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Año X - Edición 187 01 de diciembre de 2011

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Programa “Género y Derecho”. Conferencia “Género, Educación y Democracia”

  • Nota de Tapa

En un nuevo encuentro del Programa "Género y Derecho", el 24 de noviembre tuvo lugar en el Salón Azul de esta Facultad una conferencia en donde quedaron conjugadas en un mismo espacio las temáticas referentes a género, educación y democracia.

La presentación inicial correspondió a la Decana Mónica Pinto, quien señaló que el Programa “Género y Derecho” propone “generar visibilidad y ayudar a incorporar la perspectiva de género en la actividad profesional, en la docencia, en la vida cotidiana de cada uno de nosotros y nosotras”.

Seguidamente, en su calidad de expositora, la Dra. Carolina Scotto, Rectora de la Universidad Nacional de Córdoba, explicó que el hecho de poder ocupar un cargo de máxima jerarquía le ha permitido desarrollar diversas herramientas para identificar la situación de género en el contexto institucional propio de la Universidad de Córdoba y para así proponer transformaciones específicas y concretas como fruto del mejor conocimiento de la situación universitaria en la actualidad.

Efectuando un breve racconto de su actividad política en la Universidad de Córdoba, comentó con especial detenimiento cómo fue su llegada al Rectorado. Todo ello con el agregado de saber que la institución universitaria a la que pertenece con sus casi cuatrocientos años de vida no siempre ha estado ajena a aquellas costumbres de carácter más tradicionalistas, en las cuales la mujer no solía asumir un papel de relevancia. “Mi reacción desde el inicio fue positiva, me pareció siempre positivo el interés que pudiera despertar este contraste entre una institución de cuatrocientos años y una primera mujer filósofa que debía hacerse cargo de una institución de más de cien mil alumnos, diez mil profesores y tres mil empleados”, relató Scotto. Aún admitiendo no contar con una especial sensibilidad feminista, aclaró que desde su opinión personal el gobierno universitario no puede mantenerse ajeno a la realidad de género. Por ello, declaró que las autoridades universitarias deben inexcusablemente articular los recursos con los que se dispongan a fin de marchar rumbo a la consolidación del desarrollo y el robustecimiento del papel de las mujeres en la vida académica y política de la Universidad.

Explicó que el haber estado al frente del Rectorado le ha permitido acercarse a problemáticas de mayor sofisticación que no siempre se muestran a sí mismas de un modo explicito. En definitiva, la problemática de género trasciende el mero interés que uno pueda tener por saber que la mujer está presente también en los escalafones más altos de la jerarquía universitaria. No es allí en donde se acaba el debate. La discriminación de género se encuentra, a su vez, solapada en muchas de nuestras costumbres y tratos cotidianos.

“De lo que se trata muchas veces es de romper algunos imaginarios, el primero de los cuales, creo yo, es el imaginario que tenemos buena parte de los universitarios que entendemos a las comunidades universitarias como ejemplarmente plurales, equitativas y democráticas y, si no es en su grado máximo, al menos es en un grado elevado comparativamente con otros ámbitos laborales y sociales” expresó Scotto, para luego agregar “tenemos un perjuicio favorable de la clase de comunidad que constituimos, de la clase de ciudadanía universitaria en la que vivimos y desarrollamos nuestras trayectorias académicas”. En igual sentido, las mujeres que han tenido la posibilidad de asumir funciones de relevancia muchas veces caen en el convencimiento ciego de que todo lo que se necesita es simplemente hacer buenos méritos. Es decir, que desde esta postura cualquiera podría obtener las mejores posiciones requiriéndose tan sólo de los esfuerzos y los méritos pertinentes. “Esta clase de mujeres porque llegan a conducir instituciones muy complejas se apropian de un discurso igualitarista que opaca o, en realidad, niega la situación que un estudio más profundo de la comunidad académica en su conjunto revela respecto de las inequidades concretas de esa comunidad”, prosiguió la expositora. Fue en aquel instante que se permitió confesar que había sido alguna vez su propia persona quien había caído en el prejuicio antes mencionado.

A continuación, la expositora manifestó que a raíz de un estudio orientado al análisis desde las entrañas de la vida universitaria e impulsado desde aquella Casa de Altos Estudios, es que se pudo dilucidar la falta de sustento de muchos de los imaginarios colectivos que imperan entre los estudiantes y profesores de la Universidad de Córdoba. Sin embargo, resaltó que en estas últimas décadas en la educación superior y en general en los distintos niveles del sistema educativo se han implementado políticas universalizadoras, es decir, políticas que se proponen intentar la máxima cobertura posible hacia todos los sectores de la población. Esto último ha traído aparejado una paulatina e incipiente inserción de la mujer en ámbitos que hasta no hace mucho estaban reservados exclusivamente a los hombres.

“Todos decimos que nuestras Universidades ya están feminizadas, que no podrían feminizarse más, y cuando decimos esto pensamos básicamente en la proporción creciente […] de mujeres sobre varones (en las Universidades)”, opinó Scotto. A pesar de ello, aclaro que semejantes conclusiones requieren de reflexiones de mayor refinamiento, no debiendo sólo limitarnos al análisis de la cantidad de mujeres que ingresan anualmente a las instituciones de educación superior. Indudablemente, se debe tomar también en real consideración la proporción de mujeres despeñándose como docentes, como investigadores y, muy especialmente, su jerarquía en la comunidad universitaria.

“De lo que se trata muchas veces es de romper algunos imaginarios”, subrayó Carolina Scotto.