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Año XXIV - Edición 430 16 de octubre de 2025

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Cuestiones complejas en materia probatoria

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En el Salón Azul, el pasado 25 de septiembre, se llevó a cabo la actividad “Cuestiones complejas en materia probatoria”, organizada por el Centro de Graduados/as y la cátedra de Derecho Procesal Civil y Comercial del profesor Jorge A. Rojas. La jornada contó con la exposición de Jorge A. Rojas, Ángela Ledesma, Leonardo Lubel, Romina Soledad Moreno, José María Salgado, Alejandro Verdaguer y Claudia Zalazar.

Primeramente, Ángela Ledesma homenajeo al profesor Enrique Falcón, relatando cómo lo conoció y su trayectoria académica y profesional, así como el impacto que generó en la enseñanza universitaria, sobre esto último señala, en el contexto de una discusión con un colega sobre la modificación de la enseñanza, que “yo haría lo de Falcón, yo trabajaría con la práctica. Porque en realidad, sin la gráfica de Falcón yo no podría haber estudiado derecho procesal y no hubiera rendido nada”. Continuó mencionando la forma de Enrique Falcón de redactar los manuales de la materia y la forma de enseñar, explicando que “Enrique escribió muchísimo, cuando trabajo en el manual, por ejemplo, volviendo a esta práctica de la gráfica procesal incluye también cuadros, pero él siempre tuvo una metodología muy clara, porque no solamente leía todo el material, abocaba absolutamente todo, porque era un gran investigador, (…) entonces terminaba un capítulo del manual y hacia una síntesis de ese capítulo, y cada capítulo siempre tuvo la bibliografía y la síntesis, la síntesis tan rica que podíamos estudiar directamente de ella para las clases”.

Luego, Leonardo Lubel basó su exposición en el tema “la verdad y la prueba”, comenzando por explicar que “suena muy bien la definición que damos cuando explicamos el concepto de prueba, que consiste en la demostración de la verdad de un hecho”, aclarando que “yo quiero darles una visión crítica, o una visión escéptica, que pretendo que sea realista, y entonces digo, en rigor de la verdad, la labor del juez civil en nuestro sistema, en nuestra regulación, con nuestra idiosincrasia, con nuestra cultura, hoy busca confirmar, busca chequear, busca corroborar que las historias, los relatos, las versiones que las partes actora y demandada formulan en la etapa de postulación” y por sobre todo “no tiene la pipa el juez civil, no es un detective, no es un investigador” y que entonces “la verdad material podrá ser una aspiración, podremos tratar a través del proceso de acercarnos a ella, pero (…) el verdadero objetivo operativo en el proceso, para responder a la pregunta ¿para qué sirve la prueba en el proceso civil?, consiste en tratar de lograr el convencimiento subjetivo del órgano jurisdiccional acerca de la concordancia entre nuestros relatos y la realidad”.

Posteriormente, Alejandro Verdaguer expuso sobre “oralidad y prueba”, explicando, y basándose en las enseñanzas de Enrique Falcón, que “con la gráfica procesal nos obligaba a pensar de otra manera, el proceso no es una cadena de actos procedimentales, sino que hay que entender la lógica, entender dónde estamos parados”, ahondando en esta cuestión agrega que “el tema de entender dónde estamos parados, que era un poco el objetivo de la gráfica, yo lo puedo relacionar mucho con la oralidad porque si queremos saber dónde estamos parados en el proceso que mejor que esa audiencia preliminar en la cual el juez, necesariamente, tiene que discutir con las partes de que se trata la cuestión” y también “saber hacia dónde vamos y con qué sentido avanzamos, un juez obviamente, para determinar cuáles son los hechos controvertidos que merecen probarse tiene que tener un marco normativo en la cabeza, sino no hay forma de discernir qué hecho es importante y que hecho no lo es. Después puede empezar a valorar qué pruebas son conducentes”.

A su turno, José María Salgado título su exposición “el conocimiento privado del juez en la edad de la magia”, y explicó que “Enrique, además de concederme el honor de ser su discípulo, no dejaba ningún tema de lado y en uno de sus últimos trabajos publicados escribió que estamos ante una nueva edad, que debía agregarse a la antigua, a la media, a la moderna, a la contemporánea, que era la edad de la magia. Aunque muy veloz, decía Enrique, lo necesario era disfrutarla sanamente, con ética en su utilización, y controlando sus resultados. Auguraba que la teoría general de los sistemas era adecuada para hacerlo pensando en los objetivos, los insumos, el procesador, los resultados, el control y la implementación”.

Luego, Claudia Zalazar basó su exposición en “algunas cuestiones particulares de la carga de la prueba en el caso de colectivos vulnerables”, comenzado por señalar un avance pensado por Enrique Falcón, en el que “la concepción de la flexibilidad en materia probatoria, y el tema de no esa visión rígida y estática de la prueba, sino dinámica casi asemejándose a lo que hoy llamamos la carga dinámica de la prueba, a lo que sumó el principio de colaboración”. Y sobre esto también señala que actualmente “la carga dinámica, o esto que hablamos de la carga probatoria, ¿se aplica siempre? Fíjense que todavía, si vemos los tratados procesales modernos, decimos que la carga de la prueba el juez la usa cuando hay deficiencia en el proceso (…) y creo que la búsqueda de la verdad tiene que ir mucho más allá de estos conceptos, y la oralidad lo garantiza de alguna manera porque le da al juez una amplitud a todo el proceso que vas más allá de este principio dispositivo amplio de las partes y él está como simple espectador, sino que se introduce dentro del proceso, gestiona el proceso, gestiona la prueba, y esto obviamente que lo va a ayudar al momento de poder resolver”.

Por último, Jorge A. Rojas dedicó su exposición a recordar momentos vividos con Enrique Falcón, su vida y su influencia en la vida de quienes lo conocieron.