Discurso pronunciado por la Dra. Mary Beloff

Acto de colación de grado del día 2 de junio de 2017

Mary Beloff

Mary Beloff

Señor vicedecano, señora secretaria académica, distinguidos colegas profesores, invitados especiales, queridos egresados, egresadas, queridas familias de los egresados y de las egresadas que imagino que deben estar ciertamente encantados de estar hoy acá, pero también deben estar un poco aliviados porque por fin llego el gran día.

Estamos reunidos para celebrar, esta es una ocasión feliz, en un mundo donde hay tantos motivos para afligirse, dejemos que hoy sea un día de alegría, y tratemos de que esa alegría perdure, a las treinta y siete personas que concluyeron la carrera de abogacía, a las 2 que concluyeron la de procurador, y a la persona que concluyó la carrera de profesorado en Ciencias Jurídicas felicitaciones, han recorrido un largo y arduo camino desde el día en que ingresaron al Ciclo Básico Común, a la abanderada y a los escoltas también felicitaciones porque tomaron una decisión al inicio de sus carreras, además de estudiar abogacía quisieron hacerlo con honores, eso es especial y también merece ser celebrado.

Permítanme hacerles una confesión. He estado parada aquí por diferentes motivos, siempre felices, en muchas ocasiones pero en ninguna de ellas he estado más nerviosa que cuando tengo que pronunciar el discurso a quienes están a punto de convertirse en graduados, por eso no estoy segura de querer agradecer a las autoridades de la Facultad que me hayan encomendado esta tarea, de lo que si estoy convencida, de lo que no tengo dudas, es del honor que representa poder compartir algunas reflexiones, breves, en un día que marcará sus biografías para siempre, eso es un honor del cual nunca me voy a olvidar. Por eso quiero agradecer semejante privilegio al estudiante que me pidió que estuviera aquí y por su intermedio a todos ustedes, desconozco los motivos por los que eligieron estudiar Derecho, probablemente algunos de ustedes sabían, y saben exactamente que quieren hacer con su carrera y con sus vidas, quizás otros no lo sepan ni lo sabrán nunca, el punto es que a esta altura, esas certezas o esas incertidumbres no tienen mayor importancia, en pocos minutos van a completar el ritual que los convertirá en abogadas y en abogados.

A lo largo de sus vidas podrán modificar muchas cosas, quizás tengan trabajos muy diferentes o abandonen relaciones personales insospechadas, pero no van a poder dejar de ser abogados, en alguna ocasión, Nelson Mandela dijo que lo que importa en la vida no es el mero hecho de que hemos vivido, es la diferencia que hemos hecho en la vida de otros, lo que determinará el sentido de las vidas que vivimos, lo que va hacer la diferencia en sus vidas y en el mundo es que salgan a la calle, que hagan cosas, que se muevan, que busquen, que indaguen, que generen y que aprovechen las oportunidades sin traicionar lo que los define, sus valores; no traten de conseguir el trabajo perfecto o de tener la vida perfecta, como dijo alguien alguna vez “lo perfecto es aburrido, y los sueños no son reales”, así que hagan, salgan al mundo y transfórmenlo para que cuando alguna vez estén acá parados como estoy yo ahora, y se dirijan a los futuros graduados, sientan que el recorrido desde hoy y hasta ese día, valió la pena.

Les puedo garantizar que va haber momentos difíciles, van a tener que lidiar a veces con miserias humanas de lo más diversas, eso no les va a parecer justo, pero la vida no es del todo ni siempre justa, no se desanimen, escuchen, aprendan, enseñen, sean mejores abogados, jueces, funcionarios, empresarios, lo que sea que hagan, no porque tienen mejores contactos o porque tienen más poder, sino porque pueden persuadir a los otros con la profundidad de sus ideas, con la claridad de sus argumentos y con la fuerza moral de sus convicciones, una carrera, en rigor, una vida exitosa, una vida feliz, se construye con pasión, con trabajo duro y perseverancia, con talento, con compromiso, con bendiciones de todo tipo, con carácter firme, con oportunidades, pero también con suerte, tienen una obligación hacia los que no han sido tan afortunados como ustedes en la lotería de la vida, ese deber con los más desaventajados, es enorme, los trajo hasta acá; nuestra marca, la de la Universidad de Buenos Aires, es una marca poderosa, les ha dado las herramientas básicas para hacer la diferencia, con su profesión, en la creación de una sociedad más libre y más justa para todos nosotros y para las futuras generaciones.

Por último, les pido un favor antes de que reciban sus merecidos diplomas, honren ese deber, y de ese modo permítannos enorgullecernos así como sus familias lo están hoy con todos sus logros en el futuro como miembros de otra gran familia, la de la Universidad de Buenos Aires, de la que hoy egresan como estudiantes y a la que ingresan como graduados, les deseo que la alegría, la emoción y el entusiasmo que sienten hoy los acompañe en todos sus proyectos profesionales y personales siempre.

Muchas gracias.