Memoria en primera persona. En el marco del 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia
El pasado 31 de marzo, en el Aula 1 de Extensión Universitaria, se llevó a cabo el conversatorio “Memoria en primera persona”, en el marco del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
El evento fue moderado por Valeria Thus y Malena Silveyra y contó con la participación de Dafne Casoy, escritora e hija de desaparecidos; Ana Soffiantini, sobreviviente de la ESMA; Ana Tauil, integrante de NIETES; y Analia Kalinec, hija de un genocida e integrante de Historias Desobedientes.
La apertura estuvo a cargo de Valeria Thus, quien contextualizó la importancia del conversatorio y las razones de su realización. En su exposición, mencionó el avance de discursos negacionistas y su influencia en la política actual. “Promueven una agenda regresiva en materia de igualdad, que ataca decididamente al movimiento de derechos humanos y a los feminismos y diversidades”, sostuvo. También recordó un conversatorio realizado en noviembre de 2023 en la Universidad de San Martín, donde se debatió sobre el futuro de la democracia. “La memoria del pasado de los autoritarismos no sólo significa mirar hacia atrás, sino también avanzar hacia adelante”, planteó. En este sentido, enfatizó que “uno no puede pensar la democracia del siglo XXI sin repensar la igualdad”.
A continuación, Malena Silveyra presentó a las expositoras y explicó el propósito del conversatorio, describiéndolo como "una apertura de diálogo entre las compañeras y los presentes, con un espacio final para opiniones y debate".
La primera en exponer fue Ana Soffiantini, quien habló sobre los años '40 y la generación del '70. Compartió anécdotas de su infancia y destacó el festejo de sus padres por el derrocamiento de Perón, lo que la llevó a reflexionar sobre los olvidos históricos, como el bombardeo a Plaza de Mayo y la represión que siguió al golpe de 1955. Explicó que la dictadura tuvo como objetivo principal borrar la presencia de Perón en la vida política argentina y señaló que “era uno de los principales enemigos de los ingleses; él mismo Churchill habló negativamente de él”, en referencia a su proyecto de soberanía y desarrollo nacional.
Soffiantini también comparó la educación de su infancia con la actual, resaltando cómo ambas han tendido a negar ciertos hechos históricos. Mencionó la Revolución en Indochina y la Revolución Cubana como eventos fundamentales que consideró necesario recordar. Reflexionó sobre la conciencia histórica y cómo, en su juventud, muchas cuestiones pasaban desapercibidas, incluyendo la lucha feminista: “No se hablaba del patriarcado; se hablaba de una revolución para todos. Después se habló de todas”.
Sobre su experiencia en los '70, relató la sensación de falsa seguridad que muchos tenían hasta que la represión los alcanzaba. “Me llevaron con la cara contra el piso, los pies de esos hombres gigantes sobre mi espalda”, recordó. También relató cómo, en su secuestro, escuchó la voz de su hija alejándose hasta que el único sonido que quedó fue el de los handies de los grupos de tareas.
Acerca de su paso por la ESMA, explicó que los/as detenidos/as eran desnudados/as y llevados/as en furgones hasta Aeroparque para ser arrojados/as al Río de la Plata, aunque en su época empezaron a ser lanzados/as al mar. Ella misma fue seleccionada, pero en ese momento los represores comenzaron a utilizar a algunos secuestrados/as como mano de obra. “A mí me dijeron que iba a trabajar con un tal 'hormiga', un represor”, relató. Comentó que este proyecto surgió del almirante Massera, quien buscaba construir una imagen política similar a la de Perón. Sin embargo, enfatizó que este tipo de trabajo no garantiza la supervivencia: “Un día decidieron matar a Dolores Ponce, una compañera de mi grupo”, concluyó.
Luego fue el turno de Analia Kalinec, quien inició su intervención dirigiéndose a Soffiantini: “Mi padre podría haber sido el mismo que te secuestró”. Explicó que su padre, un joven oficial de la Policía Federal en ese entonces, formaba parte de un grupo de tareas. “Después de secuestrar y torturar personas, volvía a casa, nos alzaba a sus hijas, le daba un beso a mi mamá y nos llevaba los fines de semana al club de la Policía Federal”, expresó.
Contó que durante muchos años ignoró la historia de su padre y la existencia de la dictadura, lo que atribuyó a la educación cerrada y aislada que recibió. Habló del impacto del fallo Simón en 2005 y la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, resaltando el papel del gobierno de Néstor Kirchner en la reapertura de los juicios. “La sociedad había madurado lo suficiente para juzgar a personas como mi papá, quienes habían vivido impunes hasta ese momento”, sostuvo. También reflexionó sobre el acceso a la información y cómo, en muchas ocasiones, ésta es controlada por el sector privado, dificultando su disponibilidad para el público en general.
Por su parte, Dafne Casoy recordó la historia de sus padres, militantes de Montoneros y desaparecidos. Habló sobre la época de la impunidad y su convivencia con Agosti, uno de los genocidas. Compartió detalles de su investigación sobre la desaparición de sus padres y cómo, a lo largo de los años, fue recopilando información hasta conocer el lugar donde fueron llevados/as y sus supuestas fechas de asesinato.
Finalmente, Ana Tauil cerró el ciclo de testimonios con la historia de su abuelo, Roberto Tauil, representante sindical desaparecido el 21 de octubre de 1976. Explicó que su caso nunca llegó a juicio, lo que dejó “un vacío todavía muy grande”. En su exposición, vinculó el pasado con la actualidad y reflexiona sobre la necesidad de respuestas ante el avance de los discursos negacionistas. “Nos obligan a pensar en algo nuevo”, sostuvo.
Tras las exposiciones, se abrió un espacio de diálogo con el público, en el que se debatió sobre los testimonios y las implicancias actuales de la memoria y los derechos humanos.