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Año VIII - Edición 143 04 de junio de 2009

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Proyección del documental “Los 100 días que no conmovieron al mundo”

  • Nota de Tapa

Un Tribunal Penal Internacional fue establecido por la Organización de las Naciones Unidas con la misión de juzgar a los sospechosos de haber perpetrado uno de los genocidios más aberrantes del fin del siglo XX. Con el objetivo de relatar ciertos aspectos de aquel crimen y seguir la vida de la jueza argentina, Dra. Inés Weinberg de Roca, quien se trasladó a África para integrar el Tribunal, se realizó el documental “Los 100 días que no conmovieron al mundo”, proyectado el pasado 22 de mayo en el Aula Magna de nuestra Facultad.

El evento, declarado de interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, fue organizado por la Maestría en Derecho Internacional Privado y contó con la presencia de la periodista del diario La Nación, Abog. Susana Reinoso; la Presidenta de Eudeba y Profesora Titular de la Facultad, Dra. Mónica Pinto; y la Dra. Inés Weinberg de Roca, Profesora de nuestra Casa y jueza del Tribunal Penal Internacional para Ruanda.

Al concluir la proyección, la Abog. Susana Reinoso definió la experiencia vivida en Ruanda como una de las más movilizadoras de su vida profesional. De esta manera, comentó que, desde hace muchos años había comenzado a recopilar documentación y material periodístico relativo a lo vivido en esa nación del este africano “por cierta intuición que tenemos los periodistas”. Puntualizó que los aspectos más preocupantes cuando empezó a llegar la información a la prensa occidental fueron la poca importancia que se le había dado a la masacre y la participación de los medios de comunicación como cómplices en su comisión.

Mucho tiempo después, se familiarizó con los libros de un destacado periodista polaco que estuvo muchas veces en África y cubrió más de 27 revoluciones y 14 guerras, quien hizo crónicas periodísticas con recursos literarios. Sobre Ruanda, este periodista escribió que era la primera gran falsedad cubierta por la prensa occidental, que le dio el tratamiento de una guerra tribal, con lo cual se fomentó el desinterés, pues remitía a la opinión pública a una “guerra entre salvajes”. Sólo investigando supo que había sido una guerra entre castas y que tenía como base la posesión de la tierra.

En otro orden de ideas, se refirió a la dureza de la experiencia de asistir a Ruanda, dado que en aquel país nadie quedó indemne: si no se es víctima, se es victimario. Asimismo, indicó que es un territorio muy pequeño en el que todos están obligados a vivir y a reconciliarse porque hay un gobierno que hoy aboga por la reconciliación para la reconstrucción de una sociedad de todos.

Seguidamente, recordó el momento en que conoció a la Dra. Weinberg de Roca y resaltó su coraje “porque lo dejó todo para irse a África”, al tiempo que agradeció la oportunidad brindada por ella.

Hacia el final de su ponencia, hizo referencia a la “deuda de honor” que vincula a su persona con Ruanda; y, en tal sentido, manifestó que cada vez que tenga la oportunidad difundirá su experiencia para contribuir mediante la difusión a cambiar la historia falsa que occidente contó en 1994.

A su turno, la Dra. Mónica Pinto destacó la importancia de la presencia de imágenes en temáticas relativas a derechos humanos, pues subyace la libertad y la dignidad de las personas.

A continuación, examinó el título del documental proyectado y aseveró que el mundo no fue conmovido desde antes que se desatara el genocidio. De esta manera, relató que la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas tenía mandato a cuyo cargo estaba un funcionario senegalés, quien visitó la zona de los Grandes Lagos antes de los sucesos de 1994 y advirtió acerca de lo que se avecinaba; del mismo modo que quien presidía las fuerzas de Naciones Unidas en Ruanda, un general canadiense. “Lo que sucedió fue que el mundo miró para otro lado”, agregó.

A tal respecto, intentó reseñar las razones por lo cual ello sucedió y citó un libro del general canadiense en el que se enfatiza en el hecho de que Ruanda no era un lugar prioritario por no ser un lugar estratégico y carecer de fuentes de recursos naturales importantes.

Por otra parte, señaló que no es correcto circunscribir lo antedicho a “la ONU no hizo nada”, pues en ese foro se hallan representados los Estados del mundo, que son los que votan en los órganos que tienen que tomar las determinaciones. Por ello, se preguntó qué instrucciones dieron los gobiernos democráticos del mundo a sus representantes para que decidieran estos temas. En consecuencia, estimó que lo sucedido en Ruanda fue “la crónica de un genocidio anunciado en más de una oportunidad”.

Posteriormente, comparó la situación del país africano con la limpieza étnica sucedida algunos años antes en la ex Yugoslavia y puntualizó la diferencia de tratamiento que se dio a esta última cuestión, particularmente en lo atinente a la constitución de un tribunal internacional destinado a juzgar esos hechos. “Si los tiempos hubieran sido inversos, no hubiera habido un tribunal internacional para Ruanda”.

Finalmente, opinó que lo sucedido en aquel país africano sigue siendo una deuda pendiente de muchos en este mundo, un pasivo difícil de levantar pero, al mismo tiempo, desde la existencia de estos tribunales, pueda pensarse que en algún futuro la historia pueda cambiar.

“Lo más triste del relato es que en Ruanda se sentían tranquilos porque había una fuerza de Naciones Unidas”, expresó la Dra. Inés Weinberg de Roca, para luego señalar que ello provocó que no tomaran las precauciones que se hubieran tomado en situaciones normales. No obstante ello, adicionó, la tropa de la ONU no pudo intervenir.

Por otra parte, advirtió que existe el temor de que vuelva a ocurrir en algún lugar del mundo una situación idéntica a tal respecto. Ello, porque las órdenes a las fuerzas de Naciones Unidas no son fáciles de obtener si no existe una concientización relativa a lo que se debe hacer y lo que no se debe permitir.

Para concluir, evocó las palabras del Ministro de Justicia de Ruanda: “puede haber genocidio en cualquier lugar del mundo en que se crea un enemigo abstracto”; y ello ocurre cuando se despersonaliza.