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Año XIII - Edición 230 29 de mayo de 2014

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Sobre el modelo argentino de las relaciones laborales; una mirada crítica

  • Nota de Tapa

Los profesores de nuestra Facultad se reunieron el pasado 13 de mayo en un nuevo encuentro del ciclo de almuerzos académicos. En esta ocasión, el director del Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, profesor Adrián Goldin, compartió una mirada crítica sobre el modelo de relaciones laborales en nuestro país.

Antes de comenzar con su exposición, el profesor Adrián Goldin rindió homenaje a la ministra de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y profesora de esta Facultad, Carmen María Argibay, fallecida recientemente, a quien describió como una mujer noble y una jueza ejemplar.

Posteriormente, se refirió al tema de su presentación, definiendo al sistema laboral como “el conjunto de actores y relaciones que se producen en el sistema de producción”. En este marco, mencionó que el sistema argentino de relaciones laborales tiene aspectos positivos como sindicatos poderosos y una negociación colectiva activa, lo cual es una precondición de equidad en el sistema de producción. Pero, al mismo tiempo, el sistema también presenta problemas tales como el déficit democrático en los sindicatos, reconocido en el propio ámbito sindical. A su vez, Goldin señaló algunos rasgos de este sistema que permiten explicarlo. En primer término, se da una alta intervención estatal en la vida de los sindicatos y de las organizaciones empresarias. De acuerdo con el expositor, el Estado necesariamente debe intervenir, no puede estar ausente, debe promover, fomentar y sugerir. Sin embargo, si esto se exacerba, se pasa de un Estado activo, que promueve la equidad social a través del fenómeno colectivo, a un Estado intervencionista y autoritario, que implica la restricción de valores como la autonomía colectiva y la libertad sindical. En este sentido, Goldin identificó como agente estatal de intervención al Ministerio de Trabajo. No obstante, si se tienen en cuenta los dictámenes de los órganos de control de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), estos indican que el Ministerio de Trabajo no puede ser este agente de intervención, ya que no es un órgano independiente. “Según la OIT, el Ministerio de Trabajo no puede intervenir porque es juez y parte en el debate sobre las políticas públicas que los sindicatos y las empresas tienen derecho a poner en cuestión”, explicó. Sin embargo, el disertante aclaró que el Ministerio de Trabajo tiene muchos otros roles que cumplir.

Por otra parte, sostuvo que en Argentina el protagonista sindical es elegido por el gobierno, no por los trabajadores, citando como ejemplo lo sucedido durante los gobiernos de Carlos Menem y Néstor Kirchner. “Si uno mira con cuidado al agente sindical principal, este no es elegido por los trabajadores sino fundamentalmente por los gobiernos”, manifestó Goldin. Otro rasgo del sistema es la existencia de un régimen de sindicato único impuesto por la ley y habilitado por el Estado, cuestionado por la OIT y que ha sido puesto en evidencia por la Corte Suprema. Cuando uno tiene un régimen de este tipo, se genera un fenómeno por el cual los dirigentes acceden democráticamente al poder, pero como se ha privado al sistema del mejor de los mecanismos de control por parte de las bases, el derecho de irse si no se sienten bien representados, los dirigentes asumen el poder e intervierten la representación y se hacen cargo más de la representación del aparato que de los trabajadores, lo cual genera una burocratización y oligarquización. “No es bueno que los trabajadores se vayan de un sindicato si ven que sus dirigentes no los representan, pero peor es que no lo puedan hacer”, afirmó.

Además, Goldin sostuvo que el modelo de burocratización provoca que se den constantes intercambios “organizacionales con la cúpula”, beneficios para la cúpula que a veces van acompañados con beneficios para las bases, como en los últimos años, pero otras veces traen la desvalorización de los intereses de las bases, como en los ’90. “El modelo argentino es un modelo reversible: hoy sirve para beneficiar a las bases y mañana sirve para contener y restringir los derechos de las bases como sucedió en los ‘90”, analizó. Asimismo, el disertante mencionó el problema de los sindicatos y la alternancia democrática. “En un sistema tan intervenido, los sindicatos tienen un modelo de acción sindical tributario del Estado, con el que tienen una íntima relación”, examinó. En este sentido, cuando el gobierno no es propio del sindicato, lo confronta con el ánimo de asegurar el regreso de un gobierno propio. En relación al diálogo social, el cual incluye todo tipo de diálogo y consultas entre los sindicatos, las organizaciones empresarias y el Estado, el disertante afirmó que no es posible en Argentina, ya que para que exista se necesitan agentes sólidos e independientes y un Estado no colonizado por ellos ni que los quiera colonizar. A modo de conclusión, Goldin destacó que es positiva la existencia de sindicatos poderosos, pero que presentan tendencias burucratizantes y oligarquizantes que deberían ser revisadas. También destacó la importancia de las negociaciones colectivas, aunque la mayoría de ellas son solo acuerdo salariales. “La negociación colectiva en Argentina es exclusivamente salarial, aquí hay un disvalor que se debe corregir: hemos abandonado la posibilidad de negociar condiciones de trabajo”, remarcó.

Por último, el disertante identificó como materia pendiente una reforma del sistema argentino de relaciones laborales, preservando la potencia del modelo y revisando sus equívocos perfiles.

“El modelo argentino es un modelo reversible: hoy sirve para beneficiar a las bases y mañana sirve para contener y restringir los derechos de las bases como sucedió en los ‘90”, analizó el profesor Adrián Goldin.