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Año XVI - Edición 296 30 de noviembre de 2017

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La Universidad de Buenos Aires distinguió a Pedro Nikken como doctor honoris causa

  • Nota de Tapa

En el Salón Rojo, el pasado 15 de noviembre, se le entregó a Pedro Nikken, expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el diploma y la medalla que lo acreditan como doctor honoris causa por la Universidad de Buenos Aires.

La laudatio académica estuvo a cargo de la decana Mónica Pinto. En primer lugar, explicó que “el título de doctor honoris causa es la distinción de más alta jerarquía que otorga la universidad a personalidades nacionales o extranjeras como reconocimiento a la excelencia y méritos sobresalientes”.

En cuanto al homenajeado, expresó: “Pedro nació en la Venezuela de la estabilidad política y económica, en el país que acogía a los latinoamericanos que otros Gobiernos, de facto, expulsaban”.

Asimismo, contó que en octubre de 1979, en el marco de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos en La Paz, el homenajeado fue elegido para la séptima bacante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). “Juntos [con los otros jueces] comenzaron a dar vida a ese tribunal a través de opiniones consultivas que fueron tejiendo un camino sólido en criterios y de creciente jurisdicción para la Corte”, indicó y recordó que Nikken participó de las diez primeras opiniones consultivas.

En este marco, puntualizó: “Aprendimos a través de los casos de Ángel Manfredo Velásquez Rodríguez, Saúl Godínez Cruz, Yolanda Solís Corrales y Francisco Fairén Garbi que la desaparición forzada de personas es la violación múltiple y continuada de derechos protegidos”.

Hacia el final, Pinto manifestó que el homenajeado entiende que la democracia, Estado de derecho y derechos humanos se conjugan juntos; cree que el respeto de la dignidad y la libertad de todas las personas en condiciones de igualdad y sin discriminación es la base del derecho y considera que es tarea de un universitario y de un jurista hacer todos los esfuerzos para que ello sea así. “Su trayectoria expresa la más clara de las convicciones por el respeto de los derechos humanos en todos los lugares del mundo”, remarcó.

A continuación, el homenajeado dictó la clase magistral “Conceptos en mi recuento: derechos humanos, paz, justicia”.
Para comenzar, compartió: “Nací en junio de 1945, exactamente entre la rendición de la Alemania nazi y el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki; entre la derrota de Hitler y la victoria de Stalin; entre la capacidad de horror que es capaz de edificar el ser humano, el miedo a desastres aún mayores y la esperanza de paz, justicia y dignidad expresada en la Carta de las Naciones Unidas”.

También, describió que “durante mi vida también floreció la lucha de los pueblos por sus derechos humanos, se produjo la descolonización, se proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y emergió el derecho internacional de los derechos humanos”.

Por otro lado, afirmó que el desolador contexto que ofrecían Centroamérica y Sudamérica le ofreció la oportunidad de integrarse a partir de 1980 a la primera Corte Interamericana de Derechos Humanos. Luego recordó que una década más tarde se le encomendó la asesoría jurídica de la mediación emprendida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para poner fin a la guerra civil de El Salvador y reconstruir sus instituciones.

Rememoró estos dos sucesos porque en ambos casos fue testigo y coprotagonista de eventos que ocurrían por primera vez y, además, porque, más allá de su valor histórico, en ambos casos cobraron cuerpo conceptos y principios perdurables en el derecho de los derechos humanos. “El proceso de paz salvadoreño sentó un precedente de tareas hasta ese momento inéditas para las Naciones Unidas, cuyo radio de acción internacional excluyó hasta ese momento su acción diplomática en conflictos armados no internacionales”, puntualizó.

Más tarde, sostuvo que los dos temas que trató en su ponencia son ejemplos de una interpretación generosa del derecho de los derechos humanos.

Hacia el final, enfatizó que los derechos humanos son una conquista; han sido progresivamente proclamados durante un segmento relativamente reciente en la historia de la filosofía del derecho. Asimismo, subrayó que “son definidos como atributos innatos de todo ser humano y, por tanto, existen desde que el ser humano existe pero paradójicamente debieron esperar varios milenos antes de que se los reconociera como tales y se los protegiera”. En esta línea, concluyó: “Porque los derechos humanos son una conquista se edifican frente a la adversidad y contra la opresión, así ha sido y así será”.