Discurso pronunciado por el Dr. Juan Octavio Gauna

Acto de colación de grado del día 20 de noviembre de 2009

Señor Decano Dr. Atilio Aníbal Alterini, señor Vicedecano Tulio Ortiz, y demás autoridades de la Casa, colegas profesores, no sé si decirles estudiantes o graduados, estudiantes, inminentes colegas que son todos ustedes, señoras, señores:

Hoy como otros viernes esta casa hace un alto en su caminar cotidiano, para reunirnos con un conjunto de mujeres y hombres, los inminentes colegas, que han de prestar el juramento compromiso, con lo que han culminado su estudio de grado, y recibirán por ende sus respectivos diplomas.

Por cierto como decía el decano recién, es un acto solemne, pero también es un acto que está lleno de alegrías para ustedes los graduados que se han sacrificado y esforzado, para alcanzar el objetivo de su título profesional, en el que seguramente los han acompañado sus familias que también se esforzaron para que ustedes logren su cometido y está bien que ellos también hoy reciban esta alegría.

Y no sólo es una alegría de ustedes y sus familias sino también para las autoridades de esta casa, para su cuerpo docente y administrativo que hoy comparten con ustedes este final, esta culminación de esos esfuerzos y sacrificios, que están llenos también de alegrías, a veces de tristezas, pero que siempre han consolidado esa voluntad de llegar hasta el final.

La alegría entonces es de ustedes y de nosotros, porque todos formamos un cuerpo articulado, que disfruta de una universidad como la de Buenos Aires, prestigiosa y prestigiada, donde se ha gozado de la posibilidad de la enseñanza gratuita, donde se ha asegurado una libertad académica y donde en común nos hemos incorporado al derecho de la humanidad a proseguir en alguna parte con la búsqueda de la verdad sin coacción. Es el derecho de la Universidad y de la Humanidad.

Hemos tenido la responsabilidad de prepararlos a tomar parte de manera consciente en la aventura técnica, cultural, científica y espiritual que late en estos tiempos en la sociedad que integramos.

He mencionado al pasar la libertad académica o de cátedra como se la conoce o denomina, pero quiero poner un énfasis especial en esto que es una conquista de la reforma universitaria de una importancia central. La actividad, o libertad académica o de cátedra se define positivamente por el respeto con relación al saber. Esa libertad de expresión de los profesores en el ejercicio de su enseñanza, enriquece el saber, abre nuestras mentes, posibilita la contradicción y afianza la libertad de los estudiantes para asumir una u otra postura doctrinaria.

La facultad hoy abre sus brazos para que vuelen al destino que eligieron. Pero sepan que esta facultad mantiene los brazos abiertos para que retornen. Para cuando quieran llegar a su doctorado, para cuando quieran lograr una especialización en las distintas ramas de nuestro saber jurídico, cuando necesiten actualizarse y poder concurrir a los innumerables congresos como las jornadas y reuniones académicas que aquí se realizan yo diría todos los días. Es una manera de actualizarnos en nuestro saber porque siempre habrá que estar estudiando frente a las nuevas tendencias que la evolución del derecho asume permanentemente.

Estamos persuadidos de haberles dado las herramientas necesarias para que puedan desenvolverse en el ejercicio de la profesión, en la investigación, en la docencia y en la judicatura. Y seguiremos brindándoles nuevas herramientas en la medida que ustedes lo quieran. Esta facultad seguirá abierta para ustedes.

Uno piensa que después del esfuerzo no hay que retornar, por lo menos hay que tomarse un año sabático digamos. Pero el propio ejercicio de la profesión los va a llevar a retornar y aquí estaremos todos para recibirlos nuevamente con los brazos abiertos.
Ejerzan con la mirada no puesta en el litigio ni en el conflicto. Busquen la posibilidad de resolverlos sin necesidad de llegar al pleito. Busquen componer, arbitrar, mediar, para superar el conflicto. Hace mucho tiempo que nos dedicamos a destruir, es buen tiempo que nos dediquemos a construir.

Defiendan a su cliente con las máximas herramientas que tengan, pero también ayuden al juez para que sepa hacer justicia con su sentencia. Sean celosos de su libertad y no abdiquen nunca de sus derechos. Entre las vicisitudes por las que atraviesa la sociedad, nuestra sociedad, nuestra patria con problemas serios y complejos, comprometámonos para bregar por la eliminación de la pobreza, por la eliminación de la marginación y de la exclusión social, de la mortalidad infantil y de la desnutrición infantil.

Y quiero hacer énfasis en esto, en este último aspecto. Hace poco me he enterado de investigaciones médicas que han concretado, que han puesto en evidencia, que el ser humano configura su cerebro entre los cuatro y los dieciocho meses. Si por falta de alimentación o mala calidad de alimentación no logra en ese plazo configurar su cerebro, no hay retorno. No es posible recuperarlo. Lo que significa que ese chico tendrá una malformación de cerebro, o lo que es peor no tendrá cerebro. Y por ende no podrá usufructuar de la educación, no podrá tener un trabajo, ni siquiera aquellos más desalentadores. Y un ser humano sin educación y sin trabajo carece de libertad y no puede desarrollar una vida digna.

Esto me parece que es un crimen real que estamos soportando los argentinos y que tenemos que comprometernos férreamente a tratar de erradicar. Está en juego la vida de esos niños, están en juego los futuros compatriotas nuestros para construir una nación mejor.
Defiendan con pasión la democracia y la república. En una sociedad crispada, enfrentada, con una violencia inusitada, levantemos nuestra voz en defensa de la Constitución y de la ley. Sin el cumplimiento de ellas, de la Constitución y de la ley, nos vamos hundiendo en la anomia y en la anarquía. Si no hay paz social, si no se comprende que el derecho de uno termina donde comienza el derecho del otro, las acechanzas más aciagas, han de repercutir negativamente en la vida de la sociedad.

Estoy convencido que eso no ha de ocurrir. Por qué?, porque hemos tomado conciencia de lo que nos ha ocurrido durante mucho tiempo y las nuevas generaciones que ustedes lo son, porque son los futuros dirigentes de esta nación, también están convencidos de que el cumplimiento de la Constitución y de la ley, es el camino, el mejor camino, porque la Argentina no se merece ni su pueblo otro destino distinto.

Quiero terminar, antes que salga algún bebé a pedir que cesen las palabras, con unas estrofas de una poeta contemporánea, llamado poeta popular que dice así. “merecer la vida no es callar ni consentir tantas injusticias repetidas. Hay tanta pequeña vanidad en nuestra tonta humanidad enceguecida. Merecer la vida es erguirse vertical más allá del mal y las caídas. Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir, porque no es lo mismo vivir que honrar la vida".

Honrémosla, gracias.