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Año XXIV - Edición 429 02 de octubre de 2025

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Falsas denuncias. Un análisis desde la Psicología Jurídica

  • Notas

El pasado 16 de septiembre, en el Aula 217, se llevó a cabo la actividad “Falsas denuncias. Un análisis desde la Psicología Jurídica”, organizada por el Departamento de Ciencias Sociales. La actividad contó con las exposiciones de Cecilia Albamonte, profesora de Pericias Judiciales en la Universidad de Favaloro, y Francisco Ferrer Arroyo, profesor de Psicología Jurídica en la Universidad de Buenos Aires. La actividad contó con la presencia de la subdirectora del Departamento de Ciencias Sociales, Andrea Gastron, y la coordinación estuvo a cargo de Lily Chen, quien presentó a los disertantes y condujo el encuentro.

El primero en intervenir fue Francisco Ferrer Arroyo, quien ofreció unas palabras introductorias acerca de la interdisciplina entre psicología y derecho. Aclaró que su mirada no se restringe ni a la de un/a psicólogo/a ni a una contemplativa del derecho, sino que lo entiende como una herramienta: “Gana quien tiene las pruebas para acusar o para defenderse”. Desde esa perspectiva, explicó que el derecho cumple un papel fundamental en la resolución de conflictos. Para reforzar su idea, recurrió a un ejemplo bíblico: el capítulo 19 del Deuteronomio, donde se regula la acusación y la pena de muerte. Allí, el denunciante debía ser el primero en ejecutar la condena si el acusado era hallado culpable, lo que, según destacó, evidencia un temprano reconocimiento del peso psicológico y social del testimonio, aún en ausencia de una ciencia psicológica desarrollada. Sobre esa base, Ferrer Arroyo introdujo la temática de las falsas denuncias. Señaló que más allá de su carácter de pecado para lo religioso o de dolo para lo jurídico, desde la psicología sus consecuencias son trascendentales y reales. Para ilustrar este punto, realizó un ejercicio didáctico: dibujó un rostro y luego lo tachó, mostrando que, aunque se intente borrar, siempre queda una marca. Con esta metáfora explicó que una acusación falsa genera una huella indeleble en la percepción social. “Cuando alguien queda grabado en la mente como culpable, por más que una sentencia lo absuelve, nunca se logra borrar del todo”, planteó. Esa “etiqueta” produce efectos nocivos en el ámbito familiar y social, llegando incluso a alterar la memoria de un niño que puede convencerse de haber sido víctima de un abuso inexistente. Según el expositor, la falsa denuncia implica tres niveles de impacto: el aprovechamiento en sí mismo, la afectación de las personas directamente involucradas y un problema social más amplio, dado que la sociedad en general no toma plena conciencia de su gravedad. Concluyó subrayando la importancia de recurrir a las ciencias exactas como apoyo en la elaboración de sentencias.

A continuación, expuso Cecilia Albamonte, quien relató su experiencia en el ámbito judicial, particularmente en organismos de niñez, donde debió evaluar situaciones extremas que involucraron tanto a niños como a adolescentes. Su presentación giró en torno al vínculo entre psicología y derecho, destacando el rol del abogado en relación con los peritos y las investigaciones. Respecto de las falsas denuncias, remarcó que se trata de un problema de larga data, con efectos trascendentales en la vida de las personas. También aportó un análisis comparativo entre la labor del psicólogo clínico y la del psicólogo forense, puntualizando en qué medida sus objetivos y enfoques difieren en contextos judiciales. Finalmente, la jornada concluyó con un espacio de conversatorio abierto, donde los asistentes pudieron formular preguntas y compartir reflexiones con los expositores, enriqueciendo el intercambio interdisciplinario sobre un tema de gran actualidad y complejidad.