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Año XVII - Edición 313 15 de noviembre de 2018

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Entrega del doctorado honoris causa a la jueza Elizabeth Odio Benito

  • Nota de Tapa

El pasado 7 de noviembre tuvo lugar en el Salón Rojo el acto por el cual la jueza de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Elizabeth Odio Benito, fue investida como doctora honoris causa por la Universidad de Buenos Aires. Participaron de la ceremonia el vicedecano Marcelo Gebhardt, el vicerrector de la UBA, Juan Pablo Mas Velez, y la profesora Mónica Pinto.

En primer lugar, Mónica Pinto brindó la laudatio académica. “Además de consagrar a través del juicio de pares a quienes regularmente ejercen la investigación y la docencia, la UBA se preocupa por ofrecer la cátedra: la tribuna académica, a quienes suscriben su preocupación por comprender lo que pasa en la sociedad y contribuyen a la participación de sus integrantes”, introdujo. Luego expresó que “hoy distinguimos a Elizabeth Odio Benito, nacida en Costa Rica, ciudadana del mundo, defensora de derechos humanos, del derecho a ser diferente y a seguir siendo igual, dueña de un discurso vigoroso en relación con los derechos de las mujeres”.

Seguidamente, puntualizó: “Su iter profesional y académico es fecundo. Es graduada en Derecho en la Universidad de Costa Rica, donde también completó estudios de género en el posgrado”. Asimismo, recordó que “en el ámbito de los derechos humanos, fue relatora especial de la Subcomisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas para la eliminación de la discriminación en materia de religión y creencias. Más tarde, presidió el grupo de trabajo de la Comisión de Derechos Humanos, encargado de la redacción del protocolo opcional a la Convención de la Tortura. Su trabajo fue notable y precursor”.

Hacia el final, Pinto se dirigió a la homenajeada: “Los que integramos la comunidad académica de la UBA, expresada en el Consejo Superior que aprobó la distinción que hoy le otorgamos, también tenemos opiniones sobre la justicia, el Estado de derecho, los derechos de las mujeres y los derechos humanos, y esas opiniones nos llevaron a proponer y en su caso a votar el doctorado honoris causa que hoy le entregamos porque usted entiende que democracia, Estado de derecho y derechos humanos se conjugan juntos, porque usted cree que el respeto de la dignidad y la libertad de todas las personas en condiciones de igualdad y sin discriminación es la base del derecho (...)”.

Tras recibir la entrega del diploma y la medalla que la acreditan como doctora honoris causa de la Universidad de Buenos Aires, la homenajeada dictó su conferencia magistral de investidura titulada “Hacia la protección integral de los derechos fundamentales. Nuevos aportes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”. Elizabeth Odio Benito manifestó: “Si bien la experiencia en los tribunales penales internacionales cambió mi vida, no es sino al llegar a la Corte Interamericana que he tenido la oportunidad de sentir que finalmente llegué a mi región, a mi gente y a mi idioma, y eso es muy importante”.

Luego se refirió al desarrollo de la Corte Interamericana la defensa de los derechos humanos. En primer término, se enmarcó en el siglo XX. “Desde el norte hacia el sur, pasando por Centroamérica, regímenes dictatoriales cometieron impunemente toda suerte de violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos contra poblaciones civiles e inocentes”, desarrolló y agregó: “La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el único mecanismo de promoción y protección de los derechos humanos que existía para entonces en el sistema interamericano, desarrolló ante organismos internacionales y tribunales nacionales una encomiable labor de denuncia de los crímenes y de medidas de protección de los derechos de las víctimas”.

En 1988, recordó que, “con el caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras la Corte empezó a construir una jurisprudencia que a lo largo de estos cuarenta años transcurridos desde entonces enriqueció el derecho internacional de los derechos humanos, nuestras constituciones políticas, nuestras legislaciones, y obligó a nuestros Gobiernos a cumplir con sus obligaciones internacionales de protección y garantía de los derechos fundamentales de todas las personas sin discriminaciones”.

En el siglo XXI, la jurisprudencia de la Corte empieza a dar signos de un cambio estructural muy importante en áreas grises. En este sentido, señaló que “a partir de la sentencia que se dictó en el caso de la masacre de Plan de Sánchez en el 2004, la jurisprudencia de la Corte ha construido un correcto enfoque de género para examinar violaciones a sus derechos fundamentales sufridas por las mujeres por ser mujeres”. Desde entonces, en cada sentencia que se dicta la Corte examina con particular atención cómo resultan afectados los derechos de las mujeres y el impacto diferenciado que las violaciones de sus derechos humanos les causa.

Y detalló que, actualmente, “nos encontramos en la etapa de la justiciabilidad directa de los derechos económicos, sociales y culturales y el examen de las obligaciones de los Estados de progresividad en estos derechos”.

Para concluir, aseveró: “Debemos comprometer nuestros mejores esfuerzos y nuestro optimismo en mantener lo que hemos avanzado, avanzar más, apoyar los principios jurídicos y éticos que resguardan nuestros derechos fundamentales y nunca rendirnos. El sistema interamericano, Comisión y Corte, son los escudos de la igual dignidad de derechos con las que todas y todos nacemos”.