Discurso pronunciado por el Dr. Daniel Rafecas
Acto de colación de grado del día 26 de septiembre de 2025

Daniel Rafecas
Señora vicedecana, demás autoridades, distinguidos miembros
del cuerpo docente, futuros colegas, señoras y señores.
Me ha tocado hoy el honor de estar ante ustedes en
representación de esta Casa de estudios, que es también mi casa.
Digo que mi casa, porque a pesar de estar cerca de los 60
años, nunca me fui para recibirme de abogado. Igual que hoy, lo hacen ustedes, he
ejercido la docencia desde entonces hasta hoy y me he especializado y doctorado
en mi campo de estudios, que es el derecho penal.
Sé que muchos de ustedes harán lo mismo, ya sea al
consagrarse a la noble vertiente de la docencia, o bien continuando sus
estudios en la diversa y excelente oferta de carreras y cursos de posgrado que
ofrece esta Facultad.
O bien, porque coincidirán conmigo en que en esta Casa de
estudios se respira un ambiente de democracia, de libre circulación de ideas,
de inquietudes académicas y filosóficas, que es muy difícil de hallar en otros
ámbitos institucionales y que, en gran parte le es debido a la autonomía
universitaria, al autogobierno que conformamos profesores, alumnos y graduados.
Más allá de ello, en estos minutos de que dispongo, quisiera
hablarles de su futuro de ahora en más.
Tengan la plena confianza de que han sido preparados para
sortear todos los desafíos que se les plantee en la actividad profesional. Y no
me refiero solo a los desafíos técnicos, como la irrupción de la Inteligencia
Artificial, por ejemplo, que sabrán superar a partir de los conocimientos
teóricos y prácticos obtenidos en el transcurso de la carrera.
Me refiero especialmente a los desafíos éticos. Frente a
estos, nunca se olviden que en esta Casa han tenido ejemplos de sobra, de
honestidad intelectual, de humildad y de decencia, como yo también los he
tenido en su momento.
Nunca olviden a sus maestros, a esos profesores y profesoras
que han dejado una huella en su carrera, como los que están aquí presentes hoy
para entregar diplomas.
Porque en los momentos difíciles, frente a los dilemas que
le va a plantear la profesión, la conciencia de cada uno de ustedes apelará a
ellos que sabrán aconsejarles bien.
Y nunca se olviden que estos ejemplos a los que cada uno de
ustedes habrán de acudir cuando sea preciso, son la prueba viviente de que no
hay que renunciar nunca a los valores y principios que los llevaron a cada uno
de ustedes a elegir la carrera de derecho y que le fueron consolidados en esta Facultad.
Estos valores, estos principios, tienen que ser en su
actividad futura tan irrenunciables e innegociables como lo son las garantías
constitucionales en un estado de derecho.
Nunca dejen de valorar este privilegio de haber alcanzado un título Universitario en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. No olviden que su formación académica ha sido posible merced no solo al esfuerzo presupuestario del Estado Nacional, sino también debido a la dedicación de todos los que fueron sus profesores, sin olvidarme de todos los seres queridos, que con su aliento, su apoyo, su fe en ustedes, los han apuntalado en todos estos años.
Todos esperamos mucho de esta nueva generación de abogadas y
abogados. Su formación ha sido integralmente en democracia y eso da esperanzas
en que a medida que vayan ocupando sus puestos en la actividad privada o en la
Administración Pública, especialmente en la Justicia de a poco, sigamos en el
camino de la consolidación de las instituciones de la República.
Y digo esto porque estoy seguro que, entre ustedes en un
futuro no muy lejano, habrá prestigiosos abogados del fuero, eximios profesores
y juristas destacados, habrá jueces, fiscales y defensores, habrá legisladores
y diplomáticos.
Por eso háganse merecedores de esto, honren el título que
están por recibir, no solo lo tienen que honrar con solidez teórico práctica,
sino especialmente con solvencia moral, con rectitud, con honradez y con
coherencia, entre lo que se dice y lo que se hace. Un principio básico muchas
veces olvidado.
Mis felicitaciones a todas y a todos, nada más.
Muchas gracias.