Discurso pronunciado por el Dr. Lisandro Allende

Acto de colación de grado del día 9 de agosto de 2013

Lisandro Allende

Lisandro Allende

Señora Decana, demás autoridades, señores profesores, señoras, señores, queridos graduados. Es una enorme alegría para un egresado de esta misma casa tener la posibilidad de hablarles y decirles algunas palabras en este día tan importante.

Ante todo felicitaciones, felicitaciones porque lo han logrado, es el día más importante seguramente de sus vidas hasta este momento, todos sentimos esa sensación y la revivimos cuando estamos en estos actos. Es un día de suma alegría, por lo tanto no va haber malas noticias, no va haber ninguna referencia a actualidades grises y tristes, es más bien un día para mirar el futuro y en todo caso hacer algunas reflexiones o compartir con ustedes algunas reflexiones, ni siquiera exhortaciones, les diría que es más que nada una reflexión sentida respecto del momento en que viven.

Después de todo ustedes ya conocen las obligaciones, han terminado de cursar la carrera y de hecho las tradiciones no son sonsas, van a comprometerse aquí ante sus familiares, parejas, amigos. Lo van a hacer ustedes mismos, así que nadie debería sentirse en mejor capacidad para indicarles lo que deben hacer. Ustedes lo van a hacer.

Yo simplemente quería manifestarles el placer de ser docente de esta casa y reconocer el mérito de ustedes de haber hecho la carrera y de haber terminado porque como bien decía Miguel de Unamuno, que algo sabía de enseñanzas universitarias y letras: “Siempre traté de agitar, a veces de influir pero nunca traté de destruir”, y él agregaba: “No vendo pan, vendo la levadura”. Por lo tanto, yo creo que ustedes son el producto, ustedes son el pan de este producto de la docencia.

Y en unos minutos más cuando ustedes caminen por acá y lleguen al escenario, y el diploma ese con el nombre de ustedes toque sus manos, como en los cuentos que nos leían cuando éramos chicos, mágicamente se convierten en abogados. Es casi como esa varita mágica que los transforma y empezarán una vida distinta, y podrán ser lo que sean, abogados, litigantes, consultores, estudiosos, dejarán de ser graduados, pasarán a ser abogados.

Presidentes pueden ser de cualquier facultad, legisladores también, pero jueces solamente de acá, de esta facultad y de alguna otra facultad de derecho. Pero ustedes tienen una gran oportunidad, creo que con estos 30 años de democracia que se cumplen en este año que ustedes devienen en abogados hemos tenido muchas alegrías, muchos sinsabores. Pero últimamente nadie puede negar que hemos vivido casi como un trabajo práctico intensivo del balance de los poderes de una república.

Casualmente el Poder Judicial ha jugado un rol preponderante en toda esta situación coyuntural que nos ha tocado atravesar. Creo que eso llama a la reflexión a todos nosotros que somos gente de derecho, que nos gusta el derecho y espero que eso termine por enamorarlos. Uno a esta altura de la carrera, finalizando la carrera, siente cosas por el derecho, pero seguramente el ejercicio, la práctica de la profesión los va a terminar de enamorar, esa era una de las reflexiones que quería hacer. Es una reflexión más para el intelecto, la otra que quería hacer es más, si me disculpan la cursilería, para el corazón de los egresados y es una poesía que habla de un momento muy interesante de la vida de todos nosotros, el privilegio que constituye ser un estudiante, es un soneto, un soneto antiguo, por ahí alguno lo conoce y dice:

"Siempre sueño que estoy por dar examen
y se va a descubrir mi insuficiencia,
que acosado a preguntas sin clemencia,
no sabré contestar cuando me llamen.
Sufro como artista en su certamen,
como un preso que espera su sentencia,
como todos durante su existencia,
pendientes de una prueba o de un dictamen.
Quizás sienta al soñar que está en mí mismo
la sombra de la noche circundante
y tiemblo como la luz frente al abismo.
Luego, cuando despierto cada día,
descubro que sigo siendo estudiante
y debo dar examen ... todavía".

Esto lo escribió Pedro Miguel Obligado cuando ya tenía ochenta y pico de años. Entonces mi voto, no es una exhortación, insisto, y mi invitación es que no dejen de ser estudiantes, pueden dejar de ser graduados pero nunca dejen de ser estudiantes, no pierdan esa frescura. Ojalá que así sea.

Muchas gracias.