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Año III - Edición 55 23 de septiembre de 2004

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Jornada en conmemoración de los 10 años de la reforma constitucional de 1994

  • Nota de Tapa

Los días 26 y 27 de agosto tuvieron lugar en esta Facultad unas Jornadas de Derecho Público en  Conmemoración de los 10 años de la última reforma constitucional.

El Decano Dr. Atilio Alterini, encargado de la presentación, felicitó a los estudiantes por hacer realidad el estatuto universitario y haber convocado para el acto tanto a profesores como a graduados. Manifestó la alegría que le produce ver que son los propios alumnos quienes se preocupan por el pasar del país y sobre todo por encontrar soluciones posibles. Antes de dar comienzo al evento expresó el deseo de que las nuevas generaciones encuentren la manera de hacer de nuestro Derecho un “ordenamiento ontológicamente justo”.

El Dr. Bidart Campos (Profesor Emérito de la Facultad) adelantó que para él la Reforma aggiornó muchas cosas, sobre todo en lo atinente a los principios fundamentales del Preámbulo, en lo que hace a la igualdad de oportunidades y de trato, a la solidaridad y al desarrollo.  A su vez, recalcó la importancia de la incorporación del art. 36, que consagra el imperativo de “ética pública” y las declaraciones de orden democrático. También rescató el acento que puso la Reforma en el desarrollo equivalente de las provincias. “El problema es que el imperativo pareciera estar enunciado de manera geográfica cuando en realidad los que debemos gozar de equivalente desarrollo somos nosotros; la Constitución nos ordena distribuir los beneficios al bienestar general”. Fue enérgico al remarcar que el art. 75 inc. 23 le exige al Congreso tomar acciones positivas y así criticó duramente las posturas abstencionistas y de retaguardia del Estado. También calificó al inc. 22, que otorga jerarquía constitucional a ciertos tratados de derechos humanos, como un logro a seguir desarrollando. Por último, llamó a la unidad de las provincias y culminó pronunciando los conocidos versos de Antonio Machado: Caminante no hay camino; se hace camino al andar.

El Dr. Horacio Rosatti (Ministro de Justicia) distinguió primeramente entre una sociedad –donde prima el interés– y una comunidad –donde prima el afecto–. Recordó que hacia 1853, las aspiraciones eran las de constituir más una sociedad que un cuerpo comunitario. Por eso consideró que las mayores reformas que se realizaron en 1994 apuntaron al refuerzo de la Constitución de una comunidad. Luego repasó las discusiones que se generaron en la Convención Constituyente –de la que formó parte– acerca de cómo atenuar el presidencialismo. Señaló que había dos posiciones: aquellas que proponían cierto parlamentarismo, y por otro lado, las que optaban por aligerar de responsabilidades al presidente y crear la figura del Jefe de Gabinete. Dejó entrever que no fue todavía satisfactorio el resultado de esa modificación. También hizo hincapié en la inclusión del voto obligatorio, en el cual cree profundamente, porque fue un reflejo de nuestra propia tradición histórica y debe ser valorado. Por eso aseguró que la gran tarea que debe hacerse es la de generar expectativas y entusiasmo en la participación popular.

A continuación, el Dr. Raúl Alfonsín (Ex Presidente de la Nación) recordó que ya cuando Antonio Cafiero era presidente del justicialismo se había llegado a un acuerdo para reformar la Constitución en base al Consejo para la Consolidación de la Democracia, pero “al llegar Menem no pudo hacerse hasta que se presentó la posibilidad de reelección”.  Justificó el Pacto de Olivos diciendo que el plebiscito que propuso el oficialismo iba a ganar ampliamente. Se confesó partidario de un sistema parlamentario y de una presidencia de 5 o 6 años sin reelección. A pesar de las críticas, sostuvo que la Constitución reformada limita mucho al presidente. Destacó también la creación de la Auditoría General, el Defensor del Pueblo y el Consejo de la Magistratura como limitación de las facultades de la administración. Expresó: “yo insistí mucho con que el voto sea obligatorio de modo que el Estado deba garantizar la participación de todos, porque de lo contrario sólo votan los que pueden”. Afirmó que se trató de una reforma progresista digna de ser defendida ante las presiones que, según predijo, se aproximan. Pidió finalmente que los intelectuales ayuden a los políticos a reglamentar la Constitución.

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Dr. Raúl Gustavo Ferreira -“Momentos Constitucionales”-: Para comenzar aclaró que la creación y aplicación del Derecho Constitucional son dos cosas distintas. “El poder constituyente observa dos momentos: la creación y la reforma”. Según él, la creación constitucional no tiene que ver con la vida cotidiana. “La Constitución consiste ni más ni menos que en un diálogo intergeneracional; lo que debe interesar son las proyecciones”. Los “fracasos” de 1949 y 1957 parecían vedar una reforma constitucional consensuada. Por eso, subrayó que en 1994 se gozó de una mayor voluntad  reformadora pero fue tan general que hubo dificultades en llegar a consensos concretos. “Fue generosa para con los derechos sociales y políticos, pero fue patológica en la acentuación del presidencialismo”. Finalmente, propuso abolir la reelección, dar una posición más protagónica a la Corte, y remediar los errores reformando el texto para que se condiga con “el pueblo de hoy que posee la soberanía”.

