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Año XXIV - Edición 425 10 de julio de 2025

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Las penas son de nosotrxs, las vaquitas son ajenas: una mirada desde Michel Foucault. A 50 años de la publicación de Vigilar y castigar

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El pasado 25 de junio, en el Salón Carlos Nino del Instituto Gioja, tuvo lugar la actividad “Las penas son de nosotrxs, las vaquitas son ajenas: una mirada desde Michel Foucault. A 50 años de la publicación de Vigilar y castigar. La exposición estuvo a cargo de Silvana Vignale (CONICET) y fue moderada por Paula Brückner. La actividad fue organizada por el Departamento de Filosofía del Derecho a través de las comisiones del profesor Pablo Perel (CPC y CPO). Durante la conferencia se abordó cómo la penalidad opera como una forma de gestión de los ilegalismos, y cómo esta dinámica se encuentra en relación con las estructuras de producción. A partir de estas conexiones, se propuso una interpretación económico-moral del castigo, entendida como una guerra de los ricos contra los pobres.

En primer lugar, tomó la palabra Paula Brückner, quien planteó una reflexión inicial en torno a la enseñanza del derecho, destacando el peso que tiene la ideología en la formación jurídica. Remarcó que el derecho siempre se ejerce sobre un interés y que, en ese sentido, es tarea del/de la estudiante y más tarde del/de la profesional, decidir qué intereses se van a defender a lo largo de su práctica.

A continuación, se le dio lugar a la exposición principal de la jornada. Silvana Vignale comenzó con una advertencia respecto a la filosofía, tanto en su lectura como en su escucha. En ese marco, citó al autor Gilles Deleuze, quien sostiene que “para leer filosofía no hay que pretender entender todo lo que se lee”. Según Vignale, esta cita sirve para invitar a frenar si hay conceptos que no se comprenden, y a asumir que es natural no entender todo en una primera lectura o escucha. Propuso, en cambio, permitir que cada noción tenga una resonancia particular para cada quien, y no reducir la experiencia a una sola interpretación cerrada. Retomando a Deleuze, añadió que la lectura filosófica debe recibir un trato similar al de la música, donde no todo se analiza, sino que también se siente.

Luego de esta introducción, se centró en el título de la exposición, marcando su vínculo con el aniversario de la publicación de Vigilar y castigar y también con el aniversario de la muerte de Michel Foucault. Detalló que le interesaba la noción de “pena” en sentido doble: como castigo y como sufrimiento. A partir de allí, mencionó una investigación que dio origen a la actividad, centrada en la fuerza moral del castigo. En ese recorrido, recuperó a autores como Friedrich Nietzsche y Judith Butler, señalando que su principal interés estaba en el entramado entre lo económico, lo jurídico y lo moral. En ese cruce, señaló, no sólo aparece la noción de responsabilidad, sino también el vínculo entre culpa, deuda y pena. En ese sentido, afirmó: “A lo que quería llegar era que el poder punitivo pudiera entenderse desde una genealogía que explique cómo un origen común une al endeudado producto del neoliberalismo y al castigo”.

Esta idea la llevó a desarrollar el concepto de momento punitivo, que definió como un tiempo donde se incrementan las sanciones, muchas veces cada vez más severas, sin que haya una correlación directa con el aumento del crimen o la delincuencia. En este contexto, también hizo referencia a algunas políticas actuales, como la baja en la edad de imputabilidad, el crecimiento de la población carcelaria y la judicialización de la política. Para ilustrar estas ideas, trajo el caso del conflicto en Guernica, donde hubo una ocupación de tierras y amenazas de desalojo violento. Afirmó que los medios mostraron con claridad cómo en esa situación se ponían en tensión varias problemáticas: por un lado, la cuestión de seguridad frente al déficit habitacional, y por otro, el dilema entre la infracción a la ley o la falta de garantías de derechos. Vignale puntualizó que en ese caso se podían observar claramente dos posturas: una que defendía la propiedad privada, y otra que sostenía que no se puede juzgar a los excluidos por sus padecimientos.

En esta última se enfocó especialmente, trayendo a colación al filósofo mendocino Enrique Dussel, quien explica cómo durante la conquista de América se justificaba la violencia hacia los pueblos originarios culpabilizando a las víctimas. También citó a Karl Marx y su concepto de acumulación de capital, y vinculó ambas ideas para afirmar que, en Guernica, se castigó al empobrecido. Con estos presupuestos, continuó con su exposición, destacando que estas formas de castigo no se entienden solamente desde la teoría penalista, sino que requieren también una lectura sobre lo penitenciario.

Para finalizar, hizo énfasis en la necesidad de no confundir lo teórico y lo práctico, y volvió a Foucault para remarcar que es fundamental pensar qué significan hoy las penas, y qué función cumplen en el marco de un orden social profundamente desigual.