Discurso pronunciado por el Dr. Guillermo Andrés Gordo

Acto de colación de grado del día 27 de agosto de 2010

Guillermo Andrés Gordo

Guillermo Andrés Gordo

Discurso pronunciado por el Dr. Señor Vicedecano de la Facultad de Derecho, Señora Secretaria Académica, colegas docentes, estimados graduados.

La facultad me ha conferido el honor de dirigirme a Uds. en este día tan especial, para transmitirles estas breves reflexiones.
En una fecha que es muy cara para todos nosotros, dado que en dos días más, festejaremos el día del abogado, o mejor dicho, homenajearemos al Dr. Juan Bautista Alberdi, autor de las bases que cimentaron nuestra Constitución Nacional.

Hoy, al igual que cada vez que he asistido a un acto de colación de grados, vuelvo a recordar la emoción que hace ya casi 35 años sentía cuando estaba sentado en esas butacas, esperando que me entregaran mi diploma de abogado. Emoción que se vincula a un importante logro personal, fruto de un gran esfuerzo y mucha dedicación.

En instantes, van a recibir sus diplomas, que los acreditarán como profesionales del derecho y que podrán exhibir con legítimo orgullo, al estar expedido por una casa de estudios que es pública, gratuita y pluralista, con un prestigio nacional e internacional, cimentado en la excelencia de sus enseñanzas.

Es pluralista, por cuanto en ella son admitidas todas las ideas, con la sola excepción de aquellas que inciten a la guerra, al odio nacional, racial o religioso, a la violencia o que afecten el sistema democrático.

Con base en esa amplitud de conocimientos aquí recibidos, es que los convoco, para que a partir de hoy mismo, su unan para realizar una verdadera revolución por medio del derecho. Esa revolución no es violenta ni estruendosa, sino, por el contrario, es pacifica y silenciosa. Está guiada por la ideología de la libertad, plasmada en nuestro bloque de constitucionalidad federal, y tiene por finalidad ampliar el espectro de derechos para constituir una sociedad con mejores oportunidades para todos, más igualitaria, en síntesis, más justa.

Valoren, como la aspiración mas elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias, según reza el preámbulo de la declaración universal de derechos humanos.

En esta nueva etapa de sus vidas que inician, deben tener en claro que no deberán poner los conocimientos adquiridos al servicio de autoritarismos de ninguna especie, cualquiera sea el ropaje que vistan, sino que, por el contrario, guiados por el principio pro homine, tendrán la responsabilidad de propender a ampliar el espectro de los derechos.

Para ello, deberán sentir diariamente el orgullo de ser abogados, tener presente que cualquiera sea la actividad que desarrollen en el futuro, cada vez que ejecuten un acto en el ejercicio de su profesión, este siempre será trascendente para el logro de una mejor convivencia social.

Sean tolerantes con las ideas y opiniones ajenas, aun cuando estas nos parezcan equivocadas y aun disparatadas; nunca denoten a alguien a causa de ellas, ni pretendan de ninguna forma acallarlas. Sólo de esta manera, estarán resguardando el respeto para las propias y la libertad de expresarlas.

Mantengan viva en ustedes la llama de la utopía que persigue el derecho, que en una sociedad, parafraseando a Ulpiano, todos reciban aquello que les corresponde sin distinción de ninguna especie y actúen en su consecuencia.

De esta manera, estarán ayudando a mejorar las instituciones de la república. Ustedes completan hoy una fase de su aprendizaje, y a partir de ahora comenzaran el ejercicio profesional. Algunos la ejercerán libremente, otros en la función publica, en el Poder Judicial, en el Ministerio Público o dedicándose a la docencia, pero cualquiera sea el camino que emprendan, deberán continuar capacitándose. Pues bien, para ellos, esta casa, que es nuestra casa, los estará esperando con su oferta de postgrado y doctorado, además de aquellos con los que seguiremos viéndonos en la sala de profesores. Es por ello que esto no es un adiós a la Facultad, sino sólo un hasta pronto.

Finalmente, me permito recordar aquí lo sostenido por Eduardo Couture, en sus mandamientos del abogado, cuando afirmó “ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia, y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz”.

Estimados colegas, mis mejores deseos y mucha suerte.