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Año XVI - Edición 290 07 de septiembre de 2017

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Encuentro de Derechos Humanos con Laura Ginsberg

  • Nota de Tapa

Organizado por el Centro de Derechos Humanos (CDH), el pasado 22 de agosto en la Sala de Audiencias tuvo lugar el Encuentro de Derechos Humanos con Laura Ginsberg, en el cual la oradora compartió su experiencia vivida durante los últimos veintitrés años en su lucha por el esclarecimiento del atentado de la AMIA.

Cabe destacar que Laura Ginsberg es la actual titular de la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (APEMIA), una organización civil integrada por víctimas, familiares y amigos de víctimas del atentado terrorista a la AMIA perpetrado el 18 de julio de 1994. Además, es doctora en Ciencias Biológicas e integrante de la carrera de investigación del CONICET.

Tras una breve introducción por parte del director del CDH, Martín Sigal, tomó la palabra Laura Ginsberg. En primer lugar, manifestó: “Lamentablemente, la evidencia nos lleva a concluir que no ha habido ninguna investigación que nos haya podido llevar a esclarecer este crimen”. Por otro lado, manifestó que “uno de obstáculos que todavía no terminamos de sortear, y que es casi el producto de una resistencia por momentos inexplicable de una parte importante de los organismos de derechos humanos en Argentina, es considerar el atentado a la AMIA como un problema de los derechos humanos de nuestro país” y reconoció: “Es la primera vez que me invitan a compartir una charla en donde se considera el atentado a la AMIA como un problema de los derechos humanos en Argentina”.

Luego, expresó que en los primeros tiempos pensó que ante la magnitud de este crimen iba venir una resolución más o menos inmediata. Como no fue así, se empezó a reunir con otros familiares. “Cuando empezamos a hacer nuestra experiencia en los pasillos de Tribunales, entendimos que nosotros teníamos que tener una especie de supervisión de lo que pasaba en la causa judicial”, afirmó. Asimismo, relató que “no pasó mucho tiempo en que nos diéramos cuenta que esa causa judicial y todo lo que se generaba alrededor de ella –las operaciones de prensa, las operaciones políticas, a nivel local y a nivel internacional– daban cuenta de que lo único que importaba era construir una historia oficial de lo que ocurrió el 18 de julio de 1994, y así fue”.

Posteriormente, sostuvo: “La versión oficial se construyó con el apoyo de la dirección judía que tuvo y tiene, independientemente de los gobiernos que tengamos, un nivel de connivencia que no es de esta época y solo por el crimen de la AMIA, que sin duda terminó por imponer esa versión que hoy circula y que todo el mundo la entiende como la versión demostrada”.

Además, recordó que la lucha y el esfuerzo “nos llevó a que hace exactamente veinte años pronunciáramos un discurso en el tercer aniversario del atentado en donde con mucha claridad decíamos que el Gobierno Nacional le cuida la espaldas a los asesinos y acusábamos a los Gobiernos de Menem y Duhalde por ser responsables de ese encubrimiento”. En este marco, indicó que la consecuencia más inmediata de esa denuncia en el acto fue que el Estado argentino y la dirección judía dividieran al grupo de familiares. “Empezar a dividir con el objeto de diluir esta denuncia que nosotros habíamos formulado tres años después del atentado”, añadió. Otra consecuencia que trajo fue la necesidad política de organizar un juicio, “aun cuando, por ejemplo, no se había llevado a cabo la reconstrucción del crimen”, subrayó.

Más adelante, reflexionó: “Las huellas del encubrimiento y por tanto de la criminalidad del Estado argentino están en todas partes, y esas huellas el Estado argentino las tapa con el secreto; el secreto de la declaración de los agentes de los servicios de inteligencia, el secreto de las audiencias secretas que estamos viviendo hoy y, por supuesto, el secreto de la documentación secreta que recién empezamos a conocer apenas dos años atrás”. En esta línea argumental, reconoció que no podemos esperar justicia del Poder Judicial porque este tipo de crímenes, que son verdaderamente crímenes políticos, no pueden tener nunca una resolución jurídica. El Estado es el que está atrás y el Estado es el que ha marcado el camino para hacer la construcción de una historia oficial de la cual queda exculpado.

“El crimen de la AMIA es una especie de eslabón perdido entre los crímenes de la dictadura y la impunidad que estamos viviendo hoy (…), porque es lo único que muestra el vínculo del papel que puede jugar el Estado argentino no solamente en encubrir los crímenes sino también en cometerlos directamente a través de elementos de su fuerza de seguridad”, concluyó.

A modo de cierre, puso de manifiesto la necesidad de hacer una propuesta hacia el futuro que implique: “Tomar el tema en nuestras manos para que formemos parte de una comisión y avancemos en el esclarecimiento de un crimen del cual nosotros ya sabemos una parte importante de la verdad, solo tenemos que ir a corroborarla”, detalló.