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Año IX - Edición 172 22 de diciembre de 2010

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El Presidente del Ecuador fue investido con el título de Doctor Honoris Causa de la UBA

  • Nota de Tapa

En una ceremonia realizada en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho, el pasado 3 de diciembre el Presidente del Ecuador, Dr. Rafael Correa Delgado, fue distinguido por la Universidad de Buenos Aires como Doctor Honoris Causa. El diploma y la medalla que lo acreditan como tal fue entregado por el Rector de la UBA, Dr. Rubén Hallú, quien también tuvo a su cargo la pronunciación de la laudatio académica. Estuvieron acompañando al homenajeado la Decana de la Facultad de Derecho, Mónica Pinto, el Embajador del Ecuador en la Argentina, Wellington Sandoval Córdova, el Decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Jorge Aliaga, y el de Ciencias Veterinarias, Marcelo Miguez.

En primer término, el Dr. Rubén Hallú pronunció el elogio académico del destacado mandatario expresando que “los antecedentes del Dr. Correa Delgado muestran el compromiso de alguien que, habiendo gozado de las ventajas que le permitieron una educación calificada, asumió su profesión como herramienta de cambio”. Además, consideró que la ciencia económica es política y así lo han confirmado legiones de profesionales y académicos de nuestra geografía común, entre ellos, el Dr. Rafael Correa Delgado.

Acto seguido, el Presidente del Ecuador recibió de manos del Dr. Rubén Hallú el diploma que lo acredita como Doctor Honoris Causa y brindó su clase magistral sobre “Los desafíos de América Latina en el Siglo XXI”. De tal modo, sostuvo que para terminar con “la noche oscura del neoliberalismo” deben producirse muchos cambios, entre ellos, uno cultural entre los más pobres, buscando una nueva noción de desarrollo que supere el consumismo, la acumulación y el productivismo, y dando relevancia a los valores de uso, a los bienes público globales y a la armonía con la naturaleza. Ante ello, estimó que es fundamental un adecuado desarrollo, conciencia y tecnología. También hizo referencia a los cambios producidos en las relaciones de poder, lamentando que durante las décadas de políticas neoliberales los países se hayan convertido en sociedades de mercado, en lugar de sociedades con mercados, responsabilidad que atribuyó a “la trampa de los economistas”, que despojan a la economía de las relaciones de poder. En consecuencia, instó a que en el centro de todas las políticas nacionales, regionales y mundiales se apunte a lo verdaderamente esencial: el ser humano.

Haciendo una fuerte defensa del proceso de integración en Sudamérica, afirmó que “si para los libertadores la integración de la región era un sueño, ahora es una necesidad de supervivencia”. Asimismo, reveló que en ese marco de acercamientos los países de la región comenzaron a analizar la coordinación de políticas laborales para que la competencia por inversiones no sea a partir de la mano de obra. Con todo, resaltó que América Latina tiene las capacidades para eliminar las desigualdades de los últimos años. Precisó entonces que se necesita una mejor distribución que pasa por la progresividad en el sistema tributario, el control a los mercados y la protección a los sectores más vulnerables.