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Año XIII - Edición 227 17 de abril de 2014

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El lobby en Estados Unidos y en Argentina

  • Nota de Tapa

La Maestría en Derecho Comercial y de los Negocios organizó el pasado 31 de marzo la conferencia “El lobby en Estados Unidos y en Argentina” que contó con las exposiciones del profesor Mark Fagan (Adjunct Lecturer in Public Policy, Taubman Center for State and Local Government, Harvard Kennedy School) y de Luis Ceserani (coordinador del área Derechos Extranjeros, Centro PACEM, UBA). La presentación estuvo a cargo del Profesor Emérito Raúl Aníbal Etcheverry, Director del Centro PACEM y de la Maestría en Derecho Comercial y de los Negocios.

Para comenzar, el profesor Raúl Aníbal Etcheverry opinó que el lobby es totalmente desconocido en la Argentina. Puntualizó que muy pocos saben acerca del contrato del lobby, mientras que en los Estados Unidos, el lobby es frecuente y legal.

Seguidamente, tomó la palabra el profesor Mark Fagan, quien definió al lobby de dos maneras diferentes: la primera definición refiere a un intento deliberado de efectuar o resistir el cambio en el derecho a través de una comunicación directa con los formuladores de políticas públicas; mientras que la segunda interpretación está vinculada a todos los intentos directos de influenciar al Gobierno y sus funcionarios en los más altos niveles del Poder Ejecutivo. Identificó que las dos definiciones tienen cuatro elementos en común. En primer lugar, el lobby es algo activo, debido a que es el debate o la reunión directa con los legisladores o un miembro del Estado para tratar de influir las acciones; el segundo elemento en común es la influencia que los lobistas quieren ejercer sobre los reguladores del Poder Ejecutivo; la tercera dimensión apunta a los formuladores de política del Gobierno; y la última es el impacto, en donde si no se produce este, el lobby no tiene valor alguno. “El lobby es un gran negocio”, señaló Fagan e indicó que todos los años las empresas y ONG de los Estados Unidos gastan alrededor de 3.300.000 de dólares en esta acción. El profesor identificó que hay más de 20 lobistas para cada miembro del Congreso. En lo que respecta a los actores, enfatizó que el lobby es un negocio en donde hay tres tipos diferentes. Dentro de ellos se encuentran las empresas, las cuales hacen lobby en representación de sus organizaciones (Lobby In House); las empresas que solo se dedican al lobby; y un último grupo de empresas pequeñas. “La principal razón por la cual los dueños de las empresas hacen lobby es porque desean pagar menos impuestos”, subrayó.

Para finalizar su exposición, hizo una breve reseña histórica del lobby y examinó que por mucho tiempo no hubo una regulación de los lobistas. Hacia fines de 1800, el Congreso estaba irritado con la cantidad de lobistas, por lo que decidieron controlarlo y exigieron una inscripción, la cual no tuvo éxito dado que no todos acataban la norma de registro. A principios de 1900, hubo un gran movimiento en los Estados Unidos, en donde existía mucha presión para tratar de hacer una regulación del lobby, pero la ley de regulación se sancionó recién en 1938. Así, Fagan remarcó que la ley no surgió por inquietudes internas, sino por inquietudes sobre los lobistas internacionales que influían a los Estados Unidos. “Fue un intento de regular por primera vez el acceso a los formuladores de política”, opinó. En ese sentido, manifestó que la redacción de la ley fue lamentable debido a que el término “lobista” no aparecía definido, sino que era muy ambiguo. Consecuentemente, hubo dos casos en la Corte Suprema en 1952 donde se estableció que la ley no era aplicable porque no se definían los términos. Finalmente, con el crecimiento sustancial del lobby en los Estados Unidos, apareció su regulación en 1995. El presidente Clinton sancionó la ley de regulación del lobby, la cual consta de dos etapas: el registro y la divulgación de información. “No vamos a prohibir hacer lobby, pero vamos a permitir habilitar la transparencia, para que la población vea lo que está sucediendo”, concluyó.

En segundo lugar, Luis Ceserani explicó cómo funciona el lobby en Argentina. Resumió los antecedentes históricos en nuestro país e hizo mención al decreto 1.172 del año 2003, en donde se trata la gestión de intereses. “Tuvimos una regulación en la gestión de interés, y ese es el nombre que se le da al lobby en Argentina”, subrayó. En los anexos del decreto se establece que los intereses deben ser gestionados a través de un formulario, el cual se pide al Poder Ejecutivo y se expresa en el lo que se necesita. De esta manera, las personas obligadas son: el Presidente de la Nación, el Vicepresidente, el Jefe de Gabinete, los ministros y cualquier otra persona que esté bajo la órbita del Poder Ejecutivo Nacional. “Lo llamativo de esta ley es que la única manera de poder producir la gestión de intereses es a través de una audiencia”, remarcó. De esta forma, se trata la audiencia pública como un espacio para la transparencia y para el fomento de la participación ciudadana.

“La principal razón por la cual los dueños de las empresas hacen lobby es porque desean pagar menos impuestos”, subrayó profesor Mark Fagan.