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Año XVI - Edición 290 07 de septiembre de 2017

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Neutralidad o perfeccionismo

Lo religioso y el espacio público en el debate filosófico político contemporáneo

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El pasado 16 de agosto en el Salón Verde se realizó la jornada “Neutralidad o perfeccionismo. Lo religioso y el espacio público en el debate filosófico político contemporáneo”, organizada en conjunto por el Departamento de Filosofía del Derecho de nuestra Facultad y la Asociación Argentina de Filosofía del Derecho. En esta oportunidad, expusieron Michele Mangini (Universidad de Bari), Carlos Rosenkrantz (UBA) y Marcelo Alegre (UBA). Sus ponencias fueron coordinadas por Mercedes Ales Uria (UBA) y Renato Rabbi-Baldi Cabanillas (UBA). 

Tras una breve introducción por parte de Enrique Zuleta Puceiro (UBA), Renato Rabbi-Baldi Cabanillas presentó a los expositores.

Así, Michele Mangini comenzó diciendo que su modo de confrontar el problema entre neutralidad o perfeccionismo es mediante el debate liberal contemporáneo. Contó que en Italia y otros países europeos se da una situación diferente con la inmigración a la que se da en Argentina. En esta línea, se refirió a la concepción de la razón pública de John Rawls, que es dominante en la teoría política contemporánea y que gira sobre principios de neutralidad y reciprocidad pero estos principios, en algunos casos, pueden determinar soluciones que no son satisfactorias. En este marco, hizo mención del caso famoso acerca del crucifijo, Lautsi v. Italia, que fue discutido y decidido por varios tribunales italianos y, finalmente, por la Corte Europea de Derechos Humanos. “Es un caso que se presta a consideración sobre la disputa entre la neutralidad, como principio elemental del liberalismo, y el perfeccionismo, como una variante del liberalismo”, comentó. Dentro de este marco, contó que se trató de una protesta por parte de Soile Lautsi contra la presencia de crucifijos en la clase de sus hijos en una escuela pública italiana. “Hay varios pronunciamientos de tribunales italianos que fueron favorables a la exclusión del crucifijo, en particular la Corte de Casación”, explicó.

A su turno, Marcelo Alegre se enfocó en el primer capítulo del libro de Michele Mangini, El liberalismo fuerte. Por una ética pública perfeccionista. “Hay afirmaciones con las que estoy de acuerdo, afirmaciones con las que no estoy de acuerdo y dudas. Estas últimas se vinculan con las palabras que expuso el profesor Mangini respecto del problema ventilado en la causa Lautsi sobre los crucifijos en escuelas públicas en Italia”, manifestó.

Luego, explicó que, según su interpretación, el libro plantea “la idea de que el Estado debe tomar como objeto de distribución aquellos bienes que las personas quieren o necesitan, cualesquiera sean los fines que vayan a perseguir en su vida (…). Son valiosos y el Estado debe garantizarlos a todos de acuerdo a ciertos principios distributivos, porque eso no implica tomar partido por una concepción de lo bueno por sobre otra”. En este marco, opinó: “Estoy de acuerdo en que un Estado liberal puede e incluso debe fomentar ciertas virtudes. En eso el texto me ha convencido”, ya que el liberalismo casi sin dudarlo debería rechazar las prácticas de imponer ciertos símbolos religiosos en espacios que son de todo, sobre todo en espacios estatales. Porque el Estado representa a todos, actúa en nuestro nombre y está encargado del rol de proteger nuestra libertad e igualdad.

Finalmente, Carlos Rosenkrantz comenzó diciendo que “a diferencia de lo que pensaba el liberalismo clásico, es inescapable defender una concepción del bien para poder sustentar y justiciar adecuadamente el liberalismo político. Quizás no una concepción del bien no omnicomprensiva, pero sí una concepción del bien. No puede haber una teoría política o social correcta si no es internamente sustentable”. En este sentido, el orador sostuvo que “el liberalismo no es sustentable si se convierte o se concibe como un modo de organizar la sociedad que es incapaz de generar aquellos que son regulados por la sociedad: los hábitos de conducta, las virtudes o las tendencias necesarias para que la sociedad subsista”.

Por otro lado, Rosenkrantz indicó que Mangini describe el problema sosteniendo que “si uno interpreta al liberalismo como una teoría que endosa aquellos arreglos sociales que pueden ser defendidos sobre la base de la razón pública y si, a su vez, concibe la razonabilidad como la ida de reciprocidad, los crucifijos no pueden ser publicados en las escuelas públicas porque en los creyentes no son reciprocados”.

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