Instituto de Derecho de las Comunicaciones Facultad de Derecho Universidad de Buenos Aires
Año IV - Nº 13   

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Rabino Sergio Bergman y Dr. Alberto Gabrielli

Dr. Alberto Gabrielli, Director del Instituto de Derecho de las Comunicaciones y Rabino Sergio Bergman
Introducción del Seminario a cargo del Dr. Alberto Gabrielli quien, además, presentó al Rabino Sergio Bergman destacando especialmente su participación y sus conceptos

 

Seminario sobre “Participación Ciudadana en la
Era de las Tecnologías de la Información”

Dr. Alberto Gabrielli
Director del Instituto de Derecho de las Comunicaciones

Dr. Alberto GabrielliLa presentación estuvo a cargo del Dr. Alberto Gabrielli quien, en sus palabras iniciales, no solo comentó los tópicos que se desarrollarían en el seminario sino que, además, aludió expresamente a la tecnología como herramienta de cambio y mejoramiento de la vida institucional. También que la tecnología de la información y la comunicación ha servido para el desarrollo de otras ciencias. Desde la "telemedicina" hasta el "teletrabajo" el Dr. Gabrielli compartió con la audiencia el espíritu de la jornada, vinculado a extender las fronteras del conocimiento y la aplicación de las diferentes tecnologías en nuestras vidas. No menos importante resultó escuchar al Dr. Gabrielli poner en superficie aquello que tiene que ver directamente con el acceso de los mas desposeídos a la información y la tecnología y todo lo que debemos hacer para que eso suceda.

Finalmente, y transcribiendo sus propios dichos al presentar al Rabino Bergman, el Dr. Gabrielli se refirió a e´l en los siguientes términos: "...Me sedujo a distancia. Lo conocí, es decir, lo escuché por primera vez en un acto en Plaza de Mayo y una sola cosa: me dio esperanza. Me dije: si hay jóvenes así, la esperanza no debe perderse..."


Rabino Sergio Bergman
el Rabino Bergman, de la Fundación Argentina Ciudadana, haciendo eje en la espiritualidad y la ética, puso el acento en la importancia de la participación y del compromiso de cada uno de nosotros. A continuación sus palabras que, en este caso, hemos resuelto no resumir ni sintetizar. Preferimos compartirlas con Ustedes tal cual fueron pronunciadas.

Rabino Sergio BergmanS.B :" Bueno. Agradezco yo la invitación y la posibilidad de esta pequeña apertura, a modo también de invocación y de convocatoria, en el espíritu de lo que hacemos cuando hablamos de la tecnología, entendiéndola como un recurso y no como un fin, como una posibilidad de transitar y trabajar el desafío de lo humano que nos convoca, cuando justamente, hay tres o por lo menos cuatro puntos que creo que son sumamente importantes para el desafío del pacto social de la conjunción de la nación por venir. Creo que de eso se trata el nuevo paradigma de este tipo de cambios. Estamos en un tiempo de cambio y si las tecnologías y los avances que se han logrado y que están todavía pendientes para que, en la Argentina, la brecha digital y la equidad y la justicia social y todos aquellos valores que están inscriptos en nuestra Constitución Nacional se puedan realizar, está claro que no es un problema de los recursos sino, justamente, de las vocaciones y las capacidades humanas y espirituales que los argentinos tenemos pendientes y que creo que es tan importante trabajar sobre la tecnología como sobre los fines últimos que nos devienen humanos, para lo cual tenemos que poner un orden de prioridades. En la medida en que nosotros podamos fijar los objetivos de humanos que somos en los que hacemos y de plantear que nuestras crisis y nuestras dificultades son, más bien, de tipo espirituales y cuando digo “espirituales” no me refiero a denominaciones religiosas o confesionales. Me refiero a lo espiritual que es ser humanos. Para que eso no se aliene, creo que tenemos que tener una conversación que aun está pendiente.

Antes se planteaba el tema de tecnologías de la información y comunicación, y está conjunción que nosotros tenemos que no es lo mismo estar informado que formados, que a veces se da la paradoja de tener cada vez más información y saber cada vez menos, que la idea de estar comunicados no implica la dimensión más profunda de la comunicación humana, que es el diálogo.