Dr. Roberto Gargarella -“Los límites del reformismo constitucional”-: Aclaró ante todo su escepticismo respecto de la reforma. “La Constitución no es escrita por todos sino que es escrita por algunos”. El problema se da cuando aquellos que llevan adelante la reforma deben limitar sus derechos, “es claro que harán lo posible por no reformar esos puntos”. Hizo una crítica profunda a la importación de fórmulas constitucionales de otros países y cuestionó los beneficios de mantener normas por tradicionalismo. “Hay tradiciones de este país que son nefastas y que deben extirparse en el peor de los casos”. Propuso mirar la realidad de nuestro país y no buscar ni en el extranjero ni en la tradición las soluciones. “Con los injertos que se hicieron era perfectamente esperable que pasara lo que pasó en el país con el resquebrajamiento de las instituciones”. Señaló como negativa la perversión que mezcla mayor participación y mayor autoritarismo. Insistió en que no se pueden impulsar reformas inconscientes “como las que se han llevado adelante”.

Dra. María Angélica Gelli -“Relación de poderes luego de la reforma”-: Dividió su exposición en momentos: 1984 fue el de la reposición de las formas democráticas y de la incertidumbre de las formas de la república. Hubo allí una cantidad de impulsos de sectores económicos que fueron velados por las opiniones políticas. El segundo momento comenzó en 1994, cuando se produjo la ficción de la unificación de las legitimidades constitucionales pero al mismo tiempo se acrecentaron las voluntades de la hegemonía, ayudado esto por fallos de la Corte. En el tercer momento, iniciado en 2004,  subyace la carencia y búsqueda de mediadores en el sistema constitucional. Se evidencia así la crisis de los partidos políticos. “Creo que la gente en la calle es una ilusión que no tiene mucha perdurabilidad y el problema es que no aparecen partidos que nosotros reconozcamos como adecuados”. Con optimismo afirmó que algunas cosas se van consiguiendo y que basta ver la historia de la humanidad y las revoluciones para darnos cuenta que los cambios políticos suceden lentamente y con tropiezos.

Dr. Pablo Manili -“Los derechos fundamentales y la reforma”-: La Constitución es para él un pacto que elige a un tercero imparcial para proteger nuestros derechos. No coincidió en que la inclusión de institutos garantistas haya sido una ingenuidad. Sostuvo que en nuestros países es importante que los derechos estén escritos y que si el amparo no hubiese sido constitucionalizado, en 2002 se hubiera derogado. “La inclusión del derecho de resistencia da una conciencia interna al derecho”. Lo revolucionario de la reforma yace en el art. 75 inc. 22. Rescató la humildad del constituyente por recurrir a los instrumentos internacionales ante la impotencia. Por último, dejó en claro que no son gratuitos los logros y que “todos somos operadores constitucionales”.

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Dr. Alberto Dalla Vía -“Hiperpresidencialismo”-: Intentó ser realista al admitir que el objetivo del pacto era permitir la reelección a cambio de disminuir el hiperpresidencialismo y aumentar el federalismo. Pero lamentó que ninguno de los dos objetivos últimos fueran cumplidos: “El hiperpresidencialismo ha aumentado y era esperable que los otros dos poderes tengan hoy tan poca aceptación”. La fórmula del jefe de gabinete para él fue un fracaso y además se dio un notable incremento de actividades parlamentarias en el ejecutivo. “El problema que hoy tenemos es que no sabemos muy bien quién elabora las leyes”. A pesar de las críticas, rescató la amplitud de la participación ciudadana y que la reforma haya tenido éxito en aquellas cuestiones en las que no se esperaba demasiado, por ejemplo, lo derechos del consumidor.

Dra. Susana Cayusso -“Decretos de necesidad y urgencia”-: “Si no somos capaces de someternos a valores constitucionales de manera voluntaria, podremos ser democráticos de manera formal, pero nunca un Estado de derecho”. Sugirió que hacia  1994 se instaló en la sociedad la idea de que los cambios profundos institucionales no se habían podido lograr con la Constitución histórica. Y si en cierto sentido era eso razonable, también hubo un discurso creado por conveniencias partidarias. “A mí no me preocupa que los ejecutivos tengan la facultad de dictar decretos pero sí me preocupa haber traicionado la necesidad de control”. Debió haberse hecho una clara diferenciación para el control de la Comisión Bicameral entre los decretos, los reglamentos delegados y el veto parcial. “Lo peor es que los legisladores ni siquiera se pusieron de acuerdo por el funcionamiento de la Comisión y no sabemos si alguna vez existirá”. Advirtió finalmente que en un sistema republicano los decretos no deben “ordinarizarse”.

Dr. Juan Sola: consideró que el hiperpresidencialismo comenzó en 1983 por una confusión entre el Ejecutivo y el Legislativo. “El sistema de división de poderes no sólo es anti-autoritario sino que también es más eficiente”. Sostuvo que el hecho de poner en la misma oración la excepción con la regla, hace que sea una reforma mala. “El problema es que trajimos parcialmente instituciones parlamentarias al presidencialismo”. Para él, la dificultad va más allá y es que nos encontramos en un sistema burocrático en el que ciertas facultades se delegan en el presidente y éste a su vez las delega en otro. Además señaló que el veto parcial es una amenaza que inhibe al legislador de sancionar determinadas cuestiones que de antemano se sabe que serán rechazadas por el Poder Ejecutivo. “Cuando se quiebran las leyes la sociedad no vive en libertad ni en la anarquía, sino que vive atada a pequeños reglamentos dictados por funcionarios ignotos”.

Dr. Daniel Sabsay -“Limitación del poder”-: Coincidió en que el presidencialismo goza de muy buena salud. Señaló la diferencia entre el sistema francés y el argentino, en el que con el Jefe de Gabinete no se logra nada. Recordó que cuando estuvo en el Consejo para la Consolidación de la Democracia con Carlos Nino, en sus ensayos el presidente quedaba muy atado a la ley. “La limitación en la organización horizontal ha sido un fiasco y además se agregó el reeleccionismo”. Culminó diciendo: “Para mí lo más interesante en materia de limitación del poder aparece con los nuevos derechos y garantías y los tratados internacionales. Hay que celebrar la inclusión de esos valores”.