Discurso pronunciado por el Dr. Juan Octavio Gauna

Acto de colación de grado del día 13 de abril de 2007

Muy buenos días a todos, cuando el día miércoles se me avisó que hiciera uso de la palabra en este acto, me puse a borronear unas hojas que terminaron siendo cinco. Después de leerlas, consideré que era un discurso muy académico y también que era extenso.

Entonces recordé que se me pidió que hablara poco porque sino los noveles colegas van aumentando su nerviosismo porque lo que quieren es recibir su diploma.

Pero también vino a mi memoria que en otro acto hace unos años donde también tuve la distinción de hablar, después de un largo rato porque era un discurso más bien académico el que estaba realizando, dos o tres bebés que estaban en el público, con esa infinita sabiduría que da la juventud, lanzaron dos o tres berridos al aire con lo que notificaban o me dieron traslado de que debía cesar en el uso de la palabra. Como no quiero que esto ocurra nuevamente, comencé a repensar que no debería leer este discurso que había pergeñado y debía improvisar. Y un tercer argumento que me decidió, si bien este es un acto solemne de entrega de diplomas, es una fiesta. Es un acto de alegría, de alegría de ustedes que han culminado un esfuerzo, el logro del objetivo: el título universitario. Alegría para la Facultad, para sus autoridades, su cuerpo docente, no docente que entrega al cuerpo argentino un conjunto de mujeres y hombres que con idoneidad, que es lo que se les ha tratado de brindar, van a defender la libertad, la propiedad y el honor de los argentinos y de los habitantes de la nación argentina. O sea que es una doble alegría la que estamos celebrando en este momento, en este instante.

Por cierto, que esto viene bien para recordar que la educación que ustedes han logrado, el saber, que no es como dice el refrán que “no ocupa espacio”, ocupa espacio, ocupa tiempo, casi una cuarta parte de nuestra vida está en incorporar el saber. Pero la educación debió, debe y deberá ser una política de Estado permanente porque es a través de la educación que se logra la identidad cultural, la integración social, el comportamiento democrático, el desarrollo económico y esto es un derecho entonces, el derecho a la educación, un derecho humano, un derecho social, esencial. Ustedes lo han logrado. El conjunto del pueblo ha permitido esta universidad libre y gratuita que ustedes han aprovechado. Y ahora viene otra etapa. Terminó la estudiantina, esa etapa alegre con, a veces, momentos de angustia.

Están en una mesa que pregunta con minuciosidad la polémica entre Savigny e Ihering. Cuando uno está ahí esperando dar examen le corre un escalofrío en todo el cuerpo porque no recuerda lo que dijo Savigny y mucho menos cual era el disenso que planteaba Ihering. Pero todo esto va a quedar en el recuerdo de ustedes, esa estudiantina donde lograron compañeras y compañeros, amigos en definitiva que sirvieron para tener estas alegrías y tener la solidaridad en los desencuentros con esas alegrías. Ustedes van a la profesión. La profesión puede ser el ejercicio propio de la profesión, ser docente, ser miembro de la judicatura, vaya a saber cuál será el azar del destino por el cual ustedes tratarán de encauzar esta profesión. Lo cierto es que ustedes deberán ejercerla con ahínco, con templanza, fundamentalmente mantener la frescura que hoy tienen para enfrentarse a los conflictos que les lleven y no empecinarse tozudamente en ir al pleito, al litigio sino que a través de esa frescura, de esa imaginación, tratar de componer el conflicto evitando justamente el litigio. Ésta debe ser una meta que ustedes deben proponerse.

Nosotros hemos tratado de brindar todo lo que es posible brindar de un docente. Y hoy los que estamos acá vamos a entregar un diploma que es tal vez el acto de mayor regocijo para un profesor. Que un alumno después de los años se acuerde cuando culmina su carrera y lo llame para que le entregue el título. Es un honor, un privilegio que tenemos los que estamos aquí hoy. Entonces, yo les deseo en nombre del Decano, de las autoridades de la Casa, del cuerpo docente y no docente, el mejor de los éxitos en el ejercicio de vuestra profesión. Los despedimos con un abrazo fraterno. Es decir, los estrechamos en un abrazo.

Pero también sepan que los esperamos con los brazos abiertos si tienen que volver, si tienen que especializarse, si tienen en definitiva que ahondar en algún conocimiento porque las sociedades complejas contemporáneas nos enfrentan a nuevos desafíos y hay que seguir aprendiendo para poder enfrentar esos desafíos y resolver los enigmas que nos podrán plantear. Ustedes tienen que defender a su cliente, desde ya, esto lo harán con toda la sabiduría que han adquirido, con todo el esfuerzo que le pondrán al problema. Pero también, como hombres de derecho, tienen que estar comprometidos, como lo van a hacer ahora al jurar o prometer, cumplir con la Constitución Nacional y las leyes, eso significa que hay que defender las instituciones de la República, defenderlas con ardor porque es a través de esas instituciones consolidadas que las naciones desarrolladas han podido cumplir con sus objetivos.

Nosotros tenemos varias asignaturas pendientes, pero hay dos que debemos erradicar cuando antes que es la exclusión social y la pobreza en la Argentina. Entonces el compromiso con las instituciones republicanas que permita el desarrollo de la libertad de pensar, de opinar y de expresarse es también un cometido que ustedes deberán defender todos y cada uno de los días que transcurran hacia delante.

Vuelvo a insistir, les deseo el mejor de los éxitos y, fundamentalmente, que sean buenas personas. Gracias.