, de traductorado público y de calígrafo público. Diré pues, en principio, que no se concibe al Estado de Derecho ni a la propia justicia o a la administración de justicia en todos sus ámbitos sin estas profesiones en las que se nota que más que profesiones cercanas a la justicia son estrechos colaboradores de ella, parte integrante pero absolutamente independientes y sometidos única y exclusivamente al imperio de la ley dulcificado por la equidad y la buena fe requeridas en nuestras leyes y en el sacro santo deber de defensa.

Decíamos que en las últimas décadas el avance de ciertos conceptos como la globalización, la calidad, la eficiencia, la seguridad, la garantía, etcétera, marcaron el camino que nos llevó a una nueva época de la humanidad. Estos conceptos se han arraigado con fuerza en la vida económica y social configurando un nuevo escenario donde el profuso intercambio de información y la mayor presión de trabajo-rendimiento han producido modificaciones en las esferas profesionales al igual que en otras áreas. Todos sabemos de la trascendencia que tiene la profesión de abogado, y si me permiten desde mi función diré que por ejemplo en cuanto a los traductores públicos debemos decir que el lenguaje desempeña un papel protagónico como herramienta de comunicación en todo tipo de comunidades que hablan idiomas diferentes. En virtud de la pluralidad lingüística se hace necesaria la mediación de un traductor profesional que no sólo domine los sistemas de trabajo , sino también los sistemas metodológicos y las particularidades del área de conocimiento en que trabaja, sin duda una tarea que la tecnología nunca podrá reemplazar.

La tradición profesional centenaria del Traductor Público que destaca la necesidad e importancia de este profesional cada vez que debe hacerse la traducción de un texto de un idioma a otro, está documentada en distintos artículos de los Códigos Civil, Comercial, Procesal y Penal de la Nación Argentina y demás leyes complementarias. Qué decir de los Calígrafos Públicos, tengo entendido que aquí tenemos una profesional calígrafa pública, verdaderos buscadores de la precisión y de certeza en pos del bien superior. Y es aquí donde quisiera unir los tres mundos, el del derecho, el de la traducción y el de una formación esencial como la del calígrafo público. Estamos en el marco de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y ella tiene la múltiple función de formar profesionales, alimentar su claustro docente y fomentar la investigación en la disciplina de que se trate.

Egresar en la universidad significa ingresar en el ámbito del ejercicio real y concreto de una profesión elegida y es en esa nueva etapa de la vida profesional donde el egresado deja de estar bajo la mirada exigente pero protectora de la universidad para pasar a formar parte, por ejemplo, de su consejo profesional. Sin una formación sólida, un profesional difícilmente sea mucho mejor que un intruso, disculpen lo fuerte de la palabra, por eso se ha convertido en un deber ineludible e impostergable de las universidades fortalecer la formación tanto de grado como de posgrado. En este sentido cobra particular relevancia la interacción y necesaria complementariedad del abogado con el traductor y con el calígrafo y viceversa. Ellos ejercen profesiones de pasión, de vocación de servicio, de compromiso y de entrega incondicional con el rol que la sociedad le confiere a cada uno. Sabemos que la educación y la ciudadanía son dos vectores posibles de la invención de lo humano, implican saberes y aceres que definen la subjetividad social y política de los hombres. Por ello es que allí donde hay educación y ciudadanía, donde hay abogados, traductores y calígrafos, hay evidentemente una exigencia, una tarea y un horizonte cuya consistencia depende del tipo de relación que los hombres han desarrollado en su entorno.

En el ranking de la UNESCO que nos indica los altos niveles de educación, llaman la atención que los primeros 10 puestos no son ocupados por los países más desarrollados. Se encuentran primero Finlandia, Irlanda, Islandia, Corea, Australia, Nueva Zelanda y Japón. Son países de desarrollo relativamente reciente y de muy buen nivel de vida. Esto implica cambiar la manera de pensar la educación. No es que un país es más desarrollado porque invierte más en educación, sino que los países son desarrollados porque justamente invirtieron más en educación. Por eso debemos hablar de educación ciudadana o ciudadanía educada pero no podemos soslayar estos conceptos como pilares del crecimiento de una Nación y los profesionales que hoy juran saben largamente lo que es el sacrificio en pos de un logro de un objetivo de trascendencia.

Un verdadero profesional se dedica a cumplir su función por el amor que siente por ella, la autenticidad de estos ciudadanos que hoy juran está dada en este sentido por una profunda pasión por la vocación. En otras palabras, la actividad que cumplen les genera placer y probablemente no se imaginan dedicando su vida laboral a ninguna otra actividad que los aleje de la alegría que les produce desempeñar su profesión con libertad, dignidad y crecimiento.

Quienes hoy juran tienen como prioridad la comunicación humana, es por ello que la adquisición de una especialidad o el eventual desempeño en sentirse a gusto dentro de los vaivenes de la cultura general, no son un fin en sí mismo, sino que son entendidos como el medio que abre las puertas al ejercicio de una profesión más precisa, más exacta. Son detallistas y perfeccionistas, la autenticidad de estos profesionales está dada por una adhesión incondicional a los detalles, a la búsqueda de la perfección y de la mejor solución dentro de un medio imperfecto. Nunca se dan por hechos. Si existiera una guía para profesional mediocre seguramente el consejo número uno dense por hecho. Su profesión trasciende la categoría utilitaria de herramientas para ser la base y el fundamento sólido que hermosea los resultados concretos de la tarea laboral.

Señoras y señores, reciban el diploma con la alegría del logro alcanzado, con la humildad de los grandes que entendieron el mensaje y se colocaron al servicio de la sociedad y con el firme propósito de ejercer seria y responsablemente la profesión que eligieron como medio y modo de vida para lograr un profesional mejor para un mundo mejor.

Muchas gracias.