Discurso pronunciado por la Dra. Ángela Ledesma

Acto de colación de grado del día 29 de junio de 2012

Ángela Ledesma

Ángela Ledesma

Muy buenas tardes a todos. Señor Vicedecano, egresados, abogados  y traductores, profesores, familiares, docentes de esta Casa y público en general.

En primer lugar, quiero agradecer la generosidad tanto de la Señora Decana como del Vicedecano al invitarme para pronunciar unas breves palabras en tan trascendente acto. Ésta es una fiesta, es una fiesta no solo para los egresados y sus familiares que seguramente han dado mucho de sí, apostando a este momento. Sino también una fiesta para la propia Facultad que se enorgullece en cada logro, ya que hace a su propia esencia. Y en particular, es una fiesta y una gran alegría para nosotros, los docentes de esta Casa, que hemos compartido con algunos de ustedes las aulas y cuando pudimos también orientamos sus búsquedas. Pero no menos trascendente es este acto para la sociedad que los recibe hoy con un diploma que habilita el ejercicio profesional. Un diploma al que la misma sociedad aportó, mediante esta Universidad pública y gratuita. Universidad a la que apostaron generaciones anteriores como instrumento de desarrollo y crecimiento democrático, porque la democracia se vive, se consolida y se construye con la tarea diaria de todos y cada uno de nosotros. La Universidad aporta al desarrollo social, al posibilitar el acceso igualitario, y es probable que muchos de nosotros no hubiéramos tenido la posibilidad de estudiar sin una Universidad pública y gratuita.

Son diversos los modos como puedo despedirlos por haber concluido de modo satisfactorio una carrera universitaria, y por otro, recibirlos, darles la bienvenida a una nueva etapa de sus vidas al ingresar a otro sendero en el laberinto de nuestro tiempo.

He pensado hacerlo desde mi experiencia profesional, desde mi experiencia personal, desde el significado que esta Casa tiene para mí, porque si algo les deseo aunque son tiempos distintos, es que tengan las mismas oportunidades que he tenido en más de 37 años del ejercicio de la abogacía.

Esta Facultad me abrió sus puertas a un mundo impensado, y con ustedes sucederá lo mismo. La mayoría de nosotros ha iniciado estudios universitarios cargando ilusiones y febriles sueños juveniles. Muchos de ellos se han cumplido, otros tanto han quedado en el camino pero celebro las realizaciones que en la síntesis de los tiempos vividos fueron muchas. No sé si puedo medir con palabras del modo más simple posible lo que siento en este momento, donde revivo no solo la entrega y la recepción del título de abogada en este mismo lugar, sino el ingreso a la cátedra universitaria. Los años de ejercicio profesional prácticamente equivalentes entre la abogacía y la judicatura. Revivo además el sueño que depositamos a diario los docentes en cada uno de ustedes. Verlos profesionales, verlos profesionales comprometidos con la defensa de las libertades individuales. También para vosotros seguirán abiertas las puertas de esta Facultad, para recibirlos en el Centro de Graduados y en las distintas carreras de posgrado, o en las aulas como aspirantes,  y más aun como docentes, si así lo desean. Pero si de algo puedo dar testimonio en esta tarde, si algo puedo trasmitirles es que un mundo donde lo individual y el facilismo se profesan, trabajando duro por cierto y por derecha, las cosas también se consiguen. Obvio, algunas veces es más difícil, pero llega. Hay que tener convicciones y sostenerlas. Hay que procurar ser consecuente, estudiar y trabajar todos los días. No se trata de una cuestión de suerte. Sepan también que así como les fue dada esta posibilidad, que sin lugar a dudas supieron aprovechar, la sociedad que es parte de este proceso los recibe, los recibe  en este acto público, ahora profesionales y espera respuestas del que capacitó para ello, es decir, ahora tienen responsabilidades que exceden lo familiar y lo individual.

Hoy no solo los aplaudimos por el camino recorrido, el esfuerzo realizado para concluir esta etapa, sino que también les damos la bienvenida a una vida profesional llena de esperanzas, de expectativas en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Quizás opten por el ejercicio profesional, adquieran destrezas y habilidades para la praxis. Probablemente, se dediquen a la investigación y lleguen a ser grandes juristas. Pero desde el lugar que ocupen, uno u otro, serán ciudadanos que tomarán decisiones, decisiones trascendentes para la consolidación de las instituciones y valores democráticos. Como expresaba Ortega y Gasset “los profesionales deben ser capaces de vivir e influir vitalmente según la altura de los tiempos”. El desafío reitero, es procurar una sociedad más justa y equitativa, respetuosa de los derechos humanos, que posibilite el acceso a una vida digna con todas las necesidades básicas del hombre común sean satisfechas. Allí el rol del abogado es central, en la defensa no solo del interés individual, sino del interés colectivo, a un ambiente sano, a la salud, a la educación,  a los derechos sociales en general.

En los tiempos que corren hay mucho camino por delante para recorrer, tenemos serias deudas pendientes. Los índices de marginalidad y de pobreza, la falta de transparencia institucional, la corrupción instalada en nuestras instituciones y la impunidad que genera la  incapacidad operativa y hasta ahora han tenido los órganos de investigación para enfrentarla.

Apostamos entonces a que la consagración normativa de generaciones  de derechos sea una realidad palpable. Para ello, los exhortamos a seguir estudiando, porque los conocimientos nos dan independencia tanto en el ejercicio profesional como en la decisión como jueces. Recordando el octavo mandamiento de Eduardo J. Couture “tengan fe en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del Derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia. Y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay Derecho, ni justicia”. 

Finalmente, deseo felicitarlos por el logro, desearles un camino pleno de realizaciones personales y profesionales. Espero que el orgullo de haber egresado de esta Facultad les acompañe, les de fe, les de fuerza para luchar por una sociedad que priorice la libertad y el pleno respeto de los derechos, la plena vigencia del Estado democrático y republicano, mediante la comprensión diaria de los derechos humanos. Que sean ustedes testigos de los cambios y progresos anhelados. En nombre de la Facultad y en el mío propio, otra vez, felicitaciones y muy buen inicio.

Buenas tardes.