Discurso pronunciado por el Dr. Alejandro Walter Slokar
Acto de colación de grado del día 20 de noviembre de 2025
Alejandro Walter Slokar
Señora vicedecana, autoridades, colegas, familias.
En primer lugar, gratitud por la enorme distinción que me
han encomendado, con la honrosa misión de despedir a los graduados. En una
ocasión tan significativa cargada de simbolismo. El pabellón nacional, nuestro
himno. Nada menos el día en que se conmemora el centésimo octogésimo
aniversario de la gesta de la Vuelta de Obligado. Epopeya que tuvo protagonista
especialmente a sectores populares, para defender la soberanía frente a la
prepotencia de los intereses económicos y políticos de los imperios
colonialistas, entonces el Reino Unido y Francia. Fue la defensa de una Nación
incipiente y de su población. Antes diría de su dignidad. En línea con la
epopeya emancipadora iniciada en mayo de 1810. Qué bueno siempre recordar
concluyó con la rendición de las potencias para dar lugar a la patria.
Rescato el pasado, para resignificar nuestro presente en
términos soberanos. Soberanía, o sea, sobre todos. Es una construcción jurídica
que transforma la mera fuerza en poder legítimo.
Siempre decimos o se trata de la fuerza del derecho o del
derecho de la fuerza. La actual encrucijada nos coloca frente a un espejo
inevitable. Porque vivimos tiempos de transición paradigmática de dimensiones
profundas.
Por cierto, para nuestro horizonte de autodeterminación como
pueblo y como Nación. Desde la doble valencia de la categoría soberanía en el
plano interno y externo, en síntesis, reciproca y dialéctica. No hay una sin la
otra, pueblo y nación.
Y la grandeza histórica de la epopeya de 1845, nos obliga a
interrogarlos. Si alguna vez fueron capaces de ello, ¿por qué no nosotros en el
presente y en el futuro? Y el futuro del país está acá. Está en esta sala. Y
sus hijos y los hijos de sus hijos, serán tributarios de cuanto a ustedes
realicen en el buen uso del diploma. En función del ejercicio qué concretaron
del derecho a la educación. Y sabemos que la educación como derecho es
emancipación. Luego, también es soberanía.
El derecho a la educación comprendió para todos nosotros el
derecho a la universidad. La universidad pública como derecho de todos. De
todos, no como un privilegio. El conocimiento no como patrimonio de una minoría
de elegidos. Y la enseñanza no fundada en la discriminación del saber. Por eso
nuestra Universidad de Buenos Aires, la universidad pública, es la columna
vertebral de la Argentina democrática. Nos recuerdo el 75 19 Constitucional, la
necesidad de gratuidad, de equidad y de igualdad de oportunidades. Por qué
nuestra universidad pública, gratuita, de calidad, inclusiva, es tributaria del
reformismo yrigoyenista y de la gratuidad peronista. Desde la reforma del ´18
hasta el presente, la ampliación de la universidad, del acceso más amplio,
avanza enfrentando proyectos que reniegan de la ampliación democrática. Y esta
formación universitaria definitivamente se trata de un diferencial argentino
para el mundo y con la región que jamás podemos, ni debemos resignar.
Esto permite apuntar, y me autoriza algunas reflexiones
brevísimas en torno al derecho, o a los derechos humanos. En la Facultad de
Derecho, a veces también podemos decir la Facultad de Derechos Humanos,
parafraseando a Häberle.
Ello así desde la necesidad de repensar el derecho en todos
sus ámbitos propios. Y a concebirlo, fundamentalmente como un servicio hacia
los semejantes. Toda sociedad fraterna, fraternidad siempre olvidada de la
tríada revolucionaria francesa, y desde luego entronizada como categoría
jurídico política en nuestro texto constitucional, requiere una especial
devoción, diría, en el respeto y en el cuidado del otro. Y cuando esto no se da
naturalmente es al Estado al que le compete suscitarla.
Y ustedes a partir de hoy, abrazan una profesión, la del
Derecho. Que constituye una gran herramienta, sino la única, para tender una
mano a los necesitados de esa mano, para convencer a la avaricia tantas veces
presente, del imperativo de justicia social, también vigente por mandato
constitucional del 75 inciso 19.
Claro. Todos computamos el esfuerzo personal por alcanzar su
posición actual. El que les permitió acceder con sacrificios muchos, al diploma
que hoy se llevan. Pero siempre sumado al acompañamiento de la solidaridad de
toda una sociedad. Nunca olvidar que fue y es la contribución de todos los
argentinos y del resto de habitantes de este país generoso, lo que nos ha
facilitado la graduación.
Sin ninguna retórica monitoria de prohombres que se
recuperan tantas veces, solo me permito reafirmar el deber que guardamos todos,
para con nuestros semejantes. Y tengo la certeza que van a saber cumplirlo. Lo
observo en el compromiso que seguramente asumen acompañados de padres abuelos,
hijos, hermanos, cónyuges, parejas. Y así cuando quien alguno de ustedes dentro
de algunos años probablemente tendrá la honrosa ocasión de dirigirse a futuros
colegas, como lo estoy haciendo ahora, alguno quizá presida también esta
ceremonia desde el decanato de esta Facultad, recordará ese mandato fraterno,
desde la confianza que hoy le estamos dando al futuro. Siempre frente a
aquellas tentativas de modelos excluyentes de sociedad, del descarte.
Por fin, finalizo.
No guarden complicidad, indolente frente a ninguna
injusticia. De todas, la defección jurídica es la más dolorosa. Porque es una
infidelidad que pagamos muy caro en términos personales. Desde el compromiso
que asumimos hoy, rodeados de nuestros afectos y a la vista de toda la
comunidad.
Vuelvo al himno. Ved el trono a la noble igualdad. Al gran
pueblo argentino salud. Solo les ruego eso.
Un día como hoy. Qué abracen a los padres, que son la
patria. Que abracen a sus semejantes, que son el pueblo. Y festejen al gran pueblo
argentino, salud.
Gracias.