Discurso pronunciado por el Dr. Gabriel Rolleri

Acto de colación de grado del día 4 de octubre de 2013

Gabriel Rolleri

Gabriel Rolleri

Sr. Vice Decano, Sra. Secretaria Académica, autoridades de la Casa, profesores, familiares, amigos y en especial, flamantes graduados y graduadas, que dentro de unos minutos van a recibir el título que tanto han esperado.

Qué lindo es volver a verlos en nuestra querida facultad. Los felicito por haber cumplido exitosamente esta etapa tan importante para sus vidas y que de alguna manera, los profesores que aquí estamos y los que no han podido venir, hemos acompañado a lo largo de estos años.

No pueden imaginarse las encontradas emociones que me provoca estar en este lugar.
La cadena de la vida torna inevitable mi recuerdo cuando algunos años atrás, me encontraba sentado en el mismo lugar que hoy lo están uds., esperando ansiosamente mi diploma.

Hoy me encuentro compartiendo el claustro docente con muchos de los que han sido mis maestros y formadores, y en esa sucesión de roles, también hoy me toca, a su vez, entregar el diploma a dos ex alumnas y docentes de la cátedra que integro y que serán quienes el día de mañana tomen la posta educativa.

Detrás de ese diploma que expresa el logro conseguido, hay un enorme esfuerzo realizado, no solo por uds., sino por su familia y sus afectos, quienes los han acompañado y apoyado en todo este intenso camino, hecho que se comprueba simplemente con solo mirar alrededor de este imponente salón, donde observaremos la cantidad de seres querido que se han acercado a compartir con cada uno de uds., este importante momento.

Pero también en ese trayecto han transcurrido largos viajes en trenes, colectivos y combis, frías mañanas, interminables noches, litros de café, termos de mate, la parlante y la silenciosa, gente que ya no está, coloridos resaltadores, toneladas de fotocopias, muchos amigos y amigas, su camada, su grupo de pertenencia, algunas desilusiones y muchas alegrías, flaquezas y fortalezas, curiosos descubrimientos, compañeros que quedaron en el camino, amores perdidos, sacrificios económicos.

Pero como toda etapa que culmina, también tuvo su inicio. Los invito un instante a cerrar los ojos y rememorar aquel día que entraron por primera vez a este majestuoso edificio. Lo recuerdan? Sin dudas es inolvidable, como lo será el día de hoy.

En aquellos tiempos aprendieron que las astreintes no son una cadena de islas del mediterráneo, la colación no es solo un alfajor a la tarde, que el abigeato sea un ave de rapiña, que Marbury vs Madison no disputaban, precisamente, una final del abierto británico y que la usucapión se alejaba mucho de ser un tipo de alacrán.

Sin embargo este no pretende ser un discurso de despedida, al contrario, de mis sinceras palabras no se desprende que hayan terminado de estudiar, porque este momento es simplemente la culminación de una etapa.

El mundo del Derecho es muy cambiante, dinámico, vigoroso, ágil como pocos, que raudamente transcurre a velocidades impensadas. Ello significa que para hacer un adecuado desempeño profesional, será indispensable, actualizarse de manera permanente y, si es posible, especializarse en alguna de las variadas áreas mediante el estudio de un posgrado a través de programas de actualización, especialización o maestrías.

La Facultad de Derecho es un importante motor de cambios sociales, acá se forman los que nos gobiernan; los que dictan las leyes que regulan nuestras conductas, que marcan nuestras obligaciones, que reconocen nuestros derechos; y todos aquellos encargados de interpretarlas e implementarlas. Así, abogados, notarios, procuradores, jueces, traductores, calígrafos, legisladores, funcionarios públicos, han transitado las aulas de este preciado lugar.

Este título que recibirán en breves minutos, genera un privilegio, pero también una responsabilidad adicional. Están ustedes obteniendo hoy un diploma de grado, fruto de los estudios que realizaron en la universidad pública Argentina. Una Universidad gratuita, participativa, plural, abierta a la sociedad y a sus reclamos, que alberga todas las edades, religiones, credos, nacionalidades, diversidades políticas y estratos sociales, donde cada integrante, alumnos, profesores, personal no docente y autoridades podemos expresarnos con plena libertad de opinión.

Queridos alumnos, Uds. egresan de la mejor Universidad del país y una de las más prestigiosas del mundo. Nada menos que 15 presidentes constitucionales han egresado de esta Facultad de Derecho, acontecimiento único en el mundo, respecto de las grandes casas de estudio

Esa misma Universidad es pública y gratuita pero por sobretodas las cosas, democrática y ese es el pedido que hacemos desde aquí sus profesores, el compromiso que deben mantener con las instituciones republicanas y democráticas, su promesa de respetar el debate y la pluralidad de ideas, dos componentes que sostenemos inclaudicablemente y que son tan difíciles de encontrar en los tiempos que vivimos.

Y no es menor ese pedido, Uds. Querido graduados, tienen la ventaja de recibir su título en una vida democrática, que en poco tiempo cumplirá 30 años ininterrumpidos y que la consagra, indubitablemente, como la mejor forma de vida para este país.

83 años atrás, un graduado como Uds., rechazó su diploma de honor por negarse a recibirlo de manos del entonces Presidente de facto Jose Félix Uriburu, que días antes había derrocado al Presidente Hipólito Irigoyen, también otro ex graduado de esta Facultad. “No concurro a retirar el diploma de honor legítimamente conquistado y que por imperativo de mi deber, hoy dejo en manos de autoridades ilegítimas”, manifestó, quien años después sería Presidente de la Nación, Don Arturo Frondizi.

Y en ese sublime gesto pueden resumirse los ideales de los jóvenes entusiastas, no de edad sino de espíritu, pues todo ideal representa un nuevo estado de equilibrio entre el pasado y el porvenir.

El magistral José Ingenieros, comenzaba su extraordinaria obra “El hombre mediocre” diciendo: Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal exceltitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti, el resorte misterioso de un Ideal.

Toda juventud es inquieta, el impulso hacia lo mejor solo puede esperarse de ella: jamás de los enmohecidos y de los seniles. Y solo es juventud, la sana e iluminada, la que mira al frente y no a la espalda.

Es por ello que uds., queridos graduados, son aquellos que mantendrán encendida la llama de ese ideal y en quien depositamos todas nuestras esperanzas.

Hago votos para que el diploma que se llevan hoy de aquí sea un instrumento que les permita dignificar su vida y la de sus hijos, les agradezco muchísimo la atención prestada, los felicito de todo corazón, y solo les digo un hasta pronto.

Muchas gracias.