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Año XII - Edición 207 28 de marzo de 2013

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La UBA invistió como Doctor Honoris Causa al profesor Patrice Vermeren

  • Nota de Tapa

El 18 de marzo el profesor del Departamento de Filosofía de la Universidadde París VIII, Dr. Patrice Vermeren, recibió en el Salón Azul de la Facultad la máxima mención que otorga la Universidad de Buenos Aires: el doctorado Honoris Causa.

El elogio académico estuvo a cargo de la Dra. Alicia N. Farinati, quien explicó los lazos que unen a Vermeren con esta Universidad. En este sentido, comentó que a partir de 1985, el homenajeado comenzó a dictar clases en pequeñas piezas al lado dela Catedral de Chile ya que durante la dictadura de Pinochet los profesores no podían dar clases en las Facultades. Así, en 1990 llega ala Argentina con su grupo y extiende sus visitas a Uruguay, Cuba, Haití y Colombia. Su interés radicaba en la influencia del pensamiento francés en los jóvenes argentinos. De esta manera, llegó en el año2005 a la dirección del Centro Franco-Argentino de Altos Estudios dela UBA, cargo que ocupó hasta el año 2009. De acuerdo con la oradora, Vermeren remarca “el espíritu abierto de los universitarios argentinos”. Asimismo, Farinati comentó los esfuerzos de Vermeren por impulsar los doctorados franco-argentinos.

A continuación, la Decana Mónica Pinto hizo entrega del diploma y la medalla que acreditan a Patrice Vermeren como Doctor Honoris Causa dela UBA y agradeció al profesor Vermeren “por haber sido el artífice de un período de colaboración muy fructífero entre Francia y Argentina, un período en el cual el Centro Franco-Argentino de Altos Estudios dela UBA fue básicamente un lugar común. No había una vereda francesa y una vereda argentina, sino la vereda del interés común”. En ese sentido,la Decana agregó que “Vermeren se comprometió y desplegó todos sus esfuerzos para que juntos pudiéramos llevar a cabo empresas que individualmente nos hubieran sido difíciles de lograr”.

Seguidamente, tomó la palabra el flamante Doctor Honoris Causa Patrice Vermeren para declarar que “me siento en mi casa al estar enla UBA”.

Para comenzar su conferencia magistral de investidura titulada “La justicia sin condición y el horizonte de la humanidad”, tomó como punto de partida dos conferencias que escuchó en París: “Derechos Humanos y derechos del hombre”, por Mónica Pinto, y la exposición de la Dra. Farinati en la jornada “Diálogos Filosóficos. Encuentros Filosóficos entre investigadores de América Latina y Europa”. Vermeren comenzó diciendo que el título de su conferencia proviene del pensador y filósofo Jacques Derrida, quien distinguió el imperativo de justicia y el acto de justicia. Mientras que este último es llevado a cabo por una institución o por los magistrados responsables de aplicar el Derecho, el imperativo de justicia es una forma general que excede al Derecho a condición de que, esa forma general, prescriba a la vez una aplicación singular. Vermeren explicó que el problema es cómo conciliar ese acto de justicia singular, sujeto a condiciones, con el imperativo de justicia signado por la generalidad de su forma. Sostuvo que “no hay derecho que no tenga la pretensión de ejercerse en nombre de la justicia pero, al mismo tiempo, no hay justicia sin un derecho que no sea coercitivo -puesto en práctica, constituido y aplicado por la fuerza-.

Para continuar, mencionó las tres posiciones de Derrida sobre la justicia: de acuerdo con la primera, el filósofo marca una distancia irreductible entre la justicia y el Derecho, entre el incalculable de la justicia y el calculable del acto de Derecho. La segunda, liga la fuerza al derecho y lo define como fuerza autorizada. Esta posición sigue la doctrina kantiana según la cual existen leyes no aplicadas, pero no existe ley sin aplicabilidad ni aplicabilidad de la ley sin fuerza. La última posición se relaciona con el fundamento de la autoridad y sostiene que el Derecho no está al servicio de la fuerza sino que mantiene una relación interna y compleja con ella.

Durante la segunda parte de su exposición, Vermeren se abocó en definir los conceptos de horizonte, humanidad y hombre. Así, enseñó que el horizonte es, en un sentido, un límite y, en otro, es aquello que está más allá de todo límite. La humanidad es el género humano, el conjunto de seres que pueden ser considerados hombres. Estos últimos son, de acuerdo con la definición de Aristóteles, animales políticos que viven en la polis, en la ciudad o, de lo contrario, son considerados dioses o bestias; Aristóteles también definió al hombre como un animal dotado de lenguaje capaz de formular juicios éticos.

Finalmente, Vermeren concluyó que el horizonte de la humanidad es la vida en común y que, como sostuvo Aristóteles, el hombre encuentra su realización en la especie.

“Vermeren se comprometió y desplegó todos sus esfuerzos para que juntos pudiéramos llevar a cabo empresas que individualmente nos hubieran sido difíciles de lograr”, declaró la Decana Mónica Pinto.