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Año XX - Edición 369 30 de diciembre de 2021

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Mujeres a la Corte y en los lugares de decisión

  • Nota de Tapa

El pasado 15 de noviembre tuvo lugar la actividad “Mujeres a la Corte y en los lugares de decisión”, organizada porla Comisión de la Mujer de la Asociación de Abogados de Buenos Aires (AABA) y el Programa "Cuestiones de Estado". Participaron en calidad de expositoras: María Elena Barbagelata, Mary Beloff, Alejandra Lázzaro, Nelly Minyersky y Alicia Ruiz.

El encuentro comenzó con las palabras introductorias y la moderación de Julieta Bandirali, quien dio comienzo al intercambio con un interrogante vinculado a la renuncia de Elena Highton de Nolasco a la Corte Suprema. A lo largo de la jornada, algunas de las preguntas fueron, entre otras: ¿se puede dar por descontado que va a ser una mujer la que va a ocupar una vacante? ¿Qué opinión les merece haber tenido por tantos años un número bajísimo de mujeres en la integración de la Corte Suprema? ¿Qué requisitos o cuáles son las condiciones más importantes o ineludibles que debería reunir la candidata?

Para comenzar, Alejandra Lázzaro comentó que antes de abordar esas preguntas es necesario hacer un breve resumen de lo que significa la integración del Poder Judicial: “Es un poder eminentemente masculino que recién después de la década de los años cincuenta empezó a tener mujeres dentro de su seno porque hasta ese momento no existían las mujeres en la profesión jurídica en general, no solo en el Poder Judicial. Recién con ese cambio de paradigma que empieza a darse a partir de esa década es que el Poder Judicial empieza a tener mujeres. Si hacemos un paneo desde esa época hasta nuestros días, el resultado no parece tan bueno”, desarrolló.

En este marco, expresó: “No daría por descontado nada porque, además, todos somos muy paritarios, todos tenemos mucha perspectiva de género, hombres y mujeres, cuando las luces se encienden, pero cuando las luces se apagan la realidad es otra y la realidad política es otra. Hay una reticencia de parte de la política a avanzar y me parece que no es casual que nuestro avance fue a partir de un Congreso en donde empezó a haber muchísima más presencia de mujeres”.

Por su parte, Nelly Minyersky enfatizó que “todas las acciones positivas en un momento chocan si no cambiamos la conciencia social y los paradigmas”. Luego, expuso: “Estoy convencida de que va a ser una mujer porque ¿saben qué pasa? (...) Si no es una mujer, vamos a salir a la calle (...). Vamos a tener que decirles a los diputados, a los senadores, al Ejecutivo y a quien sea: ‘póngase de acuerdo y designen porque hay muchas mujeres que pueden llegar a ocupar este cargo’ y, además, porque cada vez que estudio más el tema de las acciones positivas me doy cuenta de que es algo estructurante para la igualdad”. En este sentido, sumó: “No creo que se animen a no poner a una mujer (...). Estoy convencida de lo positivas que han sido las mujeres desde 1994 en adelante en los puestos y lo que han ayudado las acciones positivas”.

María Elena Barbagelata, a su turno, señaló que “hay cierto compromiso, aunque no es expreso ni explicito, de que se va a cubrir la vacante con la designación de una mujer, pero el panorama es muy preocupante porque tuvimos dos vacantes en la Corte y el 100% de lo que se cubrió fue con varones y no se le cayó la cara a nadie. Hubo un escarceo ahí en el Senado y algunas organizaciones que lo plantearon como observación, pero no salimos fuertemente a contrastar esa medida que, además, tuvo un origen altamente observable e inconstitucional como es el nombramiento irregular que después se saneó entre comillas”.

En cuanto a la situación de las mujeres, desarrolló: “Nos va filtrando el poder de decisión de la política donde nosotras podemos dar un cambio no solo cuantitativo, sino cualitativo. Estoy convencida de que las mujeres cuantitativamente vamos aportando un cambio cualitativo de mirada diferente, algunas más, algunas menos, algunas con más compromiso en perspectiva de género. Si me preguntan, diría que tendríamos que impulsar mujeres que lleguen con un claro compromiso en la defensa de los derechos humanos de las mujeres y perspectiva de género”.

Por otra parte, expresó: “No me quedo tranquila con el discurso. Creo que tenemos que avanzar hacia la concreción de estos cambios y hacia un compromiso de acciones positivas sin el cual estamos afuera porque lo único que tenemos con participación casi paritaria son los poderes legislativos donde hay ley de paridad. Nos sacan esas herramientas y la mujer desaparece. Hemos avanzado, pero todavía no tenemos la fuerza ni la organización ni la maduración democrática para sostener sin estas leyes de acción positiva”.

