|   La problemática 
              específica de las comunicaciones no elude, naturalmente, 
              la influencia de la crisis –económica y política– 
              que sufre el país. 
             El hecho de que nuestra perspectiva sea académica 
              –específicamente jurídica– no significa 
              que podamos asumir una posición teórica, soslayando 
              la realidad: el jurista o el legislador que ignore el compromiso 
              con la sociedad concreta, el sector o el mercado que intenta reglamentar, 
              puede elaborar normas técnicamente perfectas, pero sus regulaciones 
              están destinadas al fracaso. 
             La virtud del legislador o la tarea del regulador 
              es justamente tomar en cuenta, reconocer y contribuir a solucionar 
              la confrontación de los intereses en juego. De lo contrario, 
              la norma inspirada en la mera especulación ideológica 
              o que pretenda imponer soluciones voluntaristas, nace condenada. 
             A partir del próximo número convocaremos 
              a economistas, políticos, empresarios y técnicos -nacionales 
              e internacionales- para analizar nuestro sector desde todos los 
              ángulos. 
             
              Por obra de las cuantiosas inversiones de la década del 90, 
              la Argentina tiene una penetración en todos los servicios 
              de telecomunicaciones que se corresponde con una sociedad con ingresos 
              per capita que tripliquen el que gozan los argentinos desde la “desordenada” 
              devaluación duhaldista. Una primera aproximación –no 
              crítica– permitiría afirmar que los sistemas 
              disponibles podrán satisfacer las demandas del mercado por 
              un tiempo razonable. 
             Ello marcaría una diferencia con lo que 
              está ocurriendo en el área energética, las 
              telecomunicaciones cuentan hoy con redes y recursos adecuados para 
              responder a la economía en crecimiento. 
             Debemos remarcar que –en principio– 
              la dinámica que conserva el sector se basa también 
              en decisiones estratégicas de alguno de los operadores resueltos 
              a consolidar sus empresas en la Argentina, como parte de su posicionamiento 
              en América Latina, como es el caso de Telefónica de 
              España y TelMex. Podemos concluir que las inversiones necesarias 
              para el desarrollo de los negocios de CTI, Telefónica de 
              Argentina y sus dos operadoras de telefonía móvil 
              –Unifon y Movicom– están aseguradas. ¿Ocurrirá 
              lo mismo con Telecom Argentina? 
             Podemos pensar entonces que no se avecinan cuellos 
              de botella por la desaceleración de las inversiones producida 
              desde el 2001. 
             Mientras, naturalmente, las decisiones políticas 
              mantengan un margen de racionalidad y no se confunda, ni a la sociedad 
              ni a las empresas, con decisiones contradictorias. 
             Un ejemplo típico de lo que no se debe hacer 
              es refirmar por un lado la voluntad de proteger a los usuarios mediante 
              la congelación de las tarifas y por el otro autorizar impuestos 
              municipales que terminarán presionando los costos y encareciendo 
              el consumo. 
             El tema de las tarifas deberá finalmente 
              analizarse como una consecuencia más de la desprolija salida 
              de la convertibilidad. La discusión planteada en ese sentido 
              entre Kirchner y Duhalde, sobre el tema, no es ociosa. 
             Tal vez un análisis sereno, en el futuro, 
              muestre que la torpeza con que se dispuso –desde el interinato– 
              el abandono de la paridad uno a uno, fue responsable de muchas de 
              las dramáticas dificultades sufridas desde entonces. 
             Pero, en lo substancial, es la caída del 
              poder adquisitivo de los salarios –el mercado– lo que 
              limita la expansión de todos los negocios del area, con excepciones 
              puntuales, como el boom agrario, que amplió la demanda para 
              los prestadores de servicios satelitales. 
             Por otra parte, la postergada sanción de 
              la normativa básica argentina –que en el reportaje 
              que concedió a © COMUNICACIONES el Secretario Moreno 
              ha prometido superar rápidamente– también conspira 
              contra el desarrollo de nuestro sector. Como una contribución 
              a superar el problema ya hemos publicado el anteproyecto del Instituto 
              de Derecho de las Comunicaciones y en este número presentamos 
              –en nuestro “Dossier”– la ley española 
              que tiene la particularidad de recoger las prácticas de los 
              miembros de la Comunidad Europea e ilustra sobre las soluciones 
              adoptadas por ellos. 
             Insistiremos con esa idea de publicar las mejores 
              leyes en nuestra materia, porque entendemos que se incorpora así 
              la experiencia de la legislación comparada al proceso de 
              elaboración de nuestra norma específica. 
             Por último, en ejercicio del criterio pluralista, 
              indispensable puntal de la vida universitaria, reafirmamos la voluntad 
              de mantener abiertas nuestras páginas a todas las opiniones, 
              más allá de que las compartamos o no. © 
            
             
               
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