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Año XVI - Edición 292 05 de octubre de 2017

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Ciclo de almuerzos académicos para profesores de la Facultad

La reforma judicial y sus límites

  • Nota de Tapa

El pasado 26 de septiembre en la Sala de Profesores se llevó adelante otro encuentro del ciclo de almuerzos académicos para profesores de la Facultad. En esta oportunidad, disertó el profesor titular consulto de Sociología, Felipe Fucito, sobre “La reforma judicial y sus límites”.

Tras una breve introducción por parte de la decana Mónica Pinto, Felipe Fucito comenzó su ponencia haciendo una mención de honor a una serie de juristas que, a su parecer, deben ser recordados. En este sentido, sostuvo que se cita muchas veces a Alberdi pero se olvida cuando él manifestaba que lo que dicen las leyes son palabras vacías si no se reducen a hechos por la mano del juez, que en último resultado es quien las hace verdad o mentira y agregó que este autor aparece como un precursor del realismo jurídico, al igual que Juan Agustín García. En cuanto a este último, manifestó: “Nos dejaba enseñanzas interesantes sobre los límites que venían de la historia”.

Más adelante, hizo mención de figuras como Ernesto Quesada, Juan Carlos Rébora y Alfredo Colmo. “Hay que modificar las costumbres y los sentimientos para que se siga una concomitante variación de la conducta y los resultados. La reforma en esto, como en todo, no está en las leyes, sino en los hombres. Pero nosotros tenemos el fetichismo de la reglamentación a la cual atribuimos mil milagros y virtudes que jamás llegan”, expresó Fucito, citando a Alfredo Colmo.
Luego, se refirió al libro El hombre importante donde hay situaciones en las cuales el aparentar es mucho más importante que el ser y donde el culto por el ascenso social sin mérito es un dato fundamental. En esta línea, resaltó que “la meritocracia nunca fue un valor privadamente reconocido. ¿Quién va a decir no queremos un sistema de concursos?, ¿quién va a oponerse?” y reflexionó: “Díganme ustedes cuándo, salvo en el fuero laboral, se estableció un sistema de concursos para los empleados del poder judicial y cuándo el no pertenecer a alguna familia resultó poco importante para cualquiera”.

En este marco, explicó que “tenemos esta vieja relación del llamado particularismo de las relaciones: le prestamos más importancia al círculo tradicional al cual nos debemos que al universo del servicio que queremos prestar”.

Seguidamente, expuso sobre la vieja discusión acerca de si el poder judicial es poder o servicio. “Ahora tengo que decir que me parece que no es ni poder ni servicio. Con un 18% de imagen positiva, no es poder porque está sometido a otros poderes y, en cuanto a servicio, sabemos que es bastante dificultoso porque hay elementos que no hemos podido remover no obstante todos los intentos de reforma”, aseveró. “El primer enemigo interno es la burocracia, que es el prestigio de la pequeña norma por sobre la gran norma”, reflexionó. El empleado cumple la norma pequeña a la cual lo han obligado, se pierden de vista las normas importantes y la Constitución pierde ahí donde un pequeño reglamento está presente en la mesa de entradas. Asimismo, puntualizó que “tenemos que convencer a muchos jueces de que su presencia física como líderes sociales es mucho más importante que la erudita redacción de un fallo que a veces no se logra” y resaltó que “el juez tiene que ser una persona presente, tiene que tener lo que nosotros no logramos: no ser el funcionario weberiano, sino ser un líder que aparezca frente a los abogados y las partes”. También, se preguntó si todos quieren una justicia eficiente cuando hablamos de reforma judicial y afirmó que evidentemente no porque hay muchos que lucran con la demora y van a obstaculizar la eficiencia lo máximo posible porque sus intereses están en contra.

Hacia el final, subrayó que “el juez continental apegado al expediente no nos sirve más y está demostrado que es un juez caduco. Puede estar aferrado al expediente en cuanto a una verdad objetiva, pero el juez no puede estar encerrado en su despacho pensando que su verdad está en una biblioteca sin mirar la luz por la ventana”.

En cuanto a los problemas que enfrenta la reforma judicial, el orador indicó que el sistema judicial es parte de la sociedad, por lo tanto la reforma no va a ser mejor que aquellos que reforman y que la sociedad a la que está dirigida. Además, los sistemas administrativos y políticos están combinados. Entonces, si el político desprecia al técnico va a ser muy difícil resolver el tema. “La realidad existe, nosotros no podemos solo cambiarla con la ley”, concluyó.