A su vez, Alicia Ruiz planteó que “lo que estamos discutiendo es una cuestión política y cultural. Es una batalla política y cultural la de la participación de las mujeres y los movimientos de mujeres, las luchas de las mujeres, desde sus orígenes han sido eso: luchas políticas pugnando por ocupar el espacio público que era un espacio que estaba absolutamente reconocido y destinado a los hombres”. Y detalló: “Entonces, la paradoja es que las mujeres reclamaban la igualdad, y la seguimos reclamando, a partir de la desigualdad y de exigir que se nos reconozca no como iguales sino como desiguales, no como asimiladas a los hombres que ocupan los espacios, sino por nuestras diferencias”.

Por otro lado, comentó: “Creo que probablemente el próximo nombre para la Corte, si es uno, sea el de una mujer porque es como que en la agenda ya es un poco difícil decir que no se va a poner una mujer. Ahora también tenemos que discutir qué mujeres queremos en la Corte y qué mujeres queremos que nos representen y, además, convencernos de que no cualquiera nos representa por ser mujer”. Y reflexionó: “Aspirar a que muchas mujeres ocupen lugares de poder no es simplemente por una cuestión narcisista, es porque esta fulana puede, de algún modo, encabezar o acompañar o dar testimonio de que queremos una sociedad distinta y, por lo tanto, un Poder Judicial diferente. Nuestro Poder Judicial necesita transformarse radicalmente. Básicamente, tenemos que convertir al Poder Judicial en un poder democrático y, para eso, la presencia de mujeres es importante siempre que las mujeres que llegan tengan este compromiso”.

Al retomar la palabra, Nelly Minyersky manifestó que “no hay requisitos especiales, pero también quiero que las juezas que accedan y las juezas de la Corte o las que vayan a la fiscalía tengan perspectiva de género”. Además, compartió: “Todas las mujeres en mayor o menor medida, se hayan dado cuenta o no, han sufrido en su vida discriminación, han sufrido violencia, no han sido iguales (...). Entre un hombre y una mujer, el cambio va a venir con más mujeres. (...) Perspectiva de género quiero que la tengan todos, hombres y mujeres”. Y agregó: “Los requisitos tienen que partir de la base de la igualdad para todos y la aplicación de las medidas de acción positiva hay que pensarlas para hasta que lleguemos a esa igualdad o paridad. Pero no tengo requisitos especiales, tengo requisitos muy estrictos para todos”.
Alejandra Lázzaro
se sumó a las palabras de Minyersky: “Me parece que exigencias especiales obviamente que no. El problema que tenemos en el Poder Judicial, y entonces en el máximo tribunal, es que lo que es necesario es no solo cantidad sino calidad. Cuando hablamos de la segregación horizontal y vertical que tiene el Poder Judicial no es solo por la cantidad de mujeres, que llegamos casi al 60% dentro del funcionariado del Poder Judicial (...), es que si ascendemos en la pirámide vemos que ese número baja estrepitosamente”.

En este marco, citó a Line Bareiro: “Lo que dice es que la paridad no es un asunto de mujeres. Es una cuestión de la democracia. Es definir el modelo de Estado que queremos y hacia eso tenemos que ir. Entonces, me parece que dentro del máximo órgano judicial es parte de la institucionalidad y debe cumplir y estar dentro del sistema democrático como todos los demás poderes del Estado y ese es el avance que se tiene que lograr”.

Por su parte, Mary Beloff subrayó: “No puede ser que sea una intuición o una esperanza la idea de quién va a ocupar el lugar, si una mujer o un varón. Me parece que es un imperativo elemental de justicia y no podemos dejar margen, ni posibilidad de que esa vacante se ocupe con un varón más. La foto de la Corte Suprema argentina de este momento, después de la historia reciente de este país, no puede ser más la Corte Suprema de un tribunal integrado solo por varones”.

Asimismo, explicó que “hay buenos elementos normativos constitucionales para decir que no es opinable, no es una opción de la política. Ese cargo tiene que ser ocupado por una mujer y cuantos otros cargos estén vacantes deberán ser ocupados de modo de cumplir con el programa constitucional y convencional, que es un programa que refleja a la sociedad del presente y que exige, no pide permiso, reclama sin un margen de discusión posible, que la constitución de las instancias de gobierno democrático estén integradas de forma representativa de la sociedad con igual proporción de mujeres y de varones”.

Más adelante, planteó que lo que se debe preguntar es “¿cómo se define la idoneidad de un magistrado o de una magistrada a partir de una trayectoria y una experiencia y un conocimiento que requiere, indudablemente, elementos que quizás hace 20 o 30 años era diferente?”. Y también manifestó: “No podemos a esta altura de la historia argumentar apelando a que una mujer tiene que estar porque lo va a hacer mejor. Eran argumentaciones del pasado”.

Por otro lado, puntualizó: “Tenemos que hacer la distinción entre lo que es la demanda política de tener instituciones democráticas e igualitarias, que la foto no da para más y, por otro lado, hacer una apelación al diálogo entre la judicatura y el sistema científico en el sentido de que el sistema científico universitario y específico nos estudie porque estas preguntas requieren investigadores e investigadoras que estudien cuál es el resultado, la performance, de tribunales con más mujeres, menos mujeres, con hombres de tal edad, con tal origen”.