¡Seguinos!

Año XXIV - Edición 432 13 de noviembre de 2025

Buscar

Symposium "Límites del discurso democrático"

  • Nota de Tapa

El pasado 30 de octubre, en el Salón Azul, tuvo lugar el symposium “Límites del discurso democrático”, una jornada internacional de reflexión y debate sobre los desafíos que enfrentan las democracias contemporáneas frente al negacionismo, los discursos de odio y la libertad de expresión. La actividad contó con la presencia de embajadores de Alemania, Francia y Canadá, países organizadores del encuentro.

Las palabras de apertura estuvieron a cargo de Daniel Obligado, quien se refirió a los tiempos actuales, caracterizados por una creciente polarización social y política, fenómeno que, señaló, convoca a repensar las dos temáticas centrales del simposio: el feminismo y el odio. En su intervención, destacó la necesidad de buscar un equilibrio en el diálogo democrático, con el objetivo de ofrecer a la comunidad académica y a la sociedad en general claras ideas sobre la convivencia y el respeto mutuo. Asimismo, subrayó la importancia del encuentro como espacio de reflexión colectiva y agradeció especialmente la cooperación de las embajadas participantes, a las que calificó como “una prueba de amistad y compromiso con los valores democráticos compartidos”.

Seguidamente, comenzó el panel titulado “Negacionismo: la ley como guardiana de la memoria, un enfoque comparativo”, en el que participaron Gilles J. Guglielmi (Francia), Rainer Huhle (Alemania) y Gisela Marziotta, con la moderación de la profesora Valeria Thus. Los expositores analizaron distintas experiencias normativas europeas y latinoamericanas en torno a la criminalización del negacionismo y la preservación de la memoria histórica como deber de los Estados democráticos.

A continuación, se llevó a cabo el panel “Discursos de odio: ¿hasta dónde se puede hablar libremente?”, con las intervenciones de Richard Moon (Canadá), Marcelo Ferreira y Mariela Belski, bajo la moderación del profesor Daniel Obligado. En este bloque, se debatieron los límites jurídicos y éticos de la libertad de expresión ante la proliferación de mensajes de odio, tanto en los medios tradicionales como en las plataformas digitales, y se reflexionó sobre el rol del derecho y la educación en la prevención de la violencia simbólica.

El cierre de la jornada estuvo a cargo del arquitecto Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, quien ofreció una intervención final, moderada por el profesor Alejandro W. Slokar. Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, compartió una ponencia que invitó a una profunda reflexión sobre los valores humanos y democráticos en la actualidad. Con un tono sereno pero firme, comenzó su intervención citando una frase de Martin Luther King: “Que si mañana se termina el mundo, hoy voy a plantar mi manzana”. A partir de esas palabras, explicó que esa imagen encierra la fuerza de la esperanza y de la resistencia, recordando que incluso en los momentos más oscuros de la historia, el ser humano debe conservar la capacidad de construir, de sembrar y de creer en el porvenir. En esa línea, sostuvo que la esperanza no es una actitud ingenua, sino una forma activa de resistencia frente a la desesperanza y la violencia que atraviesan el presente. En relación con la temática central del encuentro, Pérez Esquivel afirmó que el discurso del odio ocupa hoy un lugar central en las sociedades contemporáneas. Sostuvo que es un fenómeno que atraviesa fronteras, lenguas y culturas, y que afecta de manera directa la calidad del diálogo público y la convivencia democrática. “La palabra no es sólo palabra, sino energía”, y que en ella reside una potencia creadora o destructora: “Con una palabra se puede amar y también se puede destruir”, expresó, estableciendo una comparación entre la palabra y un arma. “Eso es precisamente el discurso del odio: el uso de la palabra para dañar, excluir o anular al otro”.

Luego se refirió al contexto internacional, señalando que atravesamos una crisis profunda de valores, donde el odio se sustenta en la mentira, a la que definió como “la madre de todas las violencias”. Explicó que la mentira se manifiesta de múltiples formas, desde la manipulación mediática hasta la distorsión del pasado, y que por eso la memoria adquiere una relevancia central. “No se trata sólo de quedarse en el pasado, aclaró, sino de mirar el presente para construir un nuevo amanecer. No hay pueblo sin memoria”, reflexionó, destacando que recordar no implica anclarse, sino comprender de dónde venimos para poder proyectar un futuro más justo.

Otro de los ejes de su exposición fue el tiempo y, en particular, su aceleración, un rasgo característico de la vida contemporánea que, según explicó, está estrechamente vinculado al avance tecnológico. Si bien reconoció que las tecnologías han aportado grandes beneficios a la humanidad, también advirtió que nos han vuelto dependientes y, en cierto modo, sometidos. En ese punto citó a Albert Einstein, quien había advertido: “El ser humano será dominado por las tecnologías; las nuevas generaciones serán de idiotas”. Pérez Esquivel recuperó esa idea para señalar que, bajo la apariencia de progreso, se esconden nuevas formas de dominación cultural y cognitiva, que influyen en la manera en que pensamos, nos relacionamos y comprendemos el mundo.

A partir de esta reflexión, ejemplifica con el caso de plataformas como Tik Tok, donde dijo “muchas personas se informan sin profundidad ni pensamiento crítico”. Esa forma de consumo acelerado de información, continuó, genera una pérdida de perspectiva, de análisis y de reflexión, condiciones necesarias para una ciudadanía activa y consciente. “Vivimos, advirtió, en un tiempo donde abundan los datos, pero escasea la sabiduría”, consideró. Por eso, insistió, es necesario rescatar la reflexión, el pensamiento y la memoria como pilares de la libertad y de la convivencia democrática. Su intervención concluyó con un llamado a la responsabilidad colectiva: la de defender la palabra como herramienta de encuentro, no de violencia; como un espacio de creación de sentido y de comunidad, no de exclusión. Sus palabras fueron recibidas con un prolongado aplauso que selló el cierre de una jornada marcada por el compromiso, la lucidez y la búsqueda de un diálogo democrático más humano y consciente.