Discurso pronunciado por el Dr. Alberto Dalla Vía

Acto de colación de grado del día 1 de noviembre de 2013

Alberto Dalla Vía

Alberto Dalla Vía

Señora Decana, autoridades presentes, señoras y señores, flamantes egresados. En unos instantes más atravesaran las columnas dóricas de la Facultad y descenderán la escalinata principal, saldrán por la puerta grande hacia una sociedad en la que siempre habrá de recibir a los abogados y a las abogadas que vengan a remediar injusticias. Antes de eso, en la sala de los pasos perdidos, compartirán con familiares y amigos la alegría por el diploma recibido. En ese momento, no dejen de observar las dos grandes estatuas que están ubicadas en los extremos del hall que representan al juez de los romanos y al acusado que aboga por su causa, verán allí reflejado el eterno drama de la abogacía, el juzgamiento de los hombres y el conocimiento de los insondables misterio del alma humana.

Mucha ya les habrán advertido que los tiempos son difíciles y que abrirse camino acarrea un duro aprendizaje. No se amedrenten por ello, así ha sido siempre como lo relatan en sus memorias nuestros más grandes juristas, Juan Bautista Alberdi y Dalmasio Vélez Sarsfield. Busquen el equilibrio que aparece simbolizado en la balanza de la justicia, eviten las posiciones extremistas que van desde el ser al deber ser y que con excesiva frecuencia dan lugar a interpretaciones irreductibles, como si el derecho como ordenamiento del orden social pudiera volcarse hacia un platillo desentendiendo al otro, el resultado no puede ser sino un gran desequilibrio que ponga la paz social en peligro. Honren la ley, las situaciones de anomia y de incumplimiento a las reglas de convivencia no favorecen a nuestra nación como proyecto sugestivo de vida en común, y ya sabemos muy bien por experiencia propia, que la libertad, la igualdad y la fraternidad no vienen dadas sino que hay que luchar por ellas. De ahí también, la vocación con la que abrasen vuestra profesión será directamente proporcional a los resultados que obtengan. Luchen por el derecho, como invita Von Ihering, pero si tienen que elegir entre el derecho y la justicia sigan el mandamiento de Coutoure y elijan siempre a esta última. La injusticia extrema nunca es derecho. Defiendan la democracia sin ella el estado de derecho es sólo una mera apariencia y una fachada para ocultar las peores aberraciones. Hagan prueba de fe del artículo 36 de nuestra norma fundamental para defender con coraje cívico aquello que tanto costó recuperar. Hace 30 años el presidente que triunfó en las elecciones del 30 de Octubre finalizaba sus discursos recitando el preámbulo de la Constitución Nacional, invitando a constituir la unión nacional, afianzar la justicia, a consolidar la paz interior, a proveer a la defensa común, a promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.

Esta Universidad de Buenos Aires, cuya fundación a cargo de Martín Rodríguez y de Rivadavia en la primera mitad del siglo pasado, nos recuerda el cuadro que preside este acto será siempre nuestra alma máter. Hoy se van del claustro de estudiantes pero recuerden que pueden seguir perteneciendo tanto al claustro de graduados como al claustro de profesores.

Casi un siglo después de este hecho, el 21 de Julio de 1918, Deodoro Roca redactaba el manifiesto liminar de la Federación Universitaria de Córdoba dando lugar a los postulados de la reforma y la autonomía universitaria. Allí se decía: “Toda educación es una larga obra de amor a los que aprenden”. Así lo sentimos vuestros profesores, esperamos haber sembrado las semillas en suelo fecundo y recibir la mejor de todas las recompensas, que los discípulos superen a los maestros.

Un solo consejo más antes de despedirlos, recuerden los años de estudiante y preserven su espíritu como le ocurría al Conde Duque de Olivares quien tuvo una prolongada existencia y alcanzó los más altos honores, incluyendo la regencia del reino. Momentos antes de morir, cuando desfilan los innumerables recuerdos frente a la memoria no dudó en elegir sus años universitarios como rector alumno de la Universidad de Salamanca.

Les deseo a todos una larga vida y una brillante carrera, nuestro pueblo anhela una sociedad más justa.

Nada más.