Discurso pronunciado por el Dr. Roberto Vernengo

Acto de colación de grado del día 21 de julio de 2006

Sr. Decano, Sres. Profesores, noveles Abogados, Señoras y Señores.

Me voy a dirigir especialmente a los nuevos abogados, porque yo soy abogado y me pregunto si cada uno de ustedes se ha preguntado porque han estudiado Derecho, si tiene alguna idea de que es esto de ser abogado, de ser una persona profesional, con formación académica, que va a actuar en este mundo tan complejo en que se dirimen conflictos sociales, conflictos individuales, luchas entre valores, etc.

Tradicionalmente, la función del abogado había sido claramente definida, el que se recibía de abogado iba a ser magistrado o abogado litigante. Además, se acoplaba una categoría muy importante en el país, porque buena parte de las personas a las que llamamos políticos, tenían también una formación tradicionalmente jurídica. Si nos preguntamos hoy, cuál es la función del abogado, esta pregunta sería una simplificación, indudablemente hay muchas funciones sociales que los abogados pueden desempeñar, y que de hecho desempeñan. Pero hay una que me parece central, y que paulatinamente va adquiriendo cada vez más importancia como tema teórico y como tema práctico, es decir, los abogados son aquellas personas que en una sociedad se especializan en buscar algún tipo de solución a conflictos, de tal manera que esta solución sea la más plausible posible. Es decir, cómo encontramos para un conflicto social cualquiera, individual o colectivo, incluso internacional cómo en este momento, una solución que sea la más racional posible en las circunstancias dadas.

Claro, esto indica que el abogado tendrá que contar con una información muy amplia sobre circunstancias de hecho, sobre situaciones sociales, sobre alternativas posibles en un conflicto. Y además, tener algún criterio de discriminación para saber a qué valores deben responder la solución que él proponga, o en el caso de ser un juez o una autoridad, establezcan.

Esto se ha discutido desde ángulos muy distintos, algunos puramente retóricos. Uno lee la prensa o prende el televisor y ve que todas las personas hablan sobre problemas jurídicos, abren juicio sobre situaciones jurídicas, aún sin tener mayores conocimientos, y sobre todo, para los que tienen formación jurídica con una gran sorpresa, ante un desconocimiento realmente asombroso, de ciertos principios y normas jurídicas que a la humanidad le costó siglos conquistar. Y de pronto, por alguna circunstancia accidental cualquiera, son repudiados o menospreciados.

Por otra parte, la sociedad en general, la que es manejada por los medios, no tiene una noción cabal de cuál es la solución racional para un conflicto, ni tiene porque tenerla. Los grupos sociales, los individuos, se mueven de acuerdo a sus preferencias, sen estas valorativas, políticas y éticas, etc. Pero si nos quedáramos en el terreno del mero conflicto, no se ve muy claramente cual sería la función que debe desempeñar un abogado en la actualidad. En este sentido, hay una circunstancia que me parece auspiciosa respecto de ustedes que se reciben. Ustedes han aspirado a llegar a este tipo de actividad profesional que desplegarán, a través de una formación académica. Esto, de alguna manera supone, que ustedes con respecto al derecho, no solo tienen posiciones políticas y valorativas adoptadas, lo cual es totalmente legítimo y normal, sino que pretenden tener algún conocimiento objetivo del campo en el que ustedes van a desarrollar su actividad. Y esta tradicionalmente ha sido la función académica de una Facultad de Derecho, como ésta de la cual ustedes egresan.
Esto puede plantear problemas a nivel individual, cada uno de ustedes abogado, mañana tendrá que escoger en que campo de actividad prefiere orientarse, que tipo de soluciones a las circunstancias concretar en que actúe va a tratar de buscar, pero lo que supongo que el paso de ustedes por la Universidad ha logrado, es que adopten frente a estas situaciones conflictivas y problemáticas, algún tipo de actitud racional, es decir que permita un consenso y la búsqueda de alguna solución que sea aceptada como buena en un sentido no meramente conflictivo, sino como la mejor solución posible para el caso. Buscar la mejor solución posible para un caso, es si se quiere, lo que tradicionalmente se llamaba hacer justicia.

Claro que la palabra justicia, sobre todo en situaciones muy conflictivas como las que vemos permanentemente, por ejemplo, en los casos penales, no es tan simple. Porque comprender qué es justicia en un caso penal parece que es distinto a hacer justicia en un caso civil pecuniario. Y por cierto, el pensamiento de occidente se ha ocupado durante muchos siglos de buscar algún tipo de definición para esta noción tan noble y que nos inspira a todos, y que es “hacer justicia”.

En lo ateniente a la relación entre hacer justicia y hacer Derecho los juristas piensan que de alguna manera el hacer derecho, el despertar derecho, el mantener el derecho, es una forma de hacer justicia. Pero también los juristas saben muy bien que este es un enunciado relativo. No toda solución legislativa, aceptada de por si es eternamente justa, sino que es una solución contingente a circunstancias políticas.

Para poder adoptar una actitud inteligente frente a estas situaciones, el abogado actual necesita una información objetiva y mucho más amplia de la que pueda disponer un señor que habla por televisión o un discurso que pueda estar dando un político, que son actitudes en otros campos distintos, pero que, en occidente por lo menos, se recurre a la ciencia jurídica, y a los cultores del conocimiento jurídico como una instancia de objetividad para la solución de estos casos.

Por lo tanto, ustedes que se reciben de abogados en este momento, tienen bastantes problemas por delante. Han tenido que superar el problema de cursar una carrera, que los somete a ciertos suplicios especiales como los parciales, exámenes, etc. Pero pasado este transe, ¿que van a hacer ustedes si pretenden ser abogados funcionales a una cierta noción de justicia actual? Esto es complicado y exige que sigan pensando, pero no sigan pensando de acuerdo a una inspiración momentánea, sino que sigan pensando con ciertos criterios objetivos.

Quizás me he metido en algún tema que van más allá de las felicitaciones que obviamente tengo que dar por recibirse. Pero es bueno dar algunas ideas que circulan en el pensamiento teórico y filosófico con respecto al derecho y en otros terrenos enormemente vinculados, los cuales nunca conseguimos separarlos de una manera nítida. Es así que si tenemos un problema jurídico, también tenemos un problema moral, un problema político y muchos otros problemas.

Solo me queda felicitarlos por haber pasado este transe y desearles mucha suerte en el futuro.

Muchas gracias.