Discurso pronunciado por el Dr. Marcelo Haissiner

Acto de colación de grado del día 4 de marzo de 2011

Marcelo Haissiner

Marcelo Haissiner

Señora Decana Doctora Mónica Pinto, Señora Secretaria Académica Doctora Silvia Nonna, demás autoridades de esta Facultad, Señores profesores, graduados de posgrado, grado, familiares, alumnos.

Tengo una vez más el caro privilegio de dar la bienvenida a un grupo de abogados que hoy reciben el titulo que corona tantos años de esfuerzo puestos al servicio de su formación académica. Ello me produce felicidad, aunque importa al mismo tiempo una gran responsabilidad. Felicidad por poder compartir con todos los aquí presentes este logro, pero también responsabilidad por que en este mismo momento ustedes están recibiendo la palabra de un profesor cual si fuera una breve ultima clase minutos antes de estrenar su titulo en la calle, en la vida, en la sociedad que crudamente los espera.

Este premio al esfuerzo no es sin embargo solamente de ustedes, habrán de compartirlo con aquellas personas que hoy sentadas en esta misma sala vinieron no solo a acompañarlos haciendo acto de presencia sino a recibir el suyo propio. Son ellos quienes a lo largo de la carrera los acompañaron en las horas de renuncia, alimentando y reafirmando vuestra convicción, quienes contribuyeron a superar escollos, quienes los contuvieron frente al temor, la orientación en la duda y los consolaron en los tropiezos.

Este premio a padres, esposos y a veces hijos que estuvieron junto a ustedes a lo largo de estos años y que están hoy aquí en el ejercicio de sus propios derechos por que ninguno dudará que cuan importante fue en estos años sentirse acompañados en el camino del esfuerzo por las personas que queriendo lo mejor para ustedes se ordenaron en dirección de una meta que pasó a ser la meta de la familia.

Hoy puedo decirles sin miedo a equivocarme que esto recién empieza. Hace unos años al ingresar se habrán preguntado por que abogacía y seguramente muchos habrán respondido por intuición: para luchar por la justicia. Sabían lo que querían, aunque no sabían como hacerlo. Comienza a partir de ahora la etapa individual que los completará como profesionales y como personas, por que este titulo que hoy reciben no es otra cosa que una herramienta que habrán de poner al servicio de esos más elevados objetivos.

Hoy saben como hacerlo y es hora de empezar a tallar desde cada uno para concretar el ideal de justicia que los trajo individualmente a estas aulas. Ese ideal podrá no ser el mismo que el de los autores que montaron los cimientos del derecho, toda o nuestra propia legislación, por que a problemas nuevos también habrá que dar nuevas respuestas. Es que Argentina como parte del mundo y en permanente transformación se ve obligada de continuo al dictado de normas jurídicas que el hombre medio no domina sino a través de alguno de sus efectos. Y como decía el tratadista Josserand: “El jurista se adapta a su época o la sociedad prescinde del jurista”.

Vuestro ideal podrá no coincidir con el que plasmaron los autores en los arroyos y torrentes de libros leídos a lo largo de la carrera, pero seguramente todos perseguirán desde su propia definición la construcción de un mundo en el que valga la pena vivir y en donde prevalezca la justicia.

Terminaron las cursadas, las noches en vela y los exámenes, y es hora de ir tras la concreción de aquel modelo que se transforma en una manera de vivir y al que serán en adelante protagonistas. La creación de condiciones para este mundo parecido al ideal ya no depende de vuestros mayores, sino de cada uno de ustedes mismos.

El ejercicio de la abogacía los pondrá frente a lo que es, pero quisiera que sea distinto y mejor en el futuro. Será dolor frente a la derrota, placer frente al objetivo alcanzado, será costumbre, será vicio por el que valga la pena dejarse llevar. Como decía Wilde: “El único medio de desembarazarse de una tentación fuera ceder a ella”.

Desde cualquier lugar que escojan sea el ejercicio de la profesión, la carrera judicial o la investigación, atravesados para siempre por el impulso que los trajo hasta acá deberán promover aquel valor de justicia que seguramente declamaron al elegir la carrera.
Quiero también decirles que esa dinámica del mundo en constante transformación los invitará a no abandonar jamás el perfeccionamiento y la constante actualización de las posibles soluciones a través de los estudios de posgrado y de la lectura incesante y sostenida. Pues al saber podemos aproximarnos pero jamás alcanzarlo. Por eso también estas palabras para quienes reciben algún diploma de posgrado. Pues ellos también son un ejemplo a seguir. Eligieron con el mismo sacrificio el camino del estudio constante y del perfeccionamiento sistematizado, ejemplo del aporte con el que es posible también construir una sociedad mejor.

Hasta aquí llegaron acompañados por familiares y profesores, hoy habrán de transponer solo la puerta que los lleve a la practica, pues ya no se trata solamente de repetir modelos ajenos sino de construir el propio, de cada uno con ingredientes morales, limites éticos, que no deberán quebrantar o a caso de donde deberán volver lo antes de tiempo y fortalecidos.

Quiero finalmente desearles energía suficiente para emprender este camino que no será solamente de lucha por la justicia, será también un camino de aporte personal a la edificación de este mundo de recursos mejores distribuidos y de oportunidades para todos con el que algún día soñaron nuestros padres y hoy querrán ustedes dejar para vuestros hijos.

Les doy mis más sinceras felicitaciones en nombre de la comunidad de profesores de esta casa que hoy represento, pero me despido desde otro lugar como orgulloso colega de cada uno de ustedes y espero encontrarlos haciendo el bien en los caminos de la vida.

Muchas gracias.