Discurso pronunciado por la Dra. Sandra Wierzba

Acto de colación de grado del día 14 de agosto de 2015

Sandra Wierzba

Sandra Wierzba

Señora Decana, autoridades, colegas, graduadas y graduados, familias, amigos y amigas, muy buenas tardes. Es un verdadero honor compartir con ustedes este momento seguramente tan feliz y esperado. Hoy nos reunimos para celebrar un logro al que los protagonistas de esta ceremonia no han llegado por azar o por el sólo transcurso del tiempo. Las cualidades académicas alcanzadas por quienes hoy se gradúan debieron tener por antecedente un camino de acciones valiosas que implicaran esfuerzo, estudio, cooperación con pares e intercambio con quienes hoy ocupamos este lugar y somos responsables de la transmisión de un saber tan preciado como el que propone el derecho, lo cual agrega significación a este festejo.

En unos instantes más, los flamantes egresados prestarán juramento o bien prometerán por aquello que consideran más sagrado, orientar su futura práctica al servicio de la sociedad en forma ética y responsable. Ese compromiso público y solemne significará el pasaje a una nueva etapa que los habilitará a ejercer una disciplina extensa sobre la que generalmente recae nada menos que el ejercicio de las funciones esenciales del Estado. A pesar de ello, todavía persiste en el imaginario colectivo la idea de que el rol principal del experto en leyes es la defensa de los derechos en juicio, ello resulta coherente con el hecho que hoy se entreguen títulos de abogados y no de licenciados en derecho como en otras latitudes. Sin embargo en esta ciudad donde, de acuerdo a las estadísticas oficiales relativamente recientes, existe una proporción de un abogado cada treinta y nueve habitantes acorde al censo del 2010 y estadísticas del Colegio Público del 2011, y en un país donde hay más de diez mil graduados en derecho por año de acuerdo al Anuario Estadísticas Universitarias 2012, debemos pensar también en otros roles para los cuales esta Facultad pudo brindarles las herramientas esenciales. Es que además de la formación en el conocimiento clásico y en las herramientas básicas del ejercicio profesional, hace al sentido de la Universidad Pública la gestación del saber necesario para mejorar la vida de la comunidad a la que pertenece.

Es así que en tiempos donde los estudios de grado no suelen ser ya el final de la educación universitaria, bien pueden ustedes pensarse como futuros abogados o jueces, legisladores o funcionarios públicos, pero también como prestadores de servicios sociales, periodistas, empresarios o trabajadores del sector privado, o para otras función que tal vez hoy ni estemos imaginando pero que podrán surgir de esta sociedad global, cambiante y heterogénea. Además, la vida universitaria no concluye sino que les ofrece una formación de posgrado y les reserva un espacio en cualquiera de sus tres pilares: la docencia, la investigación y la extensión.

Y recordando las palabras de Carlos Nino, para quien la función del derecho era evitar o resolver algunos conflictos entre los individuos y proveer ciertos medios para ser posible la cooperación social, acaso el pasaje por esta Facultad sea para muchos una oportunidad de formación en esos valores para luego especializarse en otros saberes específicos.

Esta ceremonia de colación de grados, también resulta particularmente trascendente ya que tiene lugar en un momento histórico, es la primera que se realiza desde la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Luego de casi un siglo y medio de vigencia de dos cuerpos de leyes independientes que supieron regir esencialmente las relaciones privadas entre los habitantes de la nación argentina, hoy asistimos a la renovación de las disposiciones que en definitiva vienen a regular los proyectos de vida de las personas. El código unificado incorpora a la vida cotidiana los principios y garantías de la Constitución como ley fundamental de nuestra Nación y en sus fundamentos se destacan valores como nuestra singularidad cultural, la identidad latinoamericana, la protección a los vulnerables y la no discriminación. Se trata de un cuerpo legal que fue producto de un proceso altamente participativo que implicó cierta diversidad en los enfoques y concepciones pero que corresponde a la idiosincrasia argentina plena de posiciones divergentes en conflicto, propias de un sociedad que si bien no es hoy pacífica, sí es pujante y promotora de ideas que contribuyen a la construcción del saber más allá de nuestras fronteras, y aunque su significación real habrá de verse en el futuro, hoy nos coloca ante la apasionante oportunidad de repensar el derecho en una etapa de prueba, de adaptación, de interpretación de las que ustedes ya serán participes.

Concluye así una etapa importante en sus vidas y apelo a un texto de la escritora argentina, María Teresa Andruetto para homenajearlos. Cuenta ella que en ciertos pueblos lejanos, cuando un narrador llega al final de un cuento pone su palma en el suelo y dice: “Aquí les dejo mi historia para que otro la lleve. Cada final es un comienzo, una historia que nace otra vez, un nuevo libro. Así se abrazan quien habla y quien escucha en un juego que siempre recomienza.” Todo una metáfora de lo que hoy sucede aquí, donde unos y otros dejamos parte de nuestra historia para otros y comenzamos un nuevo camino.

Nuestros mejores deseos y muchas gracias.