Discurso pronunciado por el Dr. Juan Antonio Seda

Acto de colación de grado del día 18 de junio de 2010

Juan Antonio Seda

Juan Antonio Seda

Sr. Vicedecano Dr. Alberto Bueres, Sra. Secretaria Académica, Dra. Silvia Nonna., Sr. Ministro de la Corte Suprema, Dr. Eugenio Zaffaroni, Señores Profesores presentes, Señores Graduados, Señoras y Señores:

Felicitaciones a todos los nuevos abogados, cada uno de nuestros nuevos graduados constituye un motivo de alegría por la tarea cumplida. Al darles la acreditación como abogados, se convierten en representantes de esta institución, que debe rendir cuentas a la sociedad. Queremos seguir siendo la mejor Facultad de Derecho de nuestro país y ustedes deben demostrar y consolidar ese renombre.

Me toca decir unas breves palabras en representación del Programa “Universidad y Discapacidad”, que es un iniciativa creada en el año 2004 en esta Facultad con el objetivo de promover la igualdad de oportunidades educativas para todos los estudiantes, profesores y empleados no docentes de la Universidad de Buenos Aires. Desde aquel momento hemos afrontado diversos desafíos para lograr la accesibilidad y hoy tenemos un motivo de orgullo por la graduación de una joven que desafió una desventaja física de nacimiento.

Durante muchos años las universidades argentinas opacaron la situación de las personas con discapacidad, lo cual significaba que muchos alumnos se sintieran invisibilizados,  menospreciados por su apariencia física, disminuidos ante la mirada de los demás. Eso es discriminar injustamente y no es propio de la universidad, que debe dar igualdad de oportunidades educativas, para que cada uno potencie sus posibilidades.

La Facultad de Derecho, a través de la Dirección de Carrera y Formación Docente, creó hace seis años el Programa Universidad y Discapacidad, con el propósito de enfatizar la decisión de no permitir que ninguna persona con discapacidad sea discriminada. Se crearon instancias de asesoramiento e investigación para prever situaciones y obstáculos, tales como el acceso edilicio que no restrinja a personas con discapacidad motriz, formatos digitales para estudiantes y docentes ciegos, sistemas de tutorías y apoyo para Sordos.

El primer caso que tuvimos fue en el año 2004, precisamente era un estudiante que no podía darse a entender por escrito ni podía hablar, ya que es cuadripléjico. Un excelente estudiante, pero que sentía que en muchas instancias había sufrido discriminación por su apariencia porque algunas personas decían “¿cómo va a ser abogado? ¿Cómo va a ejercer? ¿Cómo va a ir a Tribunales?”. Eran pronósticos devastadores para su esperanza, una injusta anticipación que no se correspondía con su potencial intelectual. A partir de entonces estudiamos y tomamos todas las medidas para impedir que las evaluaciones dejen filtrar de prejuicios o estereotipos sobre la forma física de una persona.

Cada uno de ustedes es un mundo, una gran historia para contar, imposible de relatar todas en estos pocos minutos. Por eso hoy me voy a detener en la historia de Yael que es una de las personas que hoy recibirá su diploma. Ella nació sin brazos y me cuenta que cuando se presenta a entrevistas laborales, varias veces recibió negativas que encubrían una mirada de conmiseración. Actualmente estudia y trabaja como cualquier otra persona y no pide ningún trato especial, fuera de las adecuaciones necesarias y suficientes para realizar su tarea. Ella es un ejemplo para muchos jóvenes con discapacidad, que deben saber que con el mismo esfuerzo y dedicación que los demás estudiantes, tienen su lugar en el aula.

La Universidad de Buenos Aires sigue siendo la más prestigiosa del país y una de las mejores de la región. Una manera de afirmar nuestro prestigio académico es respetar las normas que enseñamos. No podemos hablar de leyes y tratados de derechos humanos, si la propia institución no cumple con esos valores. Por ello, ese es el testimonio que viene a dar hoy la institución: esta Facultad de Derecho mantiene su nivel de exigencia, su compromiso, su excelencia y no le cierra la puerta a nadie por cuestiones de apariencia física. Esa no es la manera de juzgar a un abogado. Por el contrario, se lo debe evaluar por su pensamiento y, sobre todo, por las acciones que desarrolle en su tarea como profesional en la sociedad. Ese es el valor que nuestra institución quiere transmitir hoy.

Muchas gracias.