Discurso pronunciado por el Dr. Diego Hernán Zentner

Acto de colación de grado del día 27 de abril de 2012

Diego Hernán Zentner

Diego Hernán Zentner

Sr. Vicedecano, autoridades, profesores, colegas, egresados, queridos alumnos, invitados.

En primer lugar agradezco la cálida invitación de la Señora Decana, que me ha distinguido con el privilegio y con el honor de ser quien pronuncie unas palabras alusivas a esta nueva colación de grados.

Para todos, quienes hemos sido sus profesores, es una enorme satisfacción y un gran placer encontrarlos hoy en este lugar, al final de un camino, del camino que se corona con la obtención del diploma. Que ustedes estén aquí es un mérito de toda la comunidad académica, desde ya, el mérito de ustedes como alumnos y ciertamente, el de los docentes y el de todo el personal que trabaja en esta facultad. Intentaré no aburrirlos hablando de la misión del abogado en la sociedad y como colaborador en la administración de justicia. No porque no sea ésta una cuestión trascendente que la es, sino simplemente porque no creo que sea esta la oportunidad, tan sólo recordarles que nuestra profesión cumple una función primordial para la paz social. De allí, la responsabilidad social que llevan consigo los profesionales del Derecho. En el caso de ustedes esta responsabilidad se magnifica por haber egresado de una Universidad pública y más todavía, por ser graduados de esta Casa. Significa, nada menos, que la sociedad apostó por ustedes. Por eso llevar en sus manos el diploma de esta Facultad abierta, pluralista y gratuita debe hacerles redoblar el compromiso con el sistema democrático y el Estado de Derecho, el compromiso irrenunciable con la tolerancia y el diálogo civilizado.

En una serie televisiva, de las tantas que proliferan sobre el mundo de la abogacía y de la justicia, el acusado en un proceso penal le reclamaba a su abogado que debía animarse a hacer cualquier cosa para salvarlo de la condena, a jugarse la vida por él, sin reparar tanto en los límites que fijaban las normas, a lo que el abogado respondió que lo único que estaba dispuesto a hacer era defenderlo con sus mejores armas, pero que se quedará tranquilo, pues de este modo, estaba dando su vida; no por él, sino por el sistema.

Por lo demás es el momento de asumir que el prestigio de la profesión que han decidido abrazar depende de ustedes, ejercerla con profundo sentido ético y siempre atentos a la realidad social en cualquier de las incumbencias y roles a los que habita el ejercicio profesional: el ejercicio liberal, la magistratura, la labor legislativa, la función pública, tanto como la docencia y la investigación, lo mismo para los traductores, calígrafos y procuradores que hoy reciben su título.

Recuerden también que aun si las circunstancias eventualmente nos alejaran del ejercicio profesional, parafraseando una célebre expresión literaria: lo esencial permanecerá invisible a los ojos y nunca se alterara. Y es que seguiremos siendo parte de la cultura jurídica. Seguiremos siendo mujeres y hombres del Derecho, obligados a la reflexión critica, a pensar en clave de Derecho, a no ser presa fácil de los prejuicios, de las frases hechas, de los eslóganes vacíos, de las soluciones mágicas, del desinterés o del desencanto.
Tengo que decirles, sin embargo, que me reserve para el final una mala noticia. Y es que deberán seguir estudiando, quizás ya no para rendir exámenes sino para perfeccionarse actualizarse y estar preparados para las exigencias de un mundo complejo en la que la excelencia formativa hace a la distinción. La Facultad cuenta con una amplia y rica oferta de posgrados, nunca olviden que esta es su casa.

Pensemos que una gran parte de los contenidos que se desarrollan y discuten en estas aulas abren debates en la sociedad o luego son materia de proyectos de ley, porque esta usina generadora de recursos calificados que es la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Ares, es también una fuente inestimable de doctrina.

Queremos felicitarlos, desearles el mejor de los éxitos, recomendarles que no dejen de disfrutar este momento que es inolvidable en sus vidas y reconocer en especial a todos los seres queridos de los que hoy se gradúan, padres, hermanos, hijos, amigos, parejas, quienes seguramente brindaron todo su apoyo, afecto y comprensión en las largas horas de desvelo del estudiante y que tantas veces esperaron la llamada de ustedes que les confirmara que habían aprobado aquella materia complicada.

Muchas gracias y muy buenas tardes.