Discurso pronunciado por la Dra. Mónica Pinto

Acto de colación de grado del día 12 de noviembre de 2004

Es realmente un placer y un honor poder darles la bienvenida a tantos egresados de grado con sus familias y sus amigos.

Esta es una ceremonia absolutamente importante que muchos de ustedes deben de haber pensado, evocado, no sé si festejado tanto como la última materia, pero en todo caso es una ceremonia largamente esperada. Es que en definitiva esta entrega de títulos de grado, que incluso algunos sacan como trofeo de esta ceremonia es el cierre de un capítulo, de un capítulo importante que en casi todos los casos coincide con una etapa de la vida de extrema juventud; una etapa en la que el estudio es diario, el examen es frecuente, casi constante, las visitas a la Facultad son prácticamente cotidianas y es un período en que uno parece sentirse a prueba todo el tiempo. Pero bueno, el período se cierra, las materias se acaban, el plan de estudios se completa y ustedes llegan aquí a buscar este diploma.

Con el diploma y pasado el festejo, comienza una etapa de evaluación, de evaluación individual y evaluación de cada uno de ustedes en el contexto de esta sociedad. Individualmente se preguntarán cuánto han aprendido, qué calidad tiene lo que aprendieron, cómo lo aprendieron, y les tocará recuperar en eso que la Universidad llama libertad de cátedra, la claridad de la exposición de aquel profesor, la rigurosidad de aquel otro, la documentación de nuestros dichos y los consejos de un tercero de cómo buscar jurisprudencia, las acotaciones sobre cómo se enfocan los distintos escritos, etc. Ese será el momento en que nosotros, los profesores de esta Facultad, que siempre fuimos evaluados por ustedes -aún cuando formalmente esto ocurre desde los últimos tres años- mereceremos algún reconocimiento o algún reproche. Pero en todo caso esa evaluación va a ser, casi con seguridad, una etapa insoslayable de esta nueva senda título en mano.

Luego, tendrán una etapa de evaluación de ustedes en la sociedad y, casi con seguridad, la primera evaluación va a ser: “somos muchos con el mismo diploma”, y eso va a ser rigurosamente cierto. Somos muchos con el mismo diploma para esta sociedad. Eso los va a llevar a buscar algún valor agregado para su diploma. Vendrán a la Facultad en busca de actualizaciones, especializaciones, maestrías, doctorados. Eso hará una diferencia en el mercado de trabajo, junto con otros valores agregados que la Facultad no les da pero que fomenta, como la brillantez intelectual, la capacidad de trabajo y el tesón. Así y todo ustedes van a decir: “el mercado de trabajo no es tan grande para todos nosotros”. Hay áreas nuevas en las cuales el derecho esta haciéndose camino, hay otras áreas en que el diploma de derecho es importante y necesario, y no se tratan de áreas de la práctica tradicional de la abogacía. Pero fundamentalmente lo que haya que pensar en esas circunstancias es qué somos nosotros con este diploma en la mano. Somos los egresados de una Universidad Pública, en la República Argentina en 2004 y esto quiere decir muchas cosas. La primera es que aún cuando para muchos las ideologías del siglo XIX estén superadas, hay que reconocer la sabiduría de aquellos hombres que decidieron la educación pública en todos los niveles en este país con el entendimiento que ésta era un arma, una herramienta para hacer de la Argentina un gran país. La idea de que cada uno de ustedes ha podido llegar a este título de grado de forma gratuita en esta sociedad, es hoy casi un privilegio. Es un privilegio porque la sociedad argentina hoy, a diferencia de aquella que forjó la Universidad de Buenos Aires, es una sociedad que tiene desocupados y que tiene gente que pasa hambre. Ese privilegio que quizá hemos tenido todos, pero que hoy se aquilata a la luz del contexto que nos compromete. Nos comprometió a nosotros quizá, en su momento, pero hoy los compromete a ustedes y no lo hace únicamente de forma solemne y formal como van a prestar compromiso en esta ceremonia -que tengo el honor de presidir- sino que debe comprometerlos personalmente y debe comprometerlos materialmente.

El orden social no es inmutable. Esta sociedad, este país, es lo que somos todos nosotros. Si ustedes tienen el compromiso de luchar por la democracia, de defender las instituciones republicanas y democráticas, tienen también el compromiso de trabajar para que esta sociedad, que en algún momento a través de la educación pudo ser más igualitaria y pudo lograr aquello de “mi hijo el doctor”, vuelva a recuperar para muchos de sus integrantes la libertad y la dignidad que en los últimos tiempos declararon perdida. Cada uno de nosotros hace Argentina. Cada uno de nosotros hace la sociedad en la que vivimos. El dinero es importante y ustedes lo van a hacer, vinieron aquí en busca de un grado profesional. Todos nosotros vivimos porque conseguimos dinero al fin de nuestros meses para mantener nuestro estándar de vida, nuestras familias, nuestras necesidades y caprichos. Pero lo importante es que además realicen alguna obra, algo que fecunde. Algo que permita que esta sociedad -que ustedes eligieron para vivir, y que es la sociedad en que viven nuestros hijos y los que ustedes tendrán- sea una sociedad mejor, en la que los pobres sean menos pobres y vuelva la dignidad; para que los que estamos en la franja del medio seamos cada día más la mayoría y para aquellos que están en los estratos superiores, que todas las sociedades saben tener, tengan en cuenta que deben acomodarse a vivir en una sociedad mucho más justa, mucho más solidaria.

Lo que cada uno de ustedes haga es importante para que esta sociedad sea mejor. Nosotros los argentinos somos una rara avis producto de lo que se llama un crisol de razas. Entonces yo no me voy a parecer al padre de familia romano, que era el modelo que nadie podía superar. Mucho más cerca estoy de la folclórica madre judía que junto con otras han enriquecido el ser argentino. Les digo que yo hago votos en esta ceremonia para que ustedes sean mejores que nosotros en esa tarea de utilizar las armas que la sociedad argentina les ha dado para hacer de este país una sociedad cada día mejor. Disfruten de este día, hagan buen uso de su título.