El uso de la IA Generativa en la didáctica, la investigación y la evaluación universitaria
El pasado 25 de junio, en el Salón Rojo, se llevó a cabo la actividad "El uso de la IA Generativa en la didáctica, la investigación y la evaluación universitaria". Participaron en calidad de expositores: el decano Leando Vergara y Juan Corvalán, director del Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial (IALAB-UBA). El evento se propuso compartir experiencias de casos de uso con distintas herramientas que ofrecen los modelos de lenguaje como GTPs personalizados, GEMS y plataformas como Notebook LM, aplicadas a la didáctica de la enseñanza del derecho, la evaluación y la investigación académica. Se apuntó a generar un espacio para reflexionar cómo integrar estas tecnologías de forma ética, crítica y pedagógica en la práctica docente, para la optimización del proceso educativo.
Leandro Vergara fue el encargado de abrir la discusión con una exposición centrada en los impactos de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito académico. Su intervención se estructuró en torno a tres ejes principales: pedagogía, evaluación e investigación, desde los cuales propuso una serie de reflexiones sobre los cambios que esta tecnología está generando. En primer lugar, abordó la velocidad con la que la inteligencia artificial ha irrumpido en nuestras vidas, haciendo hincapié en que se trata de un fenómeno que no solo apareció de manera repentina, sino que además avanza a un ritmo exponencial. Señaló que mes a mes no sólo se duplica la cantidad de información que puede procesar y almacenar, sino también los usos que se derivan de ella. Este crecimiento, según indicó, tiene un impacto transversal en la manera en la que enseñamos, evaluamos y producimos conocimiento. En relación con la pedagogía, explicó cómo la IA está modificando las formas en que se imparten las clases. Según él, la práctica docente está siendo desafiada por nuevas dinámicas de interacción, nuevas formas de búsqueda y organización del saber, y un entorno digital en constante expansión. El segundo eje fue el de la evaluación, donde propuso una mirada crítica. “Se está fingiendo demencia”, expresó con claridad, en relación a los trabajos prácticos y las entregas escritas donde, según él, el uso de herramientas de IA tiene un peso enorme. Compartió un caso práctico que llevó a los y las asistentes a reflexionar sobre la creciente participación de estos sistemas en la redacción académica. Cuestionó el silencio institucional sobre esta cuestión y la falta de respuestas concretas frente a un fenómeno que está presente en todas las aulas. Por último, se refirió a la investigación, y aquí adoptó una postura más optimista. Describió a la inteligencia artificial como una herramienta extraordinaria en el trabajo investigativo, especialmente cuando se trata de articular fuentes, establecer vínculos y generar nuevas líneas de análisis. Señaló que uno de los mayores aportes de estas tecnologías reside en su capacidad de hacer “dialogar” las fuentes entre sí, permitiendo un salto cualitativo en la forma en que producimos conocimiento académico. “Los resultados son increíbles”, afirmó, al destacar que el cruce automatizado de información puede producir desarrollos teóricos con un nivel de sofisticación difícil de alcanzar por otros medios. Vergara cerró su exposición con un llamado a la comunidad académica. Destacó que es responsabilidad de instituciones como la Facultad de Derecho y de sus integrantes asumir el desafío de seguir explorando estas herramientas, siempre desde una mirada crítica, comprometida y con un enfoque humano.
En tanto, Juan Corvalán ofreció una exposición que se distinguió por su enfoque deliberadamente abierto. Desde el inicio, dejó en claro que su intención no era imponer una postura sobre cómo enseñar, evaluar o investigar en tiempos de transformación tecnológica. Por el contrario, explicó que su objetivo era proporcionar herramientas, información y ejemplos para que los oyentes pudieran construir sus propias posiciones, considerando que lo más valioso del proceso es que ese conocimiento sea un punto de partida y no un punto de llegada. A lo largo de su intervención, Corvalán insistió en la necesidad de evitar posiciones cerradas o definitivas en torno al uso de estas tecnologías. Según explicó, no se trata de defender o rechazar la inteligencia artificial en términos absolutos, sino de entender sus múltiples implicancias y matices. En este sentido, remarcó que su propuesta era invitar al análisis crítico, pero sin sesgar el pensamiento del público, apostando a que cada persona saque sus propias conclusiones a partir de los elementos compartidos. Uno de los ejes más destacados de su exposición fue el problema de la detección de contenidos generados por IA, una cuestión que hoy atraviesa tanto a docentes como a investigadores. Allí, Corvalán fue claro: actualmente no existe un método definitivo para determinar si un texto fue escrito o no por una inteligencia artificial. Si bien señaló que hay ciertos vicios o patrones que pueden hacer sospechar la intervención de estas herramientas como ciertas regularidades estilísticas o estructuras argumentales, aclaró que ninguno de estos indicios es concluyente. “Asegurar con certeza absoluta que un texto fue generado por IA es, hoy por hoy, imposible”, sostuvo. Desde esa premisa, el expositor fue desarrollando ejemplos y casos prácticos tomados de la vida cotidiana universitaria, para mostrar de qué modo la IA comienza a formar parte de las distintas etapas del trabajo académico.