Alberto Bueres: Jurista eminente, hombre ejemplar
Por Leandro Vergara y Carlos Clerc
Alberto Bueres permanece vivo en el recuerdo de quienes compartimos con él el honor de trabajar en nuestra Facultad, donde, además de ejercer la cátedra como Profesor Titular Ordinario de Obligaciones, desempeñó con compromiso y distinción los cargos de Vicedecano y Decano.
Su vínculo con la Universidad de Buenos Aires se remonta a 1953, cuando ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires, graduándose de Bachiller en 1959. En 1960 inició sus estudios en la Facultad de Derecho, obteniendo el título de abogado cinco años después. A una edad temprana accedió al cargo de Profesor Adjunto Ordinario, para luego alcanzar la titularidad ordinaria, y finalmente ser designado Profesor Emérito, consolidando así una carrera académica ejemplar.
La vasta y fecunda producción jurídica del profesor Bueres tuvo sus primeros hitos en dos obras que, por la profundidad de su análisis y la claridad de su exposición, se convirtieron en referencias insoslayables: La entrega de la cosa y La responsabilidad civil de los médicos. A ellas se sumó, entre otras, la trascendente obra Objeto del acto jurídico, que reafirmó su condición de maestro en la disciplina. A casi cuarenta y cinco años de su publicación, aquellos textos inaugurales continúan siendo fuente de consulta indispensable para abogados, magistrados y académicos. Con el transcurso del tiempo, su labor científica se amplió y enriqueció, encontrando una de sus expresiones más acabadas en el Código Civil y Comercial de la Nación Comentado, empresa intelectual que marcó un verdadero hito en la doctrina argentina y que permanecerá como legado perdurable para las generaciones venideras.
En el ámbito judicial, fue juez de Primera Instancia en lo Civil y luego de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Tras su jubilación, fundó su propio estudio jurídico, desde donde continuó aportando su conocimiento y experiencia.
Quienes lo conocimos resaltamos no sólo sus méritos profesionales, sino también su carácter y su calidad humana. Su trato exquisito, acompañado de sencillez y sinceridad, se reflejaba en todas las facetas de su vida. Utilizaba siempre un lenguaje elegante y creativo, y mantenía la mano tendida para ayudar a quien lo necesitara.
Su vida familiar fue su mayor orgullo: junto a su esposa, María del Pilar Graciela Osorio (“Monina”), formó un sólido núcleo con sus cinco hijos -Mariana, Diego, Fernanda, Juan Ignacio y Natalia- y sus nietos, a quienes brindó su amor incondicional, recibiendo de ellos la misma entrega.
Cultivó el estudio permanente: durante más de tres décadas perfeccionó su italiano, sumándolo a un francés impecable y al latín aprendido en su juventud, lo que le otorgaba una versatilidad idiomática que facilitaba toda investigación jurídica. También dedicaba tiempo a la lectura y al fútbol, llegando a conocer con detalle el fútbol español, incluso más que muchos de sus amigos peninsulares. Porteño clásico, amante del tango, fue -según quienes lo recuerdan- un excelente bailarín y recitador de letras tangueras.
Por encima de sus relevantes logros académicos y profesionales, Alberto Jesús Bueres fue un hombre íntegro, de trato distinguido y poseedor de las más altas virtudes humanas. Su partida deja un vacío profundo en la comunidad académica y jurídica y en quienes compartimos su trayectoria, pero su vida, su magisterio y su obra permanecerán como un legado perdurable. Que su enseñanza continúe resonando en las aulas, en los tribunales y en cada acción de quienes se formaron bajo su influencia.