Los argentinos tenemos pendiente espacios diálogo. Diálogos que producen encuentros en la dimensión más plena que no es la sucesión de monólogos, donde uno hace una pausa cuando tiene que tomar aire, para dejar de hablar y el otro interpone su argumentación y no hay ningún espacio de conversación. Esto lo traigo desde el punto de vista de la experiencia, ya que los argentinos, en general, nos quejamos y nos lamentamos de todo lo que somos y nos pasa y no siempre reconocemos y agradecemos los dones que tenemos y la convivencia armónica entre las religiones, por ejemplo, y las culturas es un don de la Argentina. Hay pocos lugares en el mundo como el nuestro, donde diferentes religiones compartimos, dialogamos e intercambiamos en nuestro bendito país de una manera completamente natural y aquí planteo esta idea de la comunicación. La comunicación más profunda, que es el diálogo como encuentro, digo, si tenemos diferencias teológicas tan profundas como las tenemos entre las religiones, cuando dialogamos no las suprimimos ni las disimulamos, sino, las tomamos como riqueza en nuestras diferencias; si con temas teológicos tan fundamentales podemos sentarnos a dialogar y conversar, cómo no podríamos extender esto a otros campos del quehacer nacional y de la realidad de los argentinos. Creo que ahí es donde tenemos temas, cada vez, más pendientes.

Fundamentalmente, en la práctica de los valores democráticos y republicanos que están tan deteriorados y que están, de alguna manera, tan devaluados en nuestro país. Y aquí creo que, justamente, estas charlas, como las que hoy se inician, de asumir que la inteligencia no es lo mismo que la sabiduría, que la información no es lo mismo que la formación, la educación y las transformaciones en valores y virtudes, que tener los medios no asegura los fines y que la tecnología no debe sino ser un recurso para hacernos cada vez más humanos y más espirituales para interconectarnos, para el encuentro y no para evitarlo. Es decir, tenemos que estar interactuando y comunicándonos para encontrarnos y que, a veces, está idea de la era digital que plantea que podemos obviar el encuentro, yo creo que es todo lo contrario: puede facilitar, puede catalizar y puede multiplicar espacios de encuentro, donde lo tecnológico no es ni garantía ni impedimento, todo lo contrario. Es un recurso que tenemos que desarrollar entre todos.

Ahora bien, ¿qué agenda creo que tenemos pendiente para este tema?. En términos de las tecnologías de comunicación, los mismos problemas que tenemos en términos de equidad y distribución. Es inexplicable por el potencial de recursos naturales, humanos y económicos que tenemos que haya hermanos nuestros en la Argentina que tengan hambre. Un país rico, como la Argentina, lleno de pobres, solo se explica porque los argentinos somos miserables. Y la miseria no tiene que ver con la pobreza. Tiene que ver con la inequidad. De la misma forma, el avance tecnológico que el desarrollo de la Argentina tuvo, hace totalmente viable y posible que la brecha comunicacional y la inserción de los más excluidos a las nuevas tecnologías de comunicación sea una decisión política, económica y social que requiere, ni más ni menos, de vocación, no de recursos. Para lo cual, entiendo, también, que si las comunidades cívicas de base se empiezan a organizar y la sociedad civil se empieza a comprometer, no le podemos pedir al estado, que está ausente, que resuelva los temas pendientes, sino que le tenemos que pedir al estado que se haga presente. No porque la sociedad civil lo reemplace, que es uno de los errores nuestros de la sociedad civil, podemos suponer que vamos a tener país sin estado. Lo que tenemos que asumir es que necesitamos un estado para ser país y que nuestra vocación no puede ser estar en contra, reclamando y quejándonos de todo lo que nos pasa, porque lo que nos pasa, mucho tiene que ver con lo que nosotros omitimos, con lo que no hacemos, con lo que no nos comprometemos y con lo que no nos involucramos.

Y por lo tanto, mientras estemos refugiados en la comodidad de lo privado, haciendo el diagnóstico y el análisis de lo que pasa ahí, que es lo que nos pasa a nosotros, seguiremos en la frustración permanente del sofisticado análisis del diagnóstico; pero, sin involucrarnos en la terapéutica. Yo creo que si tomamos la Argentina como si se tratara de la medicina, todos los argentinos somos expertos en diagnósticos, pero no curamos a nadie. Es como tener todos los análisis, todas las radiografías, todas las tomografías y saber exactamente lo que le pasa; pero, cuando te piden que metas la mano y operes, uno dice “no, yo no soy cirujano”. Se trata de la cirugía del país. Lo que implica que estamos enfermos del alma y tenemos que involucrarnos activa y proactivamente en aquello que está sucediendo. Ahora, bien, entiendo que una de las herramientas indispensables, que es la comunicación y la tecnología, nos tiene que ayudar en la articulación de las vocaciones de los ciudadanos que queremos dejar de ser habitantes, establecer sociales de hecho y de derecho en pactos cívicos sustentables en el tiempo, asumir la disciplina de la comunicación que conduce a la acción y no al parloteo permanente de la mente y de la queja. Eso está muy bien para el fútbol y el tango; pero, se trata del país.

Por lo tanto, tenemos que salir de la expectación a lo que vos (dirigiéndose al Dr. Gabrielli) llamás la esperanza.

La espera es este estado pasivo de lo mesiánico, que alguien va a resolvernos el problema.

Mientras que la esperanza es lo mesiánico en acción, que es qué hago yo para acercar ese tiempo mejor. Y como, evidentemente, el sistema político convencional, no solamente el bipartidismo, sino el que todos hemos conocido, está, creo yo, terminado; si nosotros, junto con eso terminado, damos por finalizada la política, nos quedamos sin país. Porque la Constitución Nacional explica claramente que los partidos políticos son imprescindibles para el orden institucional, democrático y republicano.

Significa que si no gustan los que están, habrá que inventar otros; pero hay que participar, hay que involucrarse. Sobre todo a una nueva generación que está digitalizada y que está en las comunicaciones, de alguna manera, de la nueva era, hay que motivarlos a través de estas herramientas a la participación política.

La política no es una mala palabra, todo lo contrario, es una práctica social y cultural imprescindible y la palabra poder, tampoco es una mala palabra. Sino, fíjense ustedes, en la actividad privada, como puede uno sostenerse haciendo cosas sin poder. El uso perverso y el abuso del poder es lo que padecemos. El uso acotado, regulado, ordenado por la ley, es decir, la Constitución, es lo que permite que los ciudadanos que se hacen funcionarios, después, vuelvan a ser ciudadanos y le den, al bien común, un servicio a la patria. Y eso es lo que, justamente, tenemos que reivindicar para las próximas generaciones: no servirse de la patria, sino, servirla y volver a las gestas de nuestros próceres y de nuestros abuelos inmigrantes que, con muchísimos menos recursos que nosotros, nos dieron mucho más porque estaban dotados de los recursos más importantes, que no eran los tecnológicos. Eran los espirituales. Eran los valores.

Por lo tanto, yo celebro esta oportunidad de cómo unir tecnología con espiritualidad, tecnología y comunicación con valores y pacto social, para que todos los argentinos asumamos que bien comunicados, dialogando, podemos lograr consensos. Y no significa pensar todos igual, ni decir todos lo mismo. Lo hegemónico es, solo, anticipo de lo totalitario. Y el ejercicio de lo totalitario no permite el desarrollo, ni de la democracia, ni de la república. En la medida en que nosotros, los argentinos, nos demos por satisfechos planteando que la democracia es solamente el acto electoral, nos vamos a quedar sin el proyecto de nación.

El acto electoral es una expresión formal. La democracia hay que sostenerla todos los días con participación y la república hay que volver a instituirla, porque lo que tenemos, al día de hoy, es una simulación republicana. Hasta que no volvamos a tener la plena vigencia de las instituciones de la república, no tendremos país. Y eso no empieza de arriba para abajo. Todo lo contrario: empieza de abajo para arriba. Amorosa, comprometida y pacíficamente, trabajando entre todos en la comunicación que transforma nuestra realidad, no solamente en la inteligencia de tenerla, sino, en la sabiduría de aplicarla. Le agradezco la invitación y la oportunidad de compartir esta apertura con todos ustedes."

 

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