Discurso pronunciado por el Dr. Miguel Ángel Ciuro Caldani

Acto de colación de grado del día 22 de diciembre de 2005

Buenos días. Señor Decano, demás autoridades presentes, señores profesores, señores graduados, señores familiares y amigos de los graduados, señoras, señores:

Agradezco profundamente el honor de poder dirigir estas palabras, especialmente orientadas a los señores graduados. He elegido insistir en la palabra graduado y no egresado, porque graduado quiere decir estar en un escalón superior, y esto es lo que creo que ustedes han obtenido. Están en un lugar más alto y desde ese lugar más alto se ve y se puede más. Subrayo que no los considero egresados, la Universidad es una institución a la que se ingresa para estar siempre en ella. ¿Qué es lo que ustedes desde este escalón superior que han obtenido en la tan prestigiosa Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires pueden ver? La mayoría tiene por delante la profesión de abogado, algunos la de procurador y el traductorado.

Encuentran un maravilloso escenario por delante, un escenario muy rico.

Es falso que haya demasiados abogados, lo que hay es abogados mal distribuidos en el campo de nuestra actividad. Nuestra profesión de abogado suele no tener buen nombre pero a veces no lo tiene por algo que es uno de los grandes aportes que la abogacía hace a la vida racional de una sociedad. Mi maestro Werner Goldschmidt siempre me enseñaba que la parcialidad de los abogados es imprescindible para construir el arco de la imparcialidad del juez; no puede haber jueces imparciales sin abogados parciales. Y así ya he hecho referencia a otro campo de actividad que es la magistratura y en general la solución de controversias. Otro ámbito es la administración.

También muchos de ustedes tienen la responsabilidad de continuar la tarea docente y de investigación.

Permítanme decirles, además, que todos tenemos la responsabilidad de acentuar la tarea de extensión. En una sociedad que desconfía del derecho, tenemos la responsabilidad de que lo considere como algo entrañable, como algo que se desarrolla desde lo más profundo de su existencia.

También ven un nuevo tiempo, una nueva era signada por la revolución en las comunicaciones y en la información, y para mí sobre todo por las posibilidades genéticas humanas. Entre el mundo que yo vivía cuando tenía la edad de ustedes y el mundo actual, hay el abismo del comienzo de una nueva era. Esa nueva era también requiere nuevos planteos jurídicos, nuevas ramas jurídicas, como el Bioderecho, el Derecho de la Educación, el Derecho de la Salud, el Derecho del Arte. No digo, por ejemplo, el derecho a la educación, digo el Derecho de la Educación. Entiendo que se requieren nuevas disciplinas jurídicas llamadas a enriquecer, no a negar, los planteos tradicionales.
Y para hacer frente a este gran desafío que ustedes encuentran tienen una posibilidad muy grande, que les brinda esta Facultad de una manera muy destacada, que es la educación permanente. La Universidad tradicional fue pensada sólo desde el grado. Hoy la Universidad se piensa también desde el posgrado. En el posgrado encontrarán cursos independientes, programas de actualización, carreras de especialización, maestrías, doctorado y, con el aporte señero de esta Casa, el posdoctorado que estamos terminando de organizar.

En este mundo en el que tantas cosas pueden hacer, también tienen responsabilidades para hacerlas. Permítanme, sugerirles algunas que a mi me parece podrían asumir. La primera responsabilidad es con ustedes mismos, es lograr que lo mucho que tienen en este momento termine de florecer. Tienen responsabilidad, a mí me parece, con sus compañeros y profesores, con los que compartieron ideales y horas que seguramente serán inolvidables. Creo que también tienen responsabilidad con la Facultad de Derecho y la Universidad de Buenos Aires, quiero señalarlo, pagadas con dinero de todo el pueblo de la República, pagadas con dinero de los pobres y de los ricos, de los débiles y de los poderosos. Ellos apostaron a ustedes, y confían en ustedes. Sé que estarán a la altura de esa responsabilidad, de la profunda responsabilidad social de un egresado universitario, sobre todo de una universidad pública. También, no hay que olvidarlo, tienen responsabilidad con los familiares y amigos que los han acompañado, muchas veces con esfuerzo, en estos años de estudios.

Ahora quiero decirles, quiero proponerles, quiero pedirles, que además de toda esta responsabilidad asuman un gran desafío, el desafío que yo les trasmitiría ya a mi edad bastante mayor que la de ustedes, como una enseñanza última. La enseñanza, el pedido de que sean felices, que sean muy felices.

Muchas gracias.