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Año XXI - Edición 376 07 de julio de 2022

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Las deficiencias de la democracia

  • Nota de Tapa

El pasado 16 de junio, en el Salón Rojo, la Dirección de Relaciones Internacionales organizó la charla “Las deficiencias de la democracia”, a cargo del profesor Samuel Issacharoff (New York University School of Law.

Para comenzar, Samuel Issacharoff se interrogó: “¿Es verdad que hay democracias frágiles y no frágiles? ¿O son etapas de cada una de estas? Esta charla se basa sobre esta pregunta. Yo planteo que las deficiencias democráticas en la economía, la inclusión y la capacidad estatal generan respuestas sociales y herramientas a estos problemas. En 1941, Roosevelt dio su discurso anual El discurso de las cuatro libertades. Allí, identificó la libertad de desear una vida mejor, freedom for want, es decir, lo que uno necesita para vivir bien y decentemente. Roosevelt planteaba que los gobiernos democráticos debían liberar a los ciudadanos del miedo a fracasar. A partir de esto, surgen los movimientos socialistas en Estados Unidos”. El orador se refirió a que, si nos basamos en los datos concretos en materia de evolución de la vida de los/as ciudadanos/as, no vemos el socialismo como forma de gobierno cerca del éxito: “Entre 1988 y hoy, los países que más avanzaron en la vida de sus ciudadanos no son los que ejercen una democracia plena, sino países como China y Vietnam entre otros, países que no tienen más que desarrollo económico”. Luego, aludió a las clases obreras y su relación con las distintas instituciones: “Para las clases obreras existe una complicación, ya que se sienten amenazados con la caída de su poder adquisitivo. Las instituciones que permitían el desarrollo de nuevas generaciones de inmigrantes y de la clase obrera, eran los sindicatos, las iglesias, etc. Hoy en día ya no pueden cumplir ese rol en los países avanzados, ya que, por ejemplo, ha quedado demostrado que cuanto más avanzado es el país, menos interviene la Iglesia. La gente que antes se agarraba del partido laboral, o el socialista, hoy en día se vuelven republicanos, y ya no hay instituciones en las que puedan participar, quedando alienados no únicamente de la sociedad sino también de los órganos políticos”. Y agregó que “también existe una falta de capacidad gubernamental, todo gira alrededor de conexiones con el Poder Ejecutivo. Podemos decir que se vota por o en contra de este poder. Esta cuestión la podemos observar en Argentina, en donde la mayoría de las leyes provienen de este poder, y no del Congreso”.

Para finalizar, mencionó el caso particular de China y cómo en ese país se tiene una mentalidad de poder lograr las cosas, una mentalidad de poder hacerlo si hablamos, por ejemplo, de obras. Esto ayuda al desarrollo económico y el estilo de vida del país. A modo de cierre, opinó: “La sociedad está cambiando y el conflicto es sobre cómo se va a reorganizar una cultura democrática sin las instituciones que han sido clave en el siglo XIX y XX, que evidentemente no están jugando ese rol actualmente”.

Ana María Mustapic resaltó que la experiencia de Europa y Estados Unidos no se asemeja a los procesos de países latinoamericanos. “En nuestro país buscamos y construimos la figura de un Poder Ejecutivo fuerte porque había dificultades para integrar territorialmente la Nación y hacía falta una fuerte iniciativa para poblar un desierto. Siempre se esperó que el Ejecutivo fuera la fuerza motriz del gobierno, y el Legislativo para nada es irrelevante, porque forma parte de las decisiones y fuerzas de cambio. Por otro lado, la idea de mayorías automáticas es relativa, ya que ningún Ejecutivo haría algo que generara problemas con el Legislativo”, remarcó. Luego, se expresó sobre los partidos políticos: “Existe una especie de nostalgia de lo que fueron, pero también esos habían sido formados en una sociedad que necesitaba algo distinto y que hoy en día no es igual. La sociedad ha ido cambiando después de la Segunda Guerra Mundial, y podemos observar que, con el triunfo de la democracia, se han ido encontrando otros tipos de representación de la sociedad y no solo a través de los partidos”.

Nahuel Maisley habló de que los modelos de países tales como China o Singapur son peores social y democráticamente, aun cuando produzcan mejores resultados, que también es algo a repensar: “Hay que ver si preferimos tener un aeropuerto súper novedoso, pero que las personas que lo construyeron no tengan derechos laborales, o tener ese aeropuerto a costas de desalojar su gente para construirlo, o si preferimos mecanismos de defensa de derechos humanos. Hay que ver cómo generar ese trade off entre eficiencia y derechos”.

Por último, Julia Pomares comentó sobre los cambios que generó la pandemia en relación con las capacidades y formas de gobierno. Asimismo, mencionó un estudio de Cambridge que concluye en que la pandemia representó un golpe para los populismos porque los líderes de estos movimientos perdieron importancia en la opinión pública. Luego, planteó la necesidad de centrarnos en las nuevas generaciones: “En un contexto de tanta incertidumbre a nivel social, hay maneras de anticipar los cambios y esto es mirando a las nuevas generaciones. Hay un deseo por la autonomía muy fuerte, que hace a los jóvenes más descreídos de la autoridad vertical. Y por el otro lado, se acercan a los vínculos horizontales, así como también a la idea de tribus o grupos que tienen un interés común, concreto e intenso que los une”. Y añadió: “Hay que ver cómo las instituciones del Estado y las asociaciones de la democracia se adaptan a estos nuevos paradigmas, ya que esta nueva generación Z va a gobernar en el futuro”.