El misterioso encuentro Kelsen-Kerimov. ¿Preparando la "perestroika" en la teoría del derecho soviética?
En la Sala Margarita Argúas del Instituto Gioja, el pasado 25 de agosto, se llevó a cabo la actividad “El misterioso encuentro Kelsen-Kerimov. ¿Preparando la ‘perestroika’ en la teoría del derecho soviética?”, organizada por el Centro de Estudios Hans Kelsen y el Departamento de Filosofía del Derecho. La apertura estuvo a cargo de Martín D. Farrell, director del Centro de Estudios Hans Kelsen. La exposición principal fue realizada por el profesor Oscar L. Sarlo, egresado de las carreras de Derecho y Ciencias Sociales (1976) y Diplomacia (1978) por la Universidad de la República, y director en varias oportunidades del Instituto de Filosofía y Teoría General del Derecho de la Facultad de Derecho de la misma universidad. Entre sus antecedentes, se destaca que es miembro Correspondiente Internacional del Hans Kelsen-Institut de Viena. La moderación de la actividad estuvo a cargo de Diego Luna, coordinador del Centro de Estudios Hans Kelsen.
Martín D. Farrell comenzó la apertura destacando que esta actividad es la primera del Centro de Investigación Kelsen, y remarcó la presencia del profesor Sarlo, miembro del Centro de Investigación Kelsen en Viena. Comentó el origen del título y cómo surgió el interés por el encuentro entre Kelsen y Kerimov, un enigma que perduró durante años.
A continuación, comenzó la ponencia de Oscar L. Sarlo, quien primero hizo hincapié en el trabajo del centro, comentando cómo allí se estudia el derecho de manera actualizada y profesional. Luego, tras referirse a algunos aspectos formales del centro y a la biografía de Kelsen, presentó una reflexión inicial sobre la disponibilidad actual de la información y el hallazgo del escrito sobre el encuentro Kelsen-Kerimov, explicando cómo se llegó a encontrarlo. Detalló que su investigación comenzó revisando escritos guardados en la Universidad de Berkeley. Después de varios intercambios con los directivos de la universidad, logró encontrar el origen del jurista ruso que se había reunido con Kelsen. Enfatizó que la búsqueda fue muy difícil porque el material de archivo era exclusivamente fotográfico: se trataba de fotos tomadas por el fotógrafo personal de Kelsen, Hannoway. En una de esas fotos, al ampliarla, pudo observar que el ruso le entregaba un libro a Kelsen. Sarlo comparó esta situación con la película de Michelangelo Antonioni, Blow Up. El libro, en alemán, no tenía el nombre del autor, ya que fue editado en Alemania Oriental, donde regían otras normas de publicación. Al investigar el libro y su autor, surgió la identidad del abogado ruso: Kerimov. Una vez identificado el hombre, Sarlo reconstruyó el evento, que tuvo lugar el 20 de mayo de 1963, durante una gira de Kerimov por Estados Unidos.
Según explicó, Kerimov se “coló” en una de las conferencias de Kelsen para conversar con él. Mantuvieron un intercambio en alemán. La temática giró en torno al libro, el normativismo y, además, Kelsen destacó a varios autores rusos que habían escrito sobre teoría del estado y del derecho. Sarlo sostuvo que esto fue un gesto más diplomático que teórico, ya que las ideas de los juristas rusos difieren bastante de las de Kelsen, salvo por el punto común del normativismo. Entre los libros que Kelsen destacó se encontraba uno del propio Kerimov sobre la legalidad en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, que circuló en Estados Unidos porque Kerimov era el hombre de confianza en el campo jurídico de Nikita Serguéyevich Jrushchov.
Desde 1956, Kerimov había trabajado en la normativa del estado de Derecho y en distintas reformas cuyo foco estaba en la legalidad socialista, no en el poder socialista. “La sociedad soviética había alcanzado ya el poder y un estándar de vida; ahora había que transformar eso en garantías estatales y buscar un punto de contacto con lo occidental”, explicó. Luego, Sarlo habló sobre el propio Kerimov, cuyo nombre completo era Dzhangir Kerimov, nacido en 1923 en Azerbaiyán, en ese entonces, parte de la Unión Soviética. Repasó su vida, sus estudios y trabajos, destacando que fue profesor, miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética (desde 1966), académico de pleno derecho en las Academias de Ciencias de Azerbaiyán, Serbia, Finlandia y Montenegro; investigador del Instituto de Estado y Derecho de la Academia de Ciencias de Rusia; y miembro de la Academia de Ciencias Sociales de Rusia.
Este repaso lo llevó a comentar sobre el contexto académico de la época, que contrastaba con la división ideológica marcada por la “cortina de hierro” entre Occidente y la Rusia comunista. A nivel académico, sin embargo, “se firmó un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Soviética que, tras la muerte de Stalin, comenzó a reactivarse en la época de Jrushchov, especialmente entre 1956 y 1964, hasta que con la llegada de Brézhnev sufrió un retroceso”. En este marco se dio la primera visita de Kerimov a Estados Unidos, durante intercambios académicos que buscaban allanar el camino hacia un posible acercamiento económico y la instalación de empresas en la Unión Soviética. Para ello, primero había que comprender el sistema jurídico ruso. Sarlo también se refirió al impacto cultural de la gira de Kerimov y los problemas políticos que surgieron, como en Kansas, donde “se había formado un movimiento estudiantil progresista que la prensa acusó de marxista. A esto se sumaron las acusaciones hacia Kerimov sobre su posible influencia en el movimiento, lo que llevó a la cancelación de la visita del jurista ruso”. Los temas de sus conferencias fueron la libertad, la cibernética y el derecho, defendiendo la coexistencia pacífica científica entre ambos polos ideológicos, bajo la idea de una emulación científica. Este discurso se enmarca en el contexto de las victorias espaciales soviéticas, como el lanzamiento del satélite Sputnik y el vuelo del cosmonauta Yuri Gagarin. Kerimov buscaba llevar el derecho hacia la cibernética aplicada, un campo en el que creía que la Unión Soviética estaba adelantada.
Para finalizar, Sarlo remarcó el contexto histórico de finales de los años cincuenta, cuando tanto Estados Unidos como la Unión Soviética buscaban un acercamiento no ideológico, sino pragmático.