La enseñanza de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires
El pasado 25 de septiembre, en la Sala de Audiencias, se realizó la actividad “La enseñanza de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires”. Durante el encuentro, se presentó y comentó el informe elaborado por el Centro de Derechos Humanos, con apoyo de la Universidad de York. Los/as expositores/as fueron Jorge Sáenz y Nancy Cardinaux.
Tras unas palabras de apertura de la vicedecana Silvia Nonna, Nancy Cardinaux destacó el hecho de que la Facultad de Derecho, mediante un cambio en el plan de estudio, incorporara a los Derechos humanos como materia de grado, y además “fue pionera en transversalizar derechos humanos, o sea, tiene un espacio, pero el resto de las materias realmente hoy vemos que tiene, y el informe nos muestra, el lugar que tiene para los estudiantes el aprendizaje de derechos humanos”.
Tras esto, Jorge Sáenz se refirió al estado de la educación en la Universidad de Buenos Aires durante la década del cincuenta y sesenta, mencionando que “en esa universidad del año cincuenta y cinco, hasta el sesenta y seis, hasta la intervención de Onganía, que se dice que es la época de oro de la universidad” pero que “tiene una mancha, que es la exclusión, la exclusión de los profesores que inclusive no los dejaban participar en los concursos porque había posibilidad de impugnación política” señalando además que “esa es la gran ventaja comparativa de la universidad del 83’, que nosotros pudimos formar un cuerpo de profesores sin ningún tipo de limitación ni ideológica, ni política, ni de ninguna naturaleza”.
Continuó sobre este tema explicando que, a pesar de esta posibilidad de formar el cuerpo de profesores sin limitaciones, “lo que sucedía es que nosotros teníamos una cultura académica y una ideología subyacente que condicionaba el funcionamiento de la facultad y la formación de los estudiantes”, siendo esa ideología subyacente “la del positivismo exegético” el cual suponía que “el derecho era algo existente, como un ente, conformado por un conjunto de normas. Ese conjunto de normas estaba con pretensión de racionalidad absoluta, plasmado en los códigos y en los tratados que se escribían sobre los códigos, que lo único que hacían era comentar lo que las normas decían”, sobre esto último hace mención de los autores de las obras, los cuales “accedían a las llamadas cátedras” y que tenían “una única misión, trasladar la información” esto significa “dar clases magistrales, la clase magistral era el vehículo predilecto para esa transmisión de información. El/la estudiante debía acríticamente tomar esto, estudiarlo, en el mejor de los casos, de los tratados o libros que se hubieran escrito, y en el peor de los casos, que era lo normal o lo común, era verlo de las versiones taquigráficas de las clases magistrales de los profesores, que se dictaban algunos en forma de libros, y en otros casos eran meramente apuntes”.
Posteriormente, explicó que “el desafío más importante fue tratar de cambiar esa cultura, cambiar el sistema” esto porque “cambiar un plan de estudios es muy difícil (…) es muy difícil convencer a los profesores que están que su materia se va a suprimir o va a refundirse con otra, o se va a convertir en optativa, porque además como el plan anterior era un plan bien enciclopédico, que tenía que contener la totalidad del derecho existente en el país” pero, explica, a pesar de todo esto, fue posible, esto debido a que “en rigor, existía una cantidad de profesores que estábamos en la línea de que había que cambiar el plan de estudios, con ciertas notas”. En ese sentido, comentó cómo una vez logrado el cambio del plan de estudios, se presenta otra cuestión a tratar, el sistema de enseñanza ya que “cambió el plan de estudios, cambió el sistema de enseñanza”, señalando lo dicho por la comisión reformadora “si no se cambia el sistema de enseñanza, esto es nada más que un cambio de rótulos en las materias”. Asimismo, señaló diversas críticas o cambios radicales que se implementaron a la par, destacando “la manera de confeccionar los programas de cada uno de los cursos por los profesores, estableciendo no solo contenidos sino fundamentalmente los objetivos del curso” y además “cuál iba a ser el sistema o el método de enseñanza, como se iba a desarrollar la materia, con las instrucciones precisas de que no se dieran clases magistrales en lo posible, que eso que las clases magistrales pretendían transmitir los alumnos debían leerlo o estudiarlo de los libros o de algún material”. Sobre esto último también contenía para los/as profesores “cómo tenían que ser las evaluaciones, que las evaluaciones debían hacerse por distinta metodología” siendo esto el motor de creación del “Centro de Desarrollo Docente